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15 de septiembre de 2017 | Provincia

Exclusivo REALPOLITIK

ARBA en llamas: ATE se movilizó en rechazo a los molinetes y se sumaron todos

La gestión de Gastón Fossati al frente de ARBA pende de un hilo. Tanto, que su permanencia en el cargo ya no se sostiene por su trabajo sino por su relación de amistad con Federico Salvai.

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La gestión de Gastón Fossati al frente de ARBA pende de un hilo. Tanto, que su permanencia en el cargo ya no se sostiene por su trabajo sino por su relación de amistad con Federico Salvai.

Los traspiés del mandamás de la Agencia de Recaudación de la provincia de Buenos Aires han estado, desde el momento en que asumió, a la orden del día. Son muchas y muy variadas las razones del rechazo que provocó tanto entre pares como entre subordinados. Desde licitaciones en las que se tiró al techo el siempre necesario dinero de la provincia en objetos e insumos innecesarios, como por ejemplo el último gasto de 800 mil pesos en cafetería, a los inentendibles intentos de suprimirle a los trabajadores una bonificación establecida por ley.

En las últimas semanas, graves casos de nepotismo llegaron a las primeras planas de los medios, ensuciando aun más la gestión del amigo de Salvai. Ejemplos como el de Juan Marcos Fernández Bell Fano, empresario amigo del director de ARBA y que ahora ostenta el cargo de Consultor Técnico, con rango y remuneración equivalente a Director en la escala salarial vigente, o el escándalo que desató Paula Evelina Said, titular de la subgerencia de Recursos Tributarios y Catastrales de ARBA, que contrató a Luis Tous, su marido y a Romina Said, su hermana. Ambos gozan de beneficios económicos y vacaciones extras, como las que Paula y Luis acaban de proveerse en Barcelona.

El sistema biométrico que, a un costo de más de 7 millones de pesos, instaló Gastón Fossati en todas las entradas del edificio es, tal vez, el más polémico de sus proyectos. El problema, claro está, no radica en la iniciativa que controlar el presentismo laboral. El problema es que en un edificio en el que, literalmente, se caen trozos de mampostería de más de un metro de largo desde el techo cada vez que llueve, se haya gastado semejante cantidad de dinero en un sistema que aun no funciona. Los propios trabajadores de ARBA tienen que esperar al menos veinte minutos en la puerta del edificio mientras la máquina falla una y otra vez al leer sus huellas digitales. En la mayoría de los casos, es necesario presionar el pulsador más de cuatro veces. En otros, directamente no reconoce la huella, de manera tal que deben acceder por la entrada de las visitas y tramitar una tarjeta.

Existen casos, incluso, en los que el sistema genera graves problemas para los trabajadores. Por ejemplo, a Luis de Contaduría General, el pulsador le falló tantas veces que en más de una ocasión registró tarde su entrada. Casos como el de Luis se multiplican por doquier. En estos casos, el trabajador solicita entrar de todos modos, para poder trabajar. Pero Fossati no lo deja. Primero el pulsador. Sí, ese, el de allá, el que no funciona.

En rechazo a este ridículo y costoso sistema, ATE movilizó a sus delegados que se instalaron en una de las entradas del edificio a solicitar, con bombos y platillos, que los molinetes que tan precariamente funcionan desaparezcan o que funcionen bien de una vez. Lo insólito del caso fue que, en vez de estar solos protestando a la espera de que se presente una autoridad con la respuesta, se vieron acompañados por casi un centenar de trabajadores que se plegaron voluntaria e inmediatamente al rechazo.

De este modo, con el edificio en llamas, es que Gastón Fossati pasa lo que, para muchos, debieran ser sus últimos días al frente de la gestión. (www.REALPOLITIK.com.ar)


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