27 de agosto de 2025 | Municipales
José Ignacio Campodónico, que se presenta como “el único candidato con ADN Milei” en la capital provincial, asegura no formar parte de “la casta” y reivindica su condición de empresario pyme que “nunca vivió del estado”. Con una retórica encendida, sostuvo que los legisladores bonaerenses “son delincuentes que lo único que hacen es vivir de nuestros impuestos”.
En su publicación, el dirigente libertario insistió en que su proyecto busca trasladar a La Plata las principales banderas del presidente Javier Milei: “motosierra a los privilegios, respeto al que produce y libertad para crecer y generar trabajo”.
Sin embargo, lo que más encendió las alarmas fue su llamado a dinamitar la política desde adentro, con un mensaje cargado de violencia simbólica: “Si querés terminar con los parásitos de siempre, este es el camino”. La metáfora de “la bomba” no sólo deslegitima a las instituciones democráticas, sino que reproduce un discurso que erosiona la convivencia política y normaliza la violencia como método de transformación social.
El episodio ocurre en un contexto delicado para el oficialismo, atravesado por denuncias de coimas que involucran a Karina Milei y su círculo más cercano, lo que expone las contradicciones entre el discurso anticasta y la práctica política real. La falta de transparencia en el manejo de fondos y las sospechas de negociados internos golpean de lleno la credibilidad del proyecto libertario, que enarbola la bandera de la moral mientras se ve salpicado por prácticas propias de aquello que dice combatir.
Campodónico, que encabeza la Lista 1006 en la ciudad, pidió abiertamente el acompañamiento de los platenses: “Acompañá a los verdaderos candidatos de Milei en La Plata. Votá por Milei, votá por la libertad y por la renovación política de verdad”.
La estrategia comunicacional se apoya en la indignación social y en un tono desafiante hacia “la dirigencia de siempre”. Pero en lugar de plantear una discusión seria sobre los privilegios de la política, eligió una consigna de extrema dureza que raya con la apología de la violencia.
Que un candidato a diputado provincial exprese sin reparos la idea de volar un poder del estado habla del deterioro del debate público y del grado de tolerancia hacia discursos que antes hubiesen sido impensados en la arena democrática argentina.
En tiempos donde la ciudadanía reclama transparencia, austeridad y eficiencia, recurrir a metáforas violentas no es una muestra de coraje político, sino un atajo que desnaturaliza la democracia y corre el riesgo de habilitar expresiones de odio como mecanismo de construcción de poder. (www.REALPOLITIK.com.ar)