La empresa Securitas en la mira: Otro robo en un country bajo sus narices, y crecen las sospechas

La empresa Securitas nació en Estocolmo, Suecia, a principios de 1934. Próxima a cumplir cien años, tiene un intachable historial luego de haber brindado, sin sobresaltos, servicios de seguridad de manera tanto pública como privada en todo el mundo. Su fundador, Erik Philip Sorensen, que falleció en el año 2009, fue uno de los emprendedores más reconocidos de la historia sueca, y su vida es la historia hollywoodesca de cómo un guardia de seguridad finaliza sus días como dueño de la compañía que lo había empleado en primer lugar, e incluso crea una aún mayor.

Su actual CEO, Alf Göransson, vivió otra llamativa aventura cuando una persona se hizo de sus datos personales, pidió un multimillonario crédito y luego se declaró en bancarrota, en uno de los casos de phishing (robo de identidad) más célebres del mundo. 

Lejos de las historias de aventuras que se viven en Europa, la filial argentina de la empresa que actualmente cotiza en Wall Street se encuentra, nuevamente, en el ojo de la tormenta. 

El 2 de marzo del año 2016, dos ladrones entraron a la casa del intendente de la ciudad de La Plata, Julio Garro. Maniataron primero a la empleada doméstica, luego a la cuñada del intendente y a todos los niños que se encontraban en la casa, menos a una niña de siete años, que dormía plácidamente en su dormitorio, ajena a lo que ocurría en la planta baja. Luego de revisar toda la vivienda salieron de allí con el botín, al que llevaron dentro de una valija semi-rígida marca Jeep con rueditas hasta la casa de un vecino, Patricio Masana, que había planeado el golpe. Minutos después, salieron por la puerta del country sin ningún tipo de inconvenientes, del mismo modo en el que habían entrado aquella misma mañana: escondidos en el baúl y a los pies del asiento trasero. Cuatro meses antes de este hecho, el ex jugador profesional Gustavo Barros Schelotto, vecino de Garro, también había sido víctima de un robo similar.

Cuando, asombrada con la facilidad con la que se habían manejado los delincuentes, la fiscal actuante en el caso Virginia Bravo solicitó los registros de entrada y salida que utilizaba la empresa Securitas, a cargo de la seguridad del country, se generó un estruendoso revuelo porque los mismos estaban mal confeccionados y eran, en palabras de la fiscal, “inentendibles”. Aun hoy, cerca de cumplirse dos años del robo, parecieran existir extrañas vinculaciones de la empresa con los acusados. 

Hace tan sólo unas horas, en el country Lomas de City Bell, adyacente al Grand Bell, escenario de los robos de Garro y Barros Schelotto, se produjo otro sospechoso hecho delictivo. Tres delincuentes armados ingresaron en medio de la noche a una de las casas, luego de llevar a cabo un procedimiento tan simple como desconectar el cerco electrificado y desenchufar las cámaras de monitoreo. Extrañamente, desde la tarde anterior se habían suspendido los servicios de internet y teléfono. 

La administración del country cobra 8 mil pesos de expensas a cada propietario, para pagar en parte las cien cámaras de monitoreo, los detectores infrarrojos y el cerco electrificado que instaló Securitas. No obstante, tres simples ladrones burlaron la seguridad del predio como si de un juego de niños se tratase. 

Las variables, lamentablemente, parecieran tender a la repetición. Nuevamente la misma empresa, nuevamente un country y nuevamente el robo simple, casi infantil, que siembra terror y sospechas, por partes iguales, en el cuerpo de vecinos. (www.REALPOLITIK.com.ar) 

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