25 de octubre de 2024 | Internacionales
El reciente incidente en el que una senadora indígena australiana interrumpió la visita del Rey Carlos III del Reino Unido al grito de "Tú no eres mi rey", ha puesto nuevamente en el centro del debate el papel simbólico de la monarquía en Australia. La senadora Lidia Thorpe destacó los efectos del colonialismo y exigió el reconocimiento de los pueblos originarios y el daño causado por el pasado imperial. Este hecho subraya la persistente tensión entre la herencia británica de Australia y la creciente demanda de autonomía plena y reconocimiento de su identidad moderna.
La aspiración de Australia hacia la independencia y la transformación en una república ha cobrado nueva relevancia con la ascensión al trono de Carlos III. Para muchos, la monarquía británica es vista como un vestigio colonial sin un poder real sobre las decisiones políticas, que ya no refleja la identidad de un país que ha evolucionado considerablemente. Las recientes manifestaciones en contra del monarca revelan un malestar persistente que solo podría resolverse con un cambio hacia un modelo republicano.
En este contexto, seis estados australianos han expresado su apoyo a la idea de una república, una postura que ha ganado relevancia justo antes de la visita del monarca al país. Aunque estos estados representan una parte significativa de Australia, el movimiento republicano enfrenta desafíos importantes. El Movimiento Republicano Australiano (Australian Republic Movement), el grupo más fuerte a favor de la república, ha mantenido su naturaleza no partidista y ha recibido apoyo de diversos sectores de la sociedad, tanto de ideologías progresistas como conservadoras. Su objetivo principal es establecer un modelo republicano con un jefe de estado elegido democráticamente, reemplazando al jefe de estado simbólico que es el monarca británico. Movimiento Republicano Australiano también está llevando adelante la campaña "Let's Discuss", que busca promover conversaciones abiertas sobre la necesidad de una república en Australia y destacar cómo un sistema republicano podría reflejar mejor la identidad moderna del país. Esta campaña tiene como objetivo involucrar a la mayor cantidad posible de australianos en el debate y educar sobre los beneficios de un cambio hacia una república.
Sin embargo, la reciente decisión del gobierno del primer ministro Anthony Albanese de eliminar el ministerio para la república y posponer cualquier referéndum sobre la monarquía muestra la complejidad política del tema. Las prioridades del país parecen estar enfocadas, al menos por el momento, en otras áreas más inmediatas. A pesar de ello, la idea de la independencia total de la monarquía, aunque en términos simbólicos, sigue presente, y la opinión pública mantiene viva la esperanza de un futuro referéndum.
Para muchos australianos, convertirse en una república significaría afirmar su soberanía y consolidar una identidad libre de la influencia externa. Las recientes protestas durante la visita de Carlos III, donde se escucharon voces en favor de la república y de la justicia para los pueblos indígenas, demuestran que el debate sigue vigente. Las comunidades indígenas, en particular, parecen ser uno de los grupos más vocales en cuestionar el papel de la monarquía y abogar por un cambio hacia un modelo que refleje mejor la diversidad y la historia del país.
Aunque el gobierno ha dejado claro que no hay planes inmediatos para un referéndum, la conversación sobre el modelo republicano sigue en el aire. Los líderes estatales y la opinión pública podrían eventualmente empujar este debate nuevamente al centro de la escena política. En este sentido, los principios de Lord Acton en “Ensayos sobre la libertad y el poder”, donde advertía sobre los peligros de la concentración de poder y la importancia de la rendición de cuentas, resuenan en el contexto australiano. Muchos ciudadanos consideran que aunque el poder de la monarquía en Australia es principalmente simbólico, su rol debe ser cuestionado, y un modelo republicano podría ofrecer una estructura de gobierno que refleje mejor la independencia política y la identidad moderna de Australia. Para aquellos que desean avanzar hacia una independencia total, establecer una república sería una manera de dispersar el poder y reafirmar la soberanía de Australia, alineándose con los ideales de libertad de Lord Acton. La figura de Carlos III podría convertirse en un catalizador para que el movimiento gane más fuerza y para que el país finalmente dé el paso hacia la república.
La transformación de Australia en una república no solo implicaría el cierre definitivo de un capítulo histórico, sino también una reafirmación de su soberanía y liderazgo en la región. Con el ejemplo de los estados que ya han expresado su interés en el cambio, y con la voz creciente de las comunidades indígenas y otros sectores de la sociedad, el sueño republicano no está descartado. Al contrario, se mantiene vivo en las calles, en los discursos y en el corazón de muchos australianos que creen que es hora de que el país tome su propio rumbo, sin la sombra de la monarquía británica. (www.REALPOLITIK.com.ar)