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25 de junio de 2017 | Política de medios

Informe REALPOLITIK

Los heridos políticos del armado de listas en la provincia de Buenos Aires

A lo largo del tiempo, los años en que la actividad política se encuentra atravesada por el proceso eleccionario se han caracterizado por ser escenario de premios y castigos. Dirigentes que son premiados con un lugar en la lista y otros que se quedan afuera.

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por:
Santiago Albizzatti

A lo largo del tiempo, los años en que la actividad política se encuentra atravesada por el proceso eleccionario se han caracterizado por ser escenario de premios y castigos. Dirigentes que son premiados con un lugar en la lista y otros que se quedan afuera. Políticos que entran en la boleta pero en puestos lejanos, de casi imposible elección, aceptan el destino de un dudoso honor: el de haber sido parte pero, en última instancia, haber quedado afuera.

Están los que aceptan quedar afuera en nombre de un “valor superior”, como puede ser el partido político, la justicia o darle el lugar a las promesas más jóvenes; y los que lo interpretan como una traición, prometen venganza mientras sueltan las banderas y los bombos, y desaparecen más allá del pasillo que, muchas veces, no tiene una luz al final del camino.

Durante este año el armado de listas fue particularmente fagocitario, voraz. Se debe, en gran medida, a que enfrentaba a dos amplios espectros políticos. Uno, el de Cambiemos, que está creado a partir de la fusión, más artificial que real, de dos fuerzas políticas: la efectiva pero estructuralmente pequeña del PRO, y la vetusta pero territorialmente vasta de la UCR. Y el otro, el del panperonismo, que fue escenario de una batalla dialéctica entre el kirchnerismo y el no-kirchnerismo, que atravesó por completo las discusiones.

El diálogo interno entre el PRO y la UCR por el armado de las listas de Cambiemos se desenvolvió como una silenciosa batalla entre María Eugenia Vidal y Ernesto Sanz, que lucharon distrito a distrito para elegir sus candidatos. Si Sanz proponía un dirigente, Vidal se lo vetaba. Si Vidal sugería a otro, Sanz intentaba eliminarlo de la competencia.

Algo de esto ocurrió, por sólo tomar un ejemplo, en Tandil, en donde la gobernadora pugnó por la eliminación de las listas a los dirigentes que responden al actual intendente Miguel Lunghi, pero fracasó ante el peso de Ernesto Sanz, que no sólo lo sostuvo sino que además perjudicó la postulación de Marcos Nicolini, el elegido de Vidal.

La dirigencia radical afirma que sin ellos hubiese sido imposible la victoria sobre el kirchnerismo en el 2015. El PRO afirma que la gente no votó al radicalismo -que ha demostrado una dudosa capacidad de manejo cuando tuvo el poder en anteriores ocasiones- sino al partido de Mauricio Macri y Vidal.

El terreno político del peronismo no está, ni por poco ni por mucho, más allanado que el de sus rivales. De un lado y del otro del kirchnerismo, todos esperaron hasta último momento la decisión de Cristina Fernández antes de dar un paso en cualquier dirección.

Es que CFK, mal que les pese a algunos, es la única que tiene un doble poder: el de sumar hasta 40 puntos en algunos distritos, y el de aunar a todos los dirigentes peronistas de mayor peso en una sola lista. Nadie más puede hacerlo. De no estar ella, el peronismo se dividiría en, al menos, tres listas, con tres dirigentes distintos. Desde el llano, el mundo en el que se mueven los afiliados, el pedido por unidad es por aclamación. Todos están de acuerdo en algo: para ganarle a Cambiemos el peronismo debe ir unido, de lo contrario, la división traerá consigo la derrota.

Esto lo sabe, por razonamiento propio o por el de su mentor y asesor Jaime Durán Barba, el presidente Macri. De ahí su afán de solventar la campaña de Florencio Randazzo, de quien espera que divida el voto peronista y, de paso, le reste una buena cantidad de puntos a Sergio Massa.

En este escenario, donde las alianzas son endebles y obligadas –y donde la convicción política pareciera medirse con la vara de la intención de voto- es que se mueven hoy las fuerzas políticas que pugnan por quedarse con la mayoría de los sufragios en las próximas elecciones, luego de unas PASO que, para algunas fuerzas, son más un adorno bonito pero inútil que una herramienta democrática. (www.REALPOLITIK.com.ar


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