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3 de agosto de 2017 | Provincia

Panorama REALPOLITIK

Desopilante: El sistema biométrico de ARBA sigue sin funcionar y un gato dejó al edificio sin luz

Gastón Fossati no tiene desperdicio. El contador, ex empleado de Price Waterhouse Cooper y compañero de trekking de Federico Salvai, asumió su cargo como titular de ARBA con la solemne promesa de modernizar por completo la estructura que le obsequió su amigo y, en sus palabras, “entrar en una nueva era en la historia de ARBA”. El jefe de Gabinete lo observó orgulloso y, mientras se enjuagaba los ojos, exclamó: “Ahora sí que dimos en el clavo”.

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Gastón Fossati no tiene desperdicio. El contador, ex empleado de Price Waterhouse Cooper y compañero de trekking de Federico Salvai, asumió su cargo como titular de ARBA con la solemne promesa de modernizar por completo la estructura que le obsequió su amigo y, en sus palabras, “entrar en una nueva era en la historia de ARBA”. El jefe de Gabinete lo observó orgulloso y, mientras se enjuagaba los ojos, exclamó: “Ahora sí que dimos en el clavo”.

Mientras María Eugenia Vidal se paseaba por los canales de televisión asegurando que “la provincia está fundida” y rogándole al patrono de los docentes bonaerenses que no le pidan más plata, el titular de ARBA gastó 7 millones de pesos en un sistema biométrico que controlaría la entrada y salida de los trabajadores a través de su huella digital. La frase que usó el día de la inauguración de las máquinas lectoras de huellas fue: “Acá se acabó la joda”.

Ese mismo día, el sistema no funcionó. Los empleados hicieron dos cuadras de cola para poder entrar a trabajar y tuvieron que pulsar hasta siete veces en el lector de huellas digitales, y aun así, al hacerlo, la máquina los identificaba como otra persona. Fossati se abrió paso entre la multitud a las 9.00 de la mañana y presionó su dedo pulgar en la pantalla. El público aguantó la respiración mientras la máquina procesaba los datos: “Bienvenida, Luciana”, le respondió finalmente el aparato. La gente estalló en irónicos aplausos.

Hoy, a casi dos meses de su célebre inauguración, el sistema sigue fallando. Los técnicos ya abandonaron la lucha y les dieron tarjetas a aquellos empleados a los que la máquina no les lee correctamente la huella. “Cosas de la modernidá, qué le va a hacer”, repite Armando, el portero de la puerta de la calle 45, mientras salta el inerte molinete de la máquina.

“La modernidá”, como la llama Armando, tampoco llegó a los baños. Los empleados de la mesa de entradas que da a la calle 46 se tienen que ir a lavar los dientes al Subway de enfrente, porque el agua de ARBA está contaminada. Uno de ellos emuló al hombre araña y alcanzó uno de los tanques, en el afán de descubrir el motivo del nauseabundo olor que despide el baño. Enseguida resolvió el misterio: en el tanque de agua hay ratas muertas flotando sobre la superficie.

La noticia llegó a oídos de Gastón Fossati que tomó una decisión estratégica: dejó las ratas donde están y mandó a clausurar los baños. Después de todo, los de Subway no están tan mal, no tienen ratas y están ahí, enfrente. “Que no se preocupen por poner la huella digital en el sistema biométrico cada vez que tienen que salir”, ordenó, “total las máquinas no andan”.

El colmo vino con Nené, el gato de la propietaria de una tienda de botas en la mano de enfrente. El último lunes, Nené salió a pasear igual que todas las mañanas por la zona de calle 8, donde ya lo conocen todos los comerciantes. Intrépido y curioso, no tuvo mejor idea que meterse por uno de los tantos agujeros que exhiben las vetustas paredes del moderno edificio de Fossati. Del otro lado, se encontró con los deteriorados cables del circuito eléctrico de ARBA. Nené nunca supo lo que le pasó. Tampoco los empleados del edificio, que estuvieron cinco horas sin luz.

Por pedido explícito de la dueña, mandaron a un ordenanza a buscar el cadáver del felino. Volvió veinte minutos después, con el resultado de su búsqueda envuelto en un pliego de licitaciones. “Pobre bicho. Parecía como si se hubiese hecho la permanente”, le confesó compungido el ordenanza a REALPOLITIK. “Les voy a hacer una demanda”, afirmó la propietaria del difunto gato mientras se retiraba por los pasillos del edificio.

“Se acabó la joda”, había anunciado Gastón Fossati. Pero por lo menos en ARBA, parece que la joda recién empieza. (www.REALPOLITIK.com.ar)


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