11 de septiembre de 2025 | Nacionales

Bomberos piromaníacos

El gobierno de Javier Milei, debilitado tras la dura derrota electoral, insiste en profundizar el ajuste y blindar a sus funcionarios cuestionados, mientras crecen la crisis económica, las tensiones políticas y los rumores de una salida anticipada.

Las elecciones provinciales del domingo pasado hicieron tomar conciencia al gobierno nacional de la precariedad de su situación. No fue una novedad, sino la confirmación de los resultados obtenidos en los comicios ya celebrados en varias provincias argentinas, en las que a excepción de la CABA y del Chaco –donde La Libertad Avanza cerró lista compartida con el gobernador-, el resultado fue invariablemente la derrota.

Para tratar de preservar el modelo económico de transferencia y concentración de la riqueza en pocas manos y creciente exclusión social, los análisis oficiales difundidos trataron de explicar el papelón aludiendo a un deficiente armado político. Nadie, en su sano juicio, podría creer tal argumento, y no porque la estrategia política adoptada fuera adecuada, sino porque las razones del desencanto social mayoritario con la figura de un Javier Milei que hoy causa rechazo y repudio por las mismas razones que antes se asociaban con la rebeldía y el cambio –su agresividad, su brutalidad y su falta de educación- y que motivaron un absentismo masivo de sus votantes blandos a lo largo de toda la geografía argentina, tuvieron como eje las sospechas fundadas de corrupción y el empobrecimiento generalizado de todos los argentinos que no forman parte de la “casta”. Sin lugar a dudas no fue buena idea prometer más ajuste y más motosierra a futuro cuando los audios difundidos denunciaron que el entorno presidencial, hegemonizado por la hermanísima, estaba levantando retornos con pala, perjudicando a los más débiles, y en áreas de la administración que sufrían un recorte salvaje.

En la noche del domingo Milei fue llevado a la rastra a La Plata, con el engaño de que los resultados habían sido parejos. Su discurso, en el que hacía mención a una autocrítica para luego afirmar que profundizaría el ritmo del ajuste, era el propio de una elección equilibrada. Pero hubo más de 13 puntos de diferencia y 1 millón de votos separaron al panperonismo de la alianza entre los libertarios y el Pro. De este modo, quedó doblemente en ridículo: ni se molestaron en preservarlo de la exposición o de reescribir el texto.

En los días sucesivos el gobierno insistió en pegarse tiros en los pies. En lugar de entregar alguna cabeza, decidió reconfirmar a los responsables del fracaso y de las razones del malhumor social. Por lo tanto, se limitaron a crear una mesa política nacional, otra provincial y una tercera, federal, con los mismos actores que venían desempeñando esas funciones. La principal novedad fue la incorporación de las mesas. Es decir, sólo beneficiaron a alguna mueblería. Pero la confirmación más significativa fue otra: la verdadera presidenta de la Argentina, la que toma decisiones en última instancia, es Karina Milei, quien vetó cualquier posibilidad de soltarles la mano a sus asesores Eduardo “Lule” Menem y Sebastián Pareja. Al fin y al cabo, quedó en claro que el pretendido león no es más que un perrito faldero.

Tal como era de esperar, la cotización del dólar se incrementó, las acciones argentinas se desplomaron y los bonos fueron a la baja. JP Morgan recomendó pausar las inversiones en la Argentina. Las tasas de interés continuaron en la estratósfera, la inflación de agosto que registró el INDEC fue del 1,9 por ciento y la actividad económica continuó su irreversible debacle. El Fondo Monetario Internacional (FMI) difundió un impersonal comunicado de respaldo y así el dólar encontró un techo provisorio tras su brusco salto inicial, ya que aún debe sostenerse algunas jornadas más para permitir que quienes trajeron sus divisas para jugar al carry trade tengan tiempo de recuperarlas a un precio razonable.


Diego Spagnuolo, acompañado de Karina Milei y Javier Milei.

La previsible complicidad provisoria de los mercados contrastó con la confirmación de la continuidad de los rumores de negociación entre el Círculo Rojo y los gobernadores y varias fuerzas políticas para buscar una salida a una situación actual que conduce inexorablemente a la catástrofe. La titularidad del ejecutivo, en caso de que la iniciativa llegue a buen puerto, navega entre Victoria Villarruel y Juan Schiaretti. En este contexto, el gobierno ha buscado reunirse con esos mismos gobernadores, pero sólo encuentra negativas. Tan debilitado está que hasta la Confederación General del Trabajo de la República Argentina (CGT) declaró clausurada cualquier posibilidad de negociación con las autoridades nacionales.

Ajuste como respuesta al ajuste

Para tratar de dar señales positivas a los mercados externos, el gobierno insistió en que hará todo pero más rápido. Este miércoles ya vetó la ley de Financiamiento Universitario, y quedaba por decidir si judicializará la de Discapacidad y vetará los ATN a las provincias. En lugar de tratar de calmar la esfervescencia política y social, trata de avanzar con topadora cuando el combustible se le agotó, y no sólo por el cambio de actitud de la que fuera una oposición colaboracionista, sino por la irracionalidad de la interna oficial entre Las Fuerzas del Cielo y Las Fuerzas del Suelo, con el Pro como nuevo participante de las pujas.

La situación es cada vez más explosiva. Diego Spagnuolo evalúa presentarse como “arrepentido”, la comisión Investigadora de la estafa $Libra ha citado a Karina Milei. Ambas causas siguen avanzando mientras tanto en la Justicia norteamericana y en la argentina, respectivamente. Como los presos esperando su liberación, el gobierno cuenta con ansiedad cada una de las 32 jornadas bursátiles que restan hasta las elecciones de octubre. 

“Suaviter in modo, fortiter in re”, la célebre frase de Fabio Quintiliano forma parte del vocabulario jurídico e indica la conveniencia de combinar la suavidad en las formas con la energía en la defensa de los principios. Claro está que, en el gobierno nacional, no tienen idea al respecto, al margen que es contraria a su naturaleza. Y así son cada vez más brutales en sus formas y en sus afirmaciones, descalifican a los bonaerenses que los pusieron en ridículo y siguen avanzando con una absurda motosierra que sólo fortaleció a la casta económica en detrimento de las mayorías. 

Juan Domingo Perón advertía que “la violencia de arriba genera la violencia de abajo ”. El gobierno, con sus acciones y sus declaraciones, no deja de propiciarla. Ojalá que no consiga provocar reacciones similares en la sociedad. Ya con las jornadas decisivas del gobierno de Fernando de la Rúa tuvimos suficiente. (www.REALPOLITIK.com.ar)