2 de julio de 2025 | Nacionales

En su peor momento

La tormenta perfecta

El gobierno de Javier Milei atraviesa su momento de mayor debilidad política y económica, enfrentando el rechazo de gobernadores y mercados, una preocupante suba del dólar, malos resultados electorales y la amenaza latente de una devaluación inminente.

Aunque se deshaga en expresiones de triunfalismo, el gobierno de Javier Milei ha comenzado a atravesar su tormenta perfecta. Apremiados por las restricciones financieras del gobierno, los gobernadores de todos los signos políticos dijeron basta y acordaron impulsar iniciativas legislativas en cuestiones presupuestarias que buscan frenar el ajuste.

Los resultados electorales tampoco ayudan. Hasta ahora, y con la excepción de los comicios legislativos en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, la cosecha ha sido decepcionante y se agravó en la última semana con los cómputos finales de Santa Fe y Formosa, donde hubo excelentes noticias para el resto de las fuerzas políticas nacionales. Si bien las encuestadoras siguen auspiciando un escenario electoral muy favorable del gobierno para este año, una vez más los pronósticos no parecen condecirse con la realidad. Y, lo que es peor aún, es el altísimo nivel de absentismo, de casi un 50 por ciento -a excepción de Formosa-, que confirma a las claras que el cambio que promueve Javier Milei no hace pie en la sociedad argentina.

Pero si al gobierno no le va bien ni con los gobernadores ni con los congresistas de un lado, ni con la sociedad civil del otro, el mensaje de los mercados es aún más preocupante. Este miércoles el dólar oficial escaló a 1.255 pesos para la venta y ya acumula más de 50 pesos de suba en menos de una semana, un nuevo récord histórico nominal. El dólar blue, por su parte, se situó a 1.245 pesos, en medio de insistentes rumores que aseguran el alejamiento del ministro Luis Caputo de la cartera de Economía luego de las elecciones de octubre.

El informe del banco de inversión J.P. Morgan de fines de la semana pasada, que recomendó a sus clientes tomar distancia de los bonos y títulos argentinos y venderlos por el "riesgo" elevado que estos representan ante la falta de dólares acumulados, tuvo un efecto letal. Ya no se trata de los “mandriles” liberales ni de los economistas de la oposición, sino del propio corazón del sistema de donde surgen durísimos cuestionamientos sobre una política económica atada con alambres. El gobierno no aprovechó los meses de liquidación excepcional de divisas para incrementar sus reservas, dilapidó el blanqueo previamente y utiliza los fondos provistos por el Fondo Monetario Internacional para mantener un dólar atrasado que financia emprendimientos turísticos irracionales, importaciones desmadradas y una voraz tendencia a las compras de divisas para atesoramiento.

Este escenario, que se agrava ante la inminencia de la habitual tendencia a la dolarización previa a cada proceso electoral, ha instalado la preocupación en los mercados sobre una devaluación que llegaría más temprano que tarde, a contramano de la voluntad oficial. En estas condiciones, el crawling peg se ha convertido en una operación demasiado riesgosa, con reservas oficiales exhaustas, limitadísima capacidad de endeudamiento, y un riesgo país que está muy lejos de descender.

En el mercado de futuros de Rosario las posiciones de dólar para fin de año se ubican en los 1.410 pesos, y prevén para octubre, mes de las elecciones nacionales, una cotización de 1.370 y en ascenso. En promedio, el mercado espera una devaluación de por lo menos un 14,5 por ciento, y la única duda consiste en saber en si llegará antes o después de las elecciones legislativas. Hasta hace unos días primaba la confianza en que sería después, pero ya se ha iniciado la presión sobre las esferas oficiales sobre el riesgo de que se anticipe.

El informe del J.P. Morgan es lapidario: “Con el pico de ingresos agrícolas ya superado, la probabilidad de salidas continuas de divisas por turismo, posible ruido electoral y cierto bajo rendimiento del peso, que motiva una intervención cambiaria a través de derivados, preferimos dar un paso atrás y esperar a que haya mejores niveles de entrada para volver a posicionarnos”.

Las señales de las elecciones ya realizadas y el nuevo posicionamiento de la política institucional hacia el gobierno profundizan la debilidad política del gobierno de Milei, y en los mercados se teme que la continuidad de su política de “motosierra” sea puesta en duda. Mientras tanto, el ministro Caputo sigue tomando deuda de manera irracional, pero cada vez debe pagar intereses más exorbitantes y encuentra más objeciones de parte de los inversores, sobre todo habida cuenta de que su propia continuidad está puesta en duda.

Así las cosas, el gobierno atraviesa su momento de mayor debilidad política. En la Casa Rosada no ven la hora de que llegue el día después de las elecciones de octubre para saber en qué escenario deberán afrontar el tramo final del mandato, pero en el medio están las cruciales elecciones de la provincia de Buenos Aires, en el mes de septiembre. Y tienen en claro que un mal resultado en estos comicios los dejaría al borde del abismo. (www.REALPOLITIK.com.ar)