16 de julio de 2025 | Nacionales

Miguel Pichetto, el arquitecto del orden

Mientras que el gobierno nacional no deja de dispararse tiros en los pies, demostrando toda su ineptitud al momento de hacer política, desde las sombras Miguel Ángel Pichetto, el presidente vitalicio del informal Partido del Orden teje en silencio una alternativa de gobernabilidad.

Preocupado por las consecuencias de un naufragio de la gestión Milei y no menos espantado por un recambio que permita devolver a Cristina Fernández de Kirchner al centro de la escena política institucional, el Honorable Guardián de la República imagina una salida por el centro, lo menos traumática posible.

Aunque todavía esté en condiciones de recomponer su gobierno, los mercados han ido decepcionándose cada vez más con Javier Milei. Lo que parecía ser un juego de niños –negociar con gobernadores y fuerzas políticas la construcción de una nueva alianza hegemónica habida cuenta de la atomización y confrontación de las oposiciones y minorías- se terminó convirtiendo en la peor paliza legislativa de la era libertaria. Y no se debió a que los gobernadores no quisieran acordar, sino que Milei y los ultras que lo rodean sólo entienden de sometimiento y de rendición incondicional. Decididamente, la democracia está en sus antípodas.

El cálculo de los mercados y de las corporaciones más poderosas es simple: no hay plan económico, las políticas financieras se muestran casi agotadas y la devaluación parece esperar ansiosa su hora luego de las elecciones de octubre. Por más que el gobierno haga una gran elección quizá consiga sumar un tercio de legisladores en ambas cámaras, lo que lo pondría a resguardo de un juicio político, pero no le otorgaría mayorías automáticas, que aun así deberían ser negociadas. ¿Por qué esperar a octubre para hacerlo, si ahora están alineados los planetas favorablemente?, esa es la pregunta difícil de responder. Sólo podría argumentarse que el caos está en la naturaleza de la gestión Milei.

Por no hacerlo, el gobierno suma derrotas y pésimas señales de los mercados. Los grandes bancos internacionales y los fondos de inversión dan un paso al costado, los bancos locales obtienen tasas de interés cada vez más elevadas e irracionales por tomar títulos públicos, inmovilizando así un circulante que se iría directamente al dólar. Todo es precario. El hastío, la decepción y la conflictividad social crecen día a día, y aunque aún no haya estallado nadie podría asegurar que no lo hará. Sólo queda en claro que será de golpe y se expandirá como reguero de pólvora, tal como siempre sucede con las grandes crisis sociales.

Aunque todavía respalden a Javier Milei, el establishment piensa en su reemplazo. Tienen un nombre para hacerlo: la vicepresidenta, Victoria Villarruel, pero aún es una figura aislada dentro del cosmos político. Pero es la única alternativa que imaginan ante el terror que provoca un retorno del cristinismo. Hay que rodear a la vicepresidenta, fortalecerla, generarle terminales políticas partidarias y territorialidad. Y todo eso en tiempo récord.

Coincidiendo con esta solución, Miguel Pichetto ha salido a armar. En silencio, sin estruendos, tal como es su estilo. Una salida de centro, moderada y dialoguista. Con Facundo Manes como principal referencia de un amplio acuerdo multipartidario en la provincia de Buenos Aires; con Juan Schiaretti en Córdoba y otros nombres en danza a lo largo de la geografía nacional. Intentó convencer a Mauricio Macri de presentar su candidatura por la Ciudad Autónoma de Buenos Aires para el mes de octubre, pero no tuvo éxito. Imagina convocar también a los gobernadores “Nacho” Torres, Maximiliano Pullaro y Martín Llaryola, tanto para sumarlos a su armado electoral cuanto –y sobre todo- para el caso de que resulte necesario generar un acuerdo de gobernabilidad ante una eventual sucesión política imprevista.

Y, por supuesto, en el centro de su armado está Victoria Villarruel, la primera en la escala sucesoria. Con ella se reunió en medio de la confrontación de los últimos días, cuando recibía y respondía a las andanadas de Milei y de Patricia Bullrich. Pero los diálogos vienen de hace mucho, y vale recordar como el operador mediático de Pichetto, Guillermo Moreno, viene intentado desde hace rato tratar de convencer a todos de que la vicepresidenta es peronista.

Mientras que el gobierno se deshace en internas, Miguel Pichetto teje en silencio el Plan B. Sólo la evolución del conflicto definirá si su tarea tendrá éxito. Lo que no puede hacerse es ignorarla. (www.REALPOLITIK.com.ar)