25 de septiembre de 2025 | Judiciales

Investigación

Los lazos ocultos de Emiliano Aloi en Uruguay: Abogados de élite, jueces cercanos y un discurso político

Instalado en Montevideo, Emiliano se mueve con soltura en el negocio del cannabis medicinal, junto a los inversores estadounidenses Jamie Goldstein y Scott Levin.

El nombre de Emiliano Aloi vuelve a sonar fuerte en Uruguay, aunque en la Argentina su historia permanece prácticamente en silencio. Aquel joven que al volante casi termina con la vida de Mariano “Tutu” Álvarez nunca enfrentó consecuencias graves. Según allegados, la sombra protectora fue la de su padre, Alberto Aloi, socio de un poderoso empresario de medios en Buenos Aires.

Instalado en Montevideo, Emiliano se mueve con soltura en el negocio del cannabis medicinal, junto a los inversores estadounidenses Jamie Goldstein y Scott Levin. Todo ello, pese a que la justicia de Estados Unidos prohíbe expresamente la participación de médicos en este tipo de emprendimientos.

¿Cómo lo lograron? La respuesta conduce a una red de abogados influyentes, jueces cercanos y contactos políticos.

Federico Soneira, el abogado de la élite

En esa trama aparece Federico Soneira, abogado, polista y figura recurrente de los círculos exclusivos de Punta del Este. Desde su estudio Soneira & Asociados —con oficinas en Argentina, Chile y Brasil— fue el encargado de blindar las residencias fiscales y canalizar las inversiones millonarias de los socios de Aloi.

Su estilo de vida no pasa desapercibido: polo en la costa uruguaya, partidos en La Bombonera, viajes a París y Lisboa para espectáculos deportivos. Mientras tanto, sus servicios legales garantizan discreción y cobertura total para quienes integran el club de los “abogados del poder”.

Enrique Sayagués Areco, el mediático del poder

Los Aloi también cuentan con Enrique Sayagués Areco, un abogado uruguayo con perfil mediático. Durante la pandemia defendió públicamente al gobierno de Luis Lacalle Pou cuando este decidió mantener en secreto el contrato con Pfizer, en medio de reclamos por transparencia.

El Gobierno haría muy bien en no publicar el contrato”, afirmó en televisión. Sus palabras le valieron duras críticas: el diputado Gustavo Salle llegó a tildarlo de “mercenario jurídico” y “cobarde” por priorizar el secreto empresarial sobre el derecho ciudadano a la información en materia de salud pública.

Claudia Muguiro Lambrosquini, la jueza cercana

Otro nombre que incomoda es el de la jueza Claudia Muguiro Lambrosquini, vecina y amiga de Alberto Aloi.

Magistrada civil del Tercer Turno de Montevideo, con el rango de Persona Políticamente Expuesta, ya había sido cuestionada en el caso Consorcio Ecológico vs. Intendencia de Maldonado, cuando dejó fuera de plazo la defensa de la comuna en una demanda millonaria. Aunque el Tribunal de Apelaciones revirtió su fallo, las críticas se centraron en que la formalidad prevaleció sobre la justicia de fondo.

El doble discurso político de los Aloi

Mientras consolidan sus negocios, los Aloi desplegaron un discurso político agresivo. Desde redes sociales lanzan insultos contra el Frente Amplio, atacan al presidente de la fuerza, Fernando Pereira, y descalifican a la ministra de Salud como “terrible burra”.

Incluso Alberto Aloi llamó “nabo” al actual presidente uruguayo Yamandú Orsi. Paradójicamente, cuando buscaban insertarse en el negocio del cannabis medicinal, no dudaban en elogiar al expresidente José “Pepe” Mujica, el mismo que impulsó la regulación del sector.

Una trama de poder y privilegios

La historia de los hermanos Aloi en Uruguay expone algo más que un caso individual: es el reflejo de cómo el dinero, los estudios de abogados de élite y los vínculos con jueces permiten mover las fronteras de la legalidad.

En el centro de la escena permanece Emiliano Aloi, señalado como “asesino al volante” en Argentina, pero que en Uruguay se reinventa como empresario del cannabis bajo el paraguas de abogados influyentes y jueces amigos. (www.REALPOLITIK.com.ar)