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4 de octubre de 2017 | Municipales

MAGDALENA | Panorama REALPOLITIK

Indignante: La ciudad de Magdalena quedó al servicio de los cazadores furtivos

La ciudad de Atalaya, partido de Magdalena, es una de las más antiguas de la provincia. Con algo más de 354 años de existencia, suele festejar cada cumpleaños con espectáculos, desfiles de comparsas y fuegos artificiales, acompañado de exquisiteces caseras y buen vino.

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La ciudad de Atalaya, partido de Magdalena, es una de las más antiguas de la provincia. Con algo más de 354 años de existencia, suele festejar cada cumpleaños con espectáculos, desfiles de comparsas y fuegos artificiales, acompañado de exquisiteces caseras y buen vino.

Lamentablemente, sin embargo, el alegre poblado que se extiende a lo largo del Camino Blanco, más allá de la sociedad de fomento, la iglesia y la biblioteca, debe convivir con un submundo de personajes indeseados cuyo objeto de diversión no es otro que el de pervertir los límites de la declaración de Área de Vida Silvestre que rige sobre todo el partido de Magdalena.

Así, numerosos cazadores furtivos ingresan a los campos privados a cambio de unos pocos pesos que los propietarios reciben gustosos, y cometen todo tipo de atrocidades contra la fauna autóctona. Vizcachas; pumas; ciervos; liebres; zorros o ñandúes, nada se escapa a estos depredadores que recurren a métodos tan salvajes como crueles a la hora de acabar con una vida indefensa.

Un cazador furtivo detenido recientemente con más de 60 vizcachas muertas, las había ahogado en su madriguera con una manguera y una bomba de agua. Otro, que fue detenido en a pocos kilómetros de Magdalena, había ingresado a un campo privado para cazar a un puma, al que luego colgó de un árbol.

Otros, aun más retrógrados, utilizan perros de raza galgo, que producen a sus víctimas muertes horribles por desangramiento y que, además, alteran al ganado de los productores rurales, que huyen en masa llevándose consigo los alambrados y causando gran perjuicio económico a sus dueños. La caza con perros, además, está prohibida en todo el país.

Vecinos de la zona han denunciado en repetidas ocasiones que la caza se da en forma constante, abierta e indiscriminada a cualquier hora del día. “La inacción total de las fuerzas de seguridad local hacen que sea zona liberada, prefectura nunca acciona sobre la costa del río ni en el arroyo Buñirigo por mucho que uno se apersone a denunciar en su destacamento local. Te dicen que van y se quedan jugando al fútbol, o te dicen que al arroyo, que es más que navegable, no van porque se les rompe el gomón”, denuncia Irma, una de las vecinas de la zona más afectada.

Atalaya se transforma así en lo que no es. No deslumbra más por su rica historia y pintorescos paisajes, sino que espanta por las verdaderas matanzas que, día tras día y hora tras hora, se suceden en sus reservas naturales, convertidas en virtuales cotos de caza. La policía, que debiera detener esto, tiene por el contrario su propio equipo de cazadores. La clase política, a cargo del intendente Gonzalo Peluso, advertida del negocio que implica para los mismos vivos de siempre, eligió mirar para el costado. Mientras tanto los vecinos, al igual que los animales, han sido librados a su propia suerte. (www.REALPOLITIK.com.ar)


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Magdalena, Gonzalo Peluso

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