23 de noviembre de 2020 | CABA

La ministra Acuña, en el tapete

La estigmatización de los docentes

La ministra de educación de CABA, Soledad Acuña, nació en la ciudad de Bariloche en 1975, donde cursó estudios primarios y secundarios en el Colegio Alemán Primo Capraro, del cual egresó en 1992. 

Alberto Lettieri

En la ceremonia de promoción de ese año participó como autoridad el ex oficial de la SS Erich Priebke, quien por entonces presidía la Asociación Cultural Germano - Argentina que administra el establecimiento educativo. Priebke continúo desempeñando ese cargo hasta 1993, ya que en 1995 fue extraditado para ser juzgado y sentenciado en Italia por la masacre de las Fosas Ardeatinas de Roma, ocurrida bajo su mando en 1944.

Luego de haber tratado a los docentes en términos denigrantes y descalificatorios, sin sustento alguno más que su propio resentimiento, y ante el repudio generalizado que generaron sus afirmaciones, la ministra de Educación de Larreta salió a responder a través de una carta que se envió por mail a todos los docentes. Pero lejos de disculparse o rectificarse, insistió en sus dichos. 

En la "explicación sobre la polémica" que ella misma instaló al rechazar "la militancia partidaria" y definir a los docentes como "fracasados", además de estigmatizarlos por su situación económica –de la que ella misma es responsable como titular de la cartera educativa que los emplea-, Acuña volvió a recalcar que "algunos dirigentes abusan de su rol docente", y no faltó, por supuesto, el habitual giro demagógico al subrayar: "Con los chicos no".

En un Zoom realizado días atrás con otro promotor del odio social, el diputado nacional Fernando Iglesias, Acuña descalificó a los docentes por su pobreza, ideología y edad. Aseguró que quienes estudian para ser maestros son personas “cada vez más grandes de edad", proceden de "los sectores más bajos socioeconómicos" y cuentan con poco "capital cultural". También les reprochó su "militancia política" e convocó a los padres a denunciarlos por su “bajada de línea”.

A excepción del macrismo –que comparte los prejuicios de la ministra de Educación porteña-, sus afirmaciones provocaron un generalizado repudio social y político. Pero eso no consiguió convencer a Acuña de la alta carga social y de la actitud profundamente discriminatoria de su pensamiento. Muy por el contrario, envió una carta por mail a todos los docentes porteño, reafirmando sus agresiones. Si esto no es bajada de línea, ¿qué sería?

“Sé que merecen y esperan una explicación sobre la polémica que se generó en los últimos días, ya que entiendo que causó dolor e incomodidad en muchos de ustedes, sin haber sido mi intención”, afirma la ministra de Educación de Rodríguez Larreta

Inmediatamente entra en una contradicción, ya que afirma que "la enorme mayoría" de los docentes -a los que estigmatizó por sus bajos ingresos que determina su gestión y a quienes llamó "fracasados"-, en realidad "trabaja por una educación plural, que promueva el pensamiento crítico, el análisis y la discusión informada".

"Me consta, y así lo hemos conversado tantas veces, que defendemos el aula como ese lugar para formarse, aprender y reflexionar en un ambiente donde se respeten todas las ideas y creencias, sin militancia partidaria. De ningún partido”, apuntó. 

Sin embargo, inmediatamente la ministra puso en cuestión el derecho de los docentes de expresar sus ideas y puntos de vista, cuestionando así no sólo a los maestros y maestras sino a los derechos civiles proclamados por la constitución nacional, y aseguró que algunos “abusan de su rol docente y eligen adoctrinar antes que enseñar a pensar”.

Este avance sobre las libertades civiles es similar al impulsado por el gobierno de Rodolfo Suárez en Mendoza, en su proyecto de Reforma Educativa. ¿En qué quedaron las convicciones sobre las libertades civiles que se abroga Juntos por el Cambio y que pone en cuestión cada vez que se trata de preservar los derechos ajenos?

“Por si hiciera falta aclararlo, voy a mantenerme firme: con los chicos, no”, afirmó Acuña. Resulta evidente que la ministra desea el monopolio de la “bajada de línea”, para convertir a los docentes en autómatas, en simples instrumentos de transmisión de un discurso ideológico que promueve la discriminación y la exclusión social de los más pobres. Su referente educativo, Erich Priebke, no podría haberlo expresado más claramente.

Acuña subrayó que "la capacitación docente ha sido y es nuestra prioridad". Claro y sencillo, hay que “educar” y “disciplinar” a quienes considera como “fracasados” y estigmatiza por ser pobres para adoctrinarlos con un pensamiento sistémico que desprecia la democracia y la pluralidad de voces. Recordemos que dos años atrás Mauricio Macri, siendo presidente, hizo cantar a los alumnos de una escuela el slogan de campaña de Cambiemos: "Sí, se puede". Pero los que “bajan línea”, para la ministra, son los docentes.

La ministra afirma en su carta: "Queda un largo camino por recorrer en materia de brechas y oportunidades para los chicos. Pero también en la construcción de valor para la profesión, para que cada vez más jóvenes elijan con orgullo la docencia". ¿Jóvenes como lo fue ella, adoctrinados por un criminal de guerra de las SS nazis, en lugar de estos pobretones “fracasados” que hoy pueblan las aulas argentinas?

Soledad Acuña cierra su nota exigiendo una especie de reconocimiento por su “valentía” al difundir ciertos "datos de la realidad" que prefirió "no ocultar y trabajar para transformarlos". “Según la encuesta a ingresantes al sistema de formación docente en la ciudad de mayo de este año, sólo el 14 por ciento lo hace luego de terminar sus estudios secundarios, mientras que el 52 por ciento posee trayectorias educativas previas" y "casi el 50 por ciento trabaja mientras estudia, y se tarda en promedio siete años para recibirse". Lo que debería ser un mérito a la constancia y al esfuerzo de quienes eligen el camino de la docencia, estudiando y trabajando a la vez para concretar su vocación profesional y de servicio social es, para la ministra, un elemento descalificatorio y estigmatizante. ¿Cómo un pobre podría pretender convertirse en docente, si los únicos ejemplos que deberían seguir los alumnos son los de las trayectorias surgidas de la “meritocracia”? ¿Merecen los que “cayeron en la educación pública” el derecho a educar a nuestra sociedad, en opinión de la ministra?

Si los docentes son pobres, entre otras cosas, se debe a sistema de valores y los intereses que operan en la gestión del Pro porteño, según los cuales los trabajadores deben ser hambreados mientras que las baldosas, macetas o playas secas en las plazas merecen suculentas porciones del erario público. 

¿Debería seguir a cargo de la cartera educativa de la CABA una funcionaria que expresa en sus afirmaciones y en su filosofía de gestión los componentes racistas y el desprecio a las personas de bajos recursos propios del nazismo que parece haber incorporado desde los tiempos de su educación básica? El problema aquí es que no sólo Soledad Acuña piensa así, sino que se trata de un discurso compartido por la coalición Juntos por el Cambio, que o bien apoyó sus afirmaciones o miró para otro lado.

Y, sobre todo, el riesgo más grave es para la democracia, el pluralismo y la libertad de expresión. Con autoridades como Soledad Acuña, todos esos valores están cuestionados. Incluida la propia constitución nacional, que parece ser un papel en desuso cada vez que se contrapone con los intereses y objetivos de Juntos por el Cambio. (www.REALPOLITIK.com.ar)