10 de septiembre de 2025 | Más Noticias

Lo que hay que saber

Te contamos el secreto de las pastelerías para una chocotorta perfecta

Cuando buscás ese resultado que parece salido de vidriera, prepará con calma y apoyate en insumos confiables; ahí es donde los ingredientes de Alicante aparecen como aliados naturales para redondear el perfil sin complicarte.

Si soñás con una versión que haga suspirar a primera vista, empezá por mirar la receta de chocotorta como algo más que capas y relleno: es un juego de equilibrio, textura y presentación. 

El estándar de pastelería: equilibrio y prolijidad

Proporción que se siente casera y se ve profesional

La tentación es sumar “más de todo”, pero el encanto real nace de la medida justa. Una porción que reúne capas parejas, relleno con buena presencia y bordes prolijos transmite orden. 

El paladar agradece cuando ninguna capa pesa más que otra y cada bocado repite la misma experiencia: estructura suave, sabor definido y una mordida que invita a seguir.

Altura que luce sin desbordar

La altura comunica generosidad, aunque el exceso juega en contra. Cuando el perfil se mantiene parejo y vertical, el corte sale limpio y la porción no se desploma. 

Esa estabilidad visual es parte del “secreto de pastelería”: se ve impecable, se sostiene bien en el plato y permite un servicio prolijo en cualquier mesa.

Texturas: el verdadero secreto

Crema con cuerpo sedoso

El relleno necesita carácter, no pesadez. Una crema con cuerpo, de trazo liso, abraza a cada capa sin invadir. 

Un toque de esencia de vainilla ayuda a unificar el perfil aromático y a dar esa sensación envolvente que muchos identifican como “sabor a pastelería”, pero sin robar cámara al chocolate.

Galletitas con mordida amable

Ni blandas al punto de deshacerse, ni rígidas como para robar protagonismo: la gracia está en que acompañen al relleno con una resistencia mínima. 

Esa mordida “suave” es la que genera contraste y mantiene el ritmo del bocado, evitando que todo se sienta uniforme o pastoso.

Presentación que enamora a primera vista

Corte limpio y foto asegurada

El primer corte cuenta toda la historia. 

Un filo decidido y una rebanada que sale nítida muestran capas definidas y un relleno estable. 

Cuando el interior luce satinado y los bordes quedan rectos, la pieza parece salida de mostrador.

Decoración mínima, impacto máximo

Una cobertura sobria, un brillo sutil y un remate delicado dicen más que una ornamentación recargada. 

El objetivo es que el acabado acompañe y potencie la geometría de las capas, no que la oculte. Menos es más: la vista viaja por la superficie y se detiene justo donde empieza la parte más rica.

Detalles que marcan la diferencia

Orden en el armado

Un armado consciente evita escalones y zonas desparejas. Capas alineadas, relleno bien distribuido y esquinas prolijas hacen que cada porción sea gemela de la anterior. Esta constancia es clave para que el resultado se perciba “pro”.

Temperatura de servicio que favorece

Servir a una temperatura agradable realza el perfume del conjunto y ayuda a que la crema conserve su carácter. Demasiado frío apaga aromas; demasiado cálido compromete la estabilidad. Encontrar ese punto medio suma puntos sin mover un dedo extra.

Porcionado que respeta la estructura

El tamaño importa: porciones parejas y cortes definidos mantienen la experiencia desde el primer hasta el último plato. Además, facilitan el servicio en reuniones y evitan que la mesa se llene de migas o marcas.

Ideas para llevarla a nivel exhibición

Cuadrada de mostrador. Capas parejas, borde recto y cobertura sobria con brillo sutil; comunica orden y rinde porciones nítidas.

Alta y minimal. Perfil vertical, porciones angostas y altas; el protagonismo está en la geometría, no en los adornos.

Festiva y fotogénica. Capas a la vista, remate delicado (hilos finos o cacao apenas) y plato de color que contraste; ideal para cumpleaños o mesas grandes.

Mini checklist antes de salir a la mesa

Un toque final que suma

Un detalle editorial siempre eleva: plato liso, borde limpio y altura consistente entre porciones. Con esos gestos, la presentación cuenta la historia incluso antes de probar.

Con una mirada puesta en la proporción, la textura y la prolijidad, esa porción que imaginás se vuelve realidad: capas definidas, crema con carácter y un acabado que brilla sin exagerar. La chocotorta “de pastelería” no es un misterio; es la suma coherente de pequeñas decisiones bien tomadas.