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9 de abril de 2017 | Cultura

Documento histórico REALPOLITIK

El Árbol de Guernica: La larga y fresca sobra de la libertad

El célebre Árbol de Guernica (Gernika), un añejo roble situado en la villa de Guernica-Luno, al norte de España, y cuyas raíces más remotas se encuentran en la Edad Media, es desde hace siglos un símbolo de las libertades del pueblo vasco que a lo largo de su historia ha defendido sus fueros y tradiciones, mientras contribuía decisivamente al engrandecimiento de España.

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por:
Sabino Mostaccio

El célebre Árbol de Guernica (Gernika), un añejo roble situado en la villa de Guernica-Luno, al norte de España, y cuyas raíces más remotas se encuentran en la Edad Media, es desde hace siglos un símbolo de las libertades del pueblo vasco que a lo largo de su historia ha defendido sus fueros y tradiciones, mientras contribuía decisivamente al engrandecimiento de España.

Localizado en la Casa de Juntas de Guernica, bajo su sombra, los señores feudales de Vizcaya (una de las 3 provincias del País Vasco español), juraban respetar las libertades y fueros de sus vasallos. Cuando Vizcaya pasa a depender de la corona de Castilla, hacia el siglo XIV, los reyes castellanos continuaron esta tradición, siendo especialmente emotivo el juramento del rey aragonés Fernando el Católico en 1479, quien tras contraer matrimonio con Isabel de Castilla, logró ser reconocido por sus súbditos vascos.

El Árbol, en tiempos del rey Felipe II, fue rodeado de un templete para honrarlo y protegerlo, y se instaló un vivero cercano para criar los retoños que habrían de reemplazarlo. Este primer árbol, que cobijo bajo su sombra la magnificencia de Carlos I, el rey-emperador, entre otros, sobrevivió hasta la invasión del emperador francés Napoleón I, cuando visiblemente enfermo y deteriorado, fue declarado muerto en 1881. El llamado “Árbol Padre” es sustituido por un retoño plantado ya en 1742 bajo el reinado del Borbón Felipe V, quien respeto las libertades vascas pese a su centralismo.

El árbol sobre vio las convulsiones de las Guerras Carlistas y la Primera República, siendo la reina Isabel II, la última monarca en jurar bajo el árbol, ya que su hijo Alfonso XII, abolió los fueros vascos tras la restauración de la monarquía de los Borbones en 1876. No obstante, Navarra, provincia afín se convirtió en baluarte de los fueros y mantuvo viva la tradición del carlismo y la veneración por el árbol de Guernica. Este árbol, llamado Árbol Viejo”murió en 1892 y fue sustituido por otro retoño. Justo en una época de convulsiones para el pueblo vasco, con la irrupción en el panorama regional de las primeras corrientes nacionalistas, acaudilladas por el ex militante carlista Sabino Arana Goiri, fundador del Partido Nacionalista Vasco en 1896.

Al crecer la influencia de las corrientes nacionalistas y al decaer el prestigio de la corona española entre los vascos, el árbol ocuparía un puesto de honor en la mitología del nacionalismo vasco. Tras años de lucha, el gobierno de la Segunda República Española concede al autonomía regional al País Vasco, y José Antonio Aguirre, dirigente destacado del nacionalismo vasco, es nombrado en 1936 como primer presidente regional vasco (lendakari) y presta juramento bajo el roble de Guernica (el “Árbol Hijo”), con las siguientes palabras: “Ante Dios, humildemente, en pie sobre la tierra vasca, en recuerdo de los antepasados, bajo el árbol de Guernica, juro desempeñar fielmente mi cargo”.

La Guerra Civil Española (1936-1939) acabó con la autonomía del País Vasco y el árbol corrió serio peligro durante el bombardeo aéreo acaecido sobre la ciudad en 1937, por la aviación del bando nacional, pero finalmente sobrevivió. El intento de talarlo, de parte de algunos soldados franquistas, provocó que los carlistas conservadores, aliados del general Francisco Franco, peticionaron su conservación y crearon una guardia para protegerlo. Abandonado el complejo de Guernica durante el franquismo, que perseguido al movimiento autonomista vasco, el árbol no volvió a ser relevante sino hasta 1979, cuando tras la vuelta de la democracia a España, se aprueba el nuevo estatuto de autonomía del País Vasco, y desde entonces, el Árbol vuelve a revivir la ceremonia de los juramentos por las nuevas libertades vascas.

El más que centenario árbol, recupera su lustra y bajo su sombra se cultiva la libertad de un pueblo febril y orgullo, que cual roble supo resistir las tormentas y los embates del tiempo, mientras afirma sus raíces en su rica historia, que hizo grande naciones enteras. (www.REALPOLITIK.com.ar)


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