30 de enero de 2019 | Campo

El poroto argentino, a pedir de China

Acorralado por sus errores en materia económica, el gobierno desaprovecha la oportunidad de la soja

A contramano del discurso oficialista, que en su relato habla de una agroindustria que genera valor agregado y se posiciona en el mundo, la realidad indica que este sector se vuelca cada vez más hacia la primarización. Un claro ejemplo de esta tendencia se puede visualizar en el complejo sojero argentino.

Como primer dato a tener en cuenta, de acuerdo a estadísticas del INDEC, el procesamiento del poroto de soja cayó sensiblemente y el año pasado cerró un 17 por ciento por debajo de 2017. A esta situación se arribó por un cúmulo de factores, entre los que sobresalen la caída en la producción de la oleaginosa, mercados internacionales complicados por la guerra comercial entre China y Estados Unidos y la política tributaria argentina.

En el primer semestre de 2018, desde INDEC informaron que el complejo sojero generó ingresos por 7.558 millones de dólares, que en comparación al mismo período de 2017 representa una caída del 15,5 por ciento. Aun con ese balance negativo figura al tope de los ingresos, seguido por el complejo automotriz, con 3.550 millones de dólares. Los ingresos totales en ese período en concepto de comercio exterior fueron de 29.820 millones de dólares.

El complejo sojero argentino genera el 25 por ciento de las divisas que ingresan al país y cuenta con una capacidad instalada de 65 millones de toneladas anuales, la mayor del mundo. En estos momentos y según estimaciones privadas, este polo de molienda trabaja a un 50 por ciento de su capacidad. Si bien en esta época del año es habitual que estas plantas hagan las denominadas “paradas técnicas” para reacondicionar sus instalaciones, se están extendiendo más tiempo del habitual.

En esta instancia, las posiciones están encontradas. Por el lado del gobierno, su principal carta es esgrimir una cosecha récord en los principales cultivos, como soja y maíz. Pero la reinstauración de los derechos de exportación, que castiga tanto a la exportación de grano de soja como sus subproductos (harina y aceite) hace que a la hora de hacer números, sea más conveniente exportar poroto. O sea, primarización del cultivo.

Con una molienda argentina que paga elevados impuestos, en China se frotan las manos, porque de esta manera se aseguran materia prima de calidad a precios razonables para industrializar en su país. Así, el gigante asiático no siente –al menos a la hora de comprar soja- el impacto de la guerra comercial con Estados Unidos y tiene en Argentina un proveedor de peso.

Para tomar dimensión de lo que viene, durante 2018 las ventas de grano de soja a China fueron de unas 7 millones de toneladas. Pero de acuerdo a la información que manejan los analistas granarios, se espera que para este año la potencia asiática compre una cifra que oscilaría entre las 14 y 16 millones de toneladas.

En este punto, las políticas impositivas de Cambiemos impactan en el esquema industrial argentino y la excesiva presión tributaria al sector agroindustrial se refleja en una fuerte desindustrialización. El macrismo se encuentra cada vez más acorralado por sus errores en materia económica y contra toda lógica,castigan con impuestos al sector que más dólares hace ingresar al país. (www.REALPOLITIK.com.ar)