13 de febrero de 2024 | Nacionales

¿Clarín le suelta la mano a Milei?

Simulaciones

En la Argentina nada es lo que parece. Esta es una verdad que puede argumentarse en cualquier tiempo y con cualquier signo o régimen político en gestión. El gobierno actual no es la excepción: la casta de Milei terminaron siendo jubilados, los trabajadores, el sistema de salud, las provincias y las clases medias.

El reciente fracaso de la ley Ómnibus le exigió un nuevo ejercicio de falseamiento de la realidad, al argumentar que el proyecto había sido enviado para su rechazo, para así dejar en claro quiénes componían la casta y cómo actuaban para defender sus privilegios, mientras que el jefe de Gabinete, Nicolás Posse, seguía haciendo concesiones ruinosas para el país a la decena de empresarios amigos, tanto locales como extranjeros.

La magnitud del despropósito en que se ha convertido la Argentina llevó al editor de la sección política de Clarín, Ricardo Kirschbaum, a titular en su editorial del pasado fin de semana: “Milei simula una victoria, pero cede ante Macri. La derrota le impone reglas”. Y puntualiza que “la explicación que más se escucha es que se maneja con otros parámetros, podría decirse, que la razón no entiende, transformando la política en un acto de fe”.

Pero la política y la fe, salvo en las sociedades milenaristas, caminan por senderos separados, tal como lo explicó Nicolás Maquiavelo en el siglo XV. En el análisis de Kirschbaum se señalan otras dos premisas: la primera, que “Milei tiene que ofrecer en un plazo no demasiado largo una baja perceptible de la inflación”; la segunda, que “hasta ahora ha hecho dos cosas importantes: controlar la emisión y controlar la calle”.

La primera de ellas es una verdad incuestionable: si el gobierno no consigue controla la inflación en un brevísimo plazo, para así demostrar que la miseria y la degradación que distribuye generosamente sobre el 90 por ciento de los argentinos tiene algún sentido, está liquidado. La gran pregunta es cómo podría conseguirlo, con el impacto que tendrá el terrible ajuste impuesto sobre la educación privada, la compra de insumos escolares y los transportes sobre buena parte de los hogares argentinos. Y a ello habría que sumarle los irracionales ajustes tarifarios, en prepagas, combustibles, más la lógica propia de los permanentes aumentos en alimentos y consumos básicos, sin ninguna clase de incremento en los salarios públicos y las jubilaciones y mínimas recomposiciones en las asignaciones y planes sociales.

Hasta ahora, la casta que pagó el ajuste está compuesta por los jubilados y pensionados, que perdieron un 32,5 por ciento: las asignaciones familiares, con una caída del 17,7; las universidades, con un saldo negativo de 16,5; las provincias, un 53,3; los programas sociales, un 59; y los trabajadores públicos, con un 18 de caída. La realidad tiene razones que la fe de Milei no comprende.

La segunda premisa de Kirschbaum, resulta mucho más cuestionable. El control de la calle se ha conseguido parcialmente por dos razones: la aplicación de un “protocolo” inconstitucional y repudiado por los organismos internacionales y hasta por la Justicia local, y la contención que la dirigencia peronista ha ejercido sobre sus bases, para evitar el colapso final de un gobierno a apenas unos días de su asunción. Hasta cuándo podrán controlar el profundo malestar social y cuál será el momento en el que ese malestar se traduzca en acciones focalizadas por afuera de toda contención política o sindical es todavía un interrogante. En cuanto al control de la emisión resulta bastante cuestionable, ya que si bien ha disminuido considerablemente la impresión de billetes, con el objetivo de “secar la plaza” y provocar así una descabellada recesión para tratar de limitar así la escalada inflacionaria ante la falta de pesos físicos, el gobierno ha emitido informalmente alrededor de 15.000 billones de pesos para pagar pases a los bancos y afrontar deuda pública y privada. Hasta ahora, ni se consiguió contener la inflación ni tampoco disminuir el nivel de emisión real, sino precisamente todo lo contrario.

En este contexto es que a Milei se le está vaciando el reloj de arena. Necesita urgentemente incrementar su musculatura política, pero para integrarse al gobierno Mauricio Macri le está pidiendo prácticamente todas las cabezas principales de su gestión, a excepción de su hermana Karina, quien fue presentada oficialmente como su esposa por la señal del Vaticano. El expresidente, en tanto, desespera por tomar el control de un gobierno pero no por patriotismo, sino porque lo están dejando afuera de casi todos los negocios y chanchullos con los grandes jugadores privados. Y además está jaqueado en la interna del Pro por una Patricia Bullrich que quiere al partido dentro del gobierno, pero con Macri afuera.

Finalmente cabe preguntarse si una eventual incorporación del Pro a la gestión implicaría una solución definitiva o simplemente sería un nuevo movimiento del clásico “lo atamo’ con alambre” tan característico de la Argentina. Los legisladores nacionales del Pro no le garantizan mayorías en las cámaras al gobierno –tal como quedó en claro con la ley Ómnibus-, y, por el contrario, fortalecería las condiciones para la construcción de una gigantesca alianza democrática opositora, con el control de casi todas las provincias y mayorías legislativas efectivas.

Por ahora, el presidente sigue en su luna de miel que está a punto de concluir. Cuando regrese, deberá afrontar el baño de realidad de una sociedad a la que, lejos de rescatar, ha hundido en la síntesis de anarquía y miseria más terrible de toda nuestra historia. (www.REALPOLITIK.com.ar)