13 de agosto de 2025 | Provincia

Elecciones 2025

¿Tener razón o ganar elecciones? La línea de corte entre Axel Kicillof y Máximo Kirchner

La pulseada entre el gobernador Axel Kicillof y el conductor de La Cámpora, Máximo Kirchner, tensa al peronismo bonaerense y amenaza con una ruptura antes de octubre.

Más allá de las disputas personales entre Axel Kicillof y Máximo Kirchner, hay otra línea de corte que los separa: la disyuntiva entre tener razón o ganar elecciones. Mientras que el gobernador precisa obtener una victoria en las elecciones de septiembre, que no sólo favorecería su gobernanza de la provincia en los dos años finales de su mandato y lo posicionaría como presidenciable para las elecciones de 2027, el juego del líder de La Campora lo conduce en otra dirección: la de utilizar a los comicios para consolidar su posición dentro del panperonismo y visibilizar la victimización de Cristina Fernández de Kirchner, para reafirmar un liderazgo nacional que viene implosionando desde hace tiempo. La lógica a la que se aferra el mandatario provincial es la que forma parte del ADN del peronismo; la de Máximo y su madre puede asociarse más bien con la del trotkismo, tiene una naturaleza testimonial y, tal como ha sucedido desde la muerte de Néstor Kirchner, pretende subordinar los objetivos colectivos a sus intereses personales. Así les fue.

Más allá de los cuestionamientos sufridos por su decisión de desdoblar los comicios provinciales y nacionales, a esta altura de los acontecimientos queda en claro que, dentro de la disputa interna, se trató de un claro acierto del gobernador, que consiguió convertirse en uno de los tres segmentos decisorios del panperonismo provincial y tallar fuerte en la definición de candidaturas para las elecciones de septiembre, a punto tal que el resultado le será imputado, tanto en caso de una victoria como de una derrota. El problema se plantea con la superposición de fechas, ya que los frentes electorales y la composición de las listas para octubre deberá definirse en el tramo final de la campaña para las elecciones de septiembre. Y allí Kicillof tiene un problema no menor, ya que no puede desentenderse de la oferta electoral, que seguramente impactará en los resultados de las provinciales.

En efecto, si el cristinismo consiguiera imponer como cabeza de lista a Máximo Kirchner, el desprestigio y la pésima imagen que le dispensa la sociedad arrastraría hacia abajo, como un ancla, las posibilidades electorales del Frente Fuerza Patria. Y, paradójicamente, el gobernador debería pagar los costos de una candidatura que desprecia, y que además conlleva una decisión respecto del eje de la campaña. No es lo mismo articularla sobre la consigna “Cristina Libre” que presentarla como un plebiscito a favor o en contra de Javier Milei. Por esta razón, y ante el lanzamiento de un nuevo “operativo clamor” por parte de La Cámpora, esta vez por el “hijo de dos presidentes”, Kicillof se ve obligado a tensar la cuerda de la interna, a punto tal que no es de descartar una ruptura para las elecciones nacionales.

Si bien Máximo tiene dos años más por delante como diputado nacional, necesita encabezar la lista en los comicios de octubre, tanto para dar una señal de autoridad interna como para extender la vigencia de los fueros correspondientes  ante el avance de las causas judiciales en su contra, aún cuando esto implique condenar a todo el espacio a una derrota en las elecciones nacionales.

Por esta razón, después de haber realizado un desembarco amigable en Quilmes, donde compartió escenario con la camporista Mayra Mendoza, unos días atrás, el lanzamiento de la campaña en favor de Máximo exigió que el gobernador diera un giro copernicano a su estrategia. En sus recientes visitas a Morón y Hurlingham evitó que los aliados del jefe de La Cámpora aparecieran en las fotos y ni siquiera se los invitó a asistir. Así apareció acompañado del intendente de Morón, Lucas Ghi, impidiendo la participación de Mónica Macha, esposa de Martín Sabbatella, adversario del alcalde en ese distrito. Lo mismo sucedió con el intendente camporista Damián Selci en Hurlingham. En cambio, en Ituzaingó apareció acompañado del alcalde Pablo Descalzo, uno de los primeros que se sumó al Movimiento Derecho al Futuro.

Así las cosas, la línea de fractura interna queda nuevamente expuesta. Todos tienen en claro que, después de los comicios, la ruptura será inevitable, de cara a las elecciones de 2027. Pero, además, la amenaza de atomización de Fuerza Patria se ha potenciado ante las declaraciones de Juan Grabois, quien se manifestó dispuesto a participar con lista propia para evitar compartir boleta con Sergio Massa. De este modo, el triángulo Kicillof-Máximo-Massa se ha convertido en un cuadrado que incluye al líder de Patria Grande. Aún no queda claro si su amenaza es concreta o sólo se trata de una táctica para conseguir mayor y mejor participación en las listas compartidas, buscando obtener la bendición de Cristina. Pero el hecho es que el frente electoral es demasiado precario como para poder asimilar semejantes presiones.

Desde su prisión domiciliaria, la expresidenta hizo saber de su interés en reunirse con Axel para garantizar la unidad y terminar de definir la lista para octubre. El gobernador aún no respondió, pero ensayó varias señales de autonomía al marginar a los componentes de La Cámpora en su raid por el Conurbano Oeste de este martes. En su entorno la opinión de que es mejor concurrir con listas separadas en octubre para visibilizar su pretensión de liderazgo y hacer control de daños para los comicios de septiembre cobra cada vez más cuerpo. En definitiva, puede hacerlo posicionándose sobre los más de 20 puntos de ventaja que todas las encuestas le asignan a la vicegobernadora, Verónica Magario, en la 3ra. Sección Electoral. No se trata de una opción nueva: ya eran muchos los que sostenían la conveniencia de anticipar la ruptura para las elecciones provinciales de septiembre.

De hecho, el Frente Fuerza Patria tiene asegurada su caducidad. Sólo falta saber el momento en que se producirá. (www.REALPOLITIK.com.ar)