23 de julio de 2018 | Provincia
Con el sillón del despacho principal aún tibio, la carrera por la sucesión de la malograda María Fernanda Inza ya comenzó. Entre los rumores que se desprenden de la Casa de Gobierno se volvieron a mencionar los pliegos de María Beatriz Melillo y Raquel Durda, descartados en una primer instancia, y se incorporó una tercera variante: Malena Baro, la esposa del senador provincial Roberto Costa.
Con la ahora ex contadora General próxima a ser indagada por la Justicia, pareciera que es la ex massista Baro quien picó en punta en la selección oficial. No es novedad en el mundillo político que el senador Costa es un hueso duro de roer dentro de Cambiemos. En más de una ocasión, envió directamente a pasear por comisiones parlamentarias a los proyectos enviados al Senado con la orden estricta de ser votados en tablas. Este gesto, con total seguridad, traería algo de paz a la ya reconocida puja entre la Cámara de Diputados, de mayoría Pro, y la de Senadores, de mayoría radical.
Mientras tanto, los empleados que entraron con María Fernanda Inza continúan en sus puestos, aunque no tienen ningún tipo de acto de nombramiento. Son unas 28 personas, que dan órdenes a diestra y siniestra, en muchos casos a personas que tienen más de 20 años de carrera y que, paradójicamente, comprenden los procedimientos con bastante más soltura que los recién llegados.
Con la resolución de los concursos aún por llegar, el voraz apetito de acomodo de los representantes de Inza los llevó a copar el despacho del contador General. Los trabajadores, ajenos a dicho manoseo, reclaman que el próximo contador sea una persona preparada, de carrera dentro de la contaduría, uno de los propios. No es casual, aseguran, que la elección a dedo y por motivos políticos de personajes sin ningún tipo de experiencia en la compleja estructura haya fracasado en las dos últimas oportunidades.
Desde la asunción de Cambiemos, se probó con Gastón Messineo, quien trajo consigo al SIGAF que paralizó por completo a la provincia con atrasos en los pagos de más de seis meses. Luego llegó María Fernanda Inza, por pedido explícito de Federico Salvai y duró 48 horas hasta que tuvo que renunciar acuciada por tres causas de peso sobre sus espaldas.
“Si tienen que ingresar nuevos empleados en contaduría, que ingresen como lo hicimos todos, por la categoría más baja y que estén ahí diez o quince años hasta que comiencen a ascender, como tuvimos que hacer nosotros”, aseguraron puertas adentro del edificio de la calle 46. En las próximas semanas se decidirá el futuro del máximo despacho y, lamentablemente, todo pareciera indicar en la dirección del acomodo político. (www.REALPOLITIK.com.ar)