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5 de agosto de 2017 | Cultura

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Arquimedes de Siracusa, el signo de una mente brillante

Físico y matemático, Arquímedes nació hacia el 285 a.C en Siracusa, en la costa occidental de Sicilia, que entonces pertenecía al ámbito del mundo griego. Heredó la vocación científica de su padre, quien, al parecer, se dedicaba a la astronomía.

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SABINO MOSTACCIO

Físico y matemático, Arquímedes nació hacia el 285 a.C en Siracusa, en la costa occidental de Sicilia, que entonces pertenecía al ámbito del mundo griego. Heredó la vocación científica de su padre, quien, al parecer, se dedicaba a la astronomía.

Arquímedes consagró su vida a la investigación en los campos de la matemática y la física. En Alejandría, centro cultural de la antigua Grecia, donde estudio en su adolescencia, coincidió con célebres hombres de la ciencia como Euclides.

Cuando regresó a Siracusa, sorprendió a todos con un método de su invención, destinado a desecar pantanos mediante la utilización de diques móviles: el mecanismo seria conocido como “tornillo de Arquímedes”. Consistía en un tubo en forma de hélice, uno de cuyos extremos quedaba sumergido. Al girar sobe su eje en posición inclinada, servía para elevar el agua.

En matemáticas y geometría, descubrió las relaciones entre el volumen de la esfera y otras figuras e ideó la espiral de Arquímedes, cuyo radio vector es proporcional al ángulo. En física descubrió el principio hidrostático, que lleva su nombre y que después se generalizó a todos los fluidos. Entre sus inventos se citan la rueda dentada, el tornillo sin fin y otros ingenios mecánicos, y también experimentos con la palanca.

Los inventos de Arquímedes y su aplicación a máquinas de artillería contribuyeron notablemente a la defensa de su ciudad natal, Siracusa, contra el asedio de los romanos, que deseaban castigar a los siracusanos por su alianza con el general cartaginés Aníbal Barca en el contexto de la encarnizada Segunda Guerra Púnica (218-202 a.C). En este sentido, ideó catapultas de gran potencia y propuso un mecanismo eficaz para provocar incendios –que sería utilizado para destruir parte de la flota enemiga- mediante el empleo de espejos parabólicos. Aunque este invento podría ser más leyenda que realidad.

El año 212 a. C., Siracusa fue finalmente invadida por las tropas romanas; Arquímedes falleció, durante el sitio, atravesado por la lanza de un soldado, en su propia casa. El cónsul romano Claudio Marcelo, comandante enemigo, que admiraba al anciano sabio -y que había ordenado que su vida fuera respetada- hizo elevar un monumento funerario en su honor. En él aparecía una esfera inscrita en un cilindro, tal y como el sabio había deseado.

Se conservan fragmentos de nueve libros escritos por el genio, y su memoria ha trascendido los siglos, sirviendo de eco y de inspiración a mentes brillantes como Isaac Newton, entre otros. Se ha ganado su merecida inmortalidad y su gloria. (www.REALPOLITIK.com.ar)


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