2 de marzo de 2024 | Nacionales
El pacto propuesto por Balcarce 50 es un decálogo que se basa en un supuesto pilar de “principios del sentido común” como equidad fiscal, austeridad en el gasto, entre otros puntos, y quedó como faro para que el 25 de mayo se hable ya no de un primer gobierno patrio, sino de un acuerdo histórico, tal como lo marca, con mucha presión, el oficialismo.
La moderación, contundencia y la sorpresa del anuncio presidencial intima al partido centenario a actuar en los mismos carriles modelados por esas circunstancias.
En buen romance, una respuesta espasmódica e histérica que sirva para ganar segundos ante móviles en directo podría desperdiciar una oportunidad única de generar propuestas superadoras.
PRUDENCIA PARA GANAR TIEMPO
Sí cabe remarcar que fueron importantes algunas intervenciones provisorias de algunos protagonistas cuando remarcaron que hay un temario, tanto en el decálogo del pacto, como en la agenda legislativa que cumplen con requisitos de admisibilidad. No obstante, hubo mucha prudencia a la hora de dar definiciones más avanzadas.
Sin bucear en las profundidades de una propuesta que puede ser histórica para una refundación nacional y una nueva relación de la Nación con las provincias, el radicalismo, como partido con sólida representación parlamentaria, se ve en la obligación de reaccionar ante una suerte de tentación que sacudió su fibra íntima con algunos detalles que no deben pasar desapercibidos.
En primer lugar, porque hay una convocatoria que podría resonar en los oídos de militantes y dirigentes como una suerte de nuevo Pacto de Olivos que, si bien precisaba cambios drásticos en la organización plasmados en la constitución, obliga a pensar en esos términos a quienes deben tomar decisiones políticas.
Convocatorias como el Pacto de Mayo también obligan a tomar postura sobre si se acepta darle un abrazo al gobierno, aunque suene a “abrazo de oso” que luego tritura o si se elige una respuesta políticamente independiente, ya no como partido de oposición a secas, sino como partido con vocación de ofrecer alternativas.
Este rol de oposición alternativa ya lo venía sugiriendo el titular del comité Nnacional, Martín Lousteau, aún haciendo la tarea insalubre de tener que dar pulseadas contra actitudes de seguidismo incondicional que plantea su rival y gobernador de Corrientes, Gustavo Valdés, y aún alguien de su propio entorno de Evolución, como el jefe del bloque de Diputados, Rodrigo De Loredo. Éste, muchas veces confunde con sus argumentos de apoyo crítico al gobierno, donde lo crítico se evapora en un discurso que denota su ansiedad por una vocación, aunque histórica, de ser parte del esquema libertario, aunque en un sector periférico.
Lousteau, sin pelearse con sus correligionarios, sean rivales o con postura confusa, prefiere siempre ir por las diferencias de “sintonía fina”. Por ejemplo, previo al discurso de Milei ante el Congreso, remarcó por enésima vez que está a favor de una baja del gasto público, pero no al precio de esmerilar la calidad, por tanto ya menguada, de los servicios públicos.
También cree en que hay que discutir las políticas impositivas, pero que debe haber equidad en la carga y en las excepciones. En tren de la necesaria impronta de simbología ética, volvió a remarcar que es un despropósito que miles de jueces tengan el privilegio de no pagar impuesto a las ganancias.
UN ÁRBITRO SALE A LA CANCHA
En segundo lugar, y ante este esquema de convocatoria del gobierno, el partido de Alem se sacude y se tienta con reactivar su protagonismo. Es porque presenta en esta coyuntura un activo político fundamental y relacionado con la coyuntura.
Como sí la vieron desde otros medios e instituciones, la UCR presenta, con sus nutridos bloques legislativos de treinta y cuatro diputados y trece senadores nacionales -aún escindidos del Pro- un rol importantísimo de árbitros entre un interbloque de derecha que se va formando entre libertarios, seguidores del macrismo y el kirchnerismo químicamente puro de Unión por la Patria.
Esto significa que puede marcar la cancha con definiciones propias y hasta imponerlas en la agenda legislativa y de gobierno sí simplemente se lo propone. Para eso debe reunir, claro está, a la masa crítica de su poder real de gobernadores y legisladores, en un debate que se desarrolle en el ámbito común de un partido organizado.
Si se reconoce en ese esquema de “árbitro”, el radicalismo puede imponer, por caso, que el gobierno modere sus ansiedades respecto de la aprobación de su tan ansiada ley bases y hasta proponer, por qué no, proyectos de usina propia y también reclamar por la mejora del presupuesto a áreas sensibles como la educación pública en general.
POTENCIAL IMPORTANTE
Los tiempos políticos marcan un potencial importante de protagonismo para un partido que puede exhibirse en vidriera y diferenciarse de una propuesta kirchnerista cuyo desgaste en el poder reciente le pone un techo importante a sus objetivos electorales.
Esto Lousteau lo sabe y , sobre todo, porque fue ministro en ese esquema kirchnerista y ahora puede y debe explicar por qué se siente equidistante de ambos sectores de la grieta entre peronismo y antiperonismo y quiere salir a la cancha con sello propio.
Lógicamente, en el transcurso del período que va hasta el 25 de mayo, el titular partidario tiene una oportunidad clave de convocar y dinamizar las estructuras partidarias con una finalidad histórica y, para eso, deberá operar como un primus inter pares, pero también como un dirigente que puede ponerse al nivel de conductores históricos como Ricardo Balbín, Raúl Alfonsín y otros más cercanos en el tiempo. (www.REALPOLITIK.com.ar)