2 de octubre de 2025 | Nacionales
La campaña presidencial de José Luis Espert en 2019 estuvo lejos de ser el experimento puramente académico que intentó vender a la opinión pública. Detrás de su figura, que se presentaba como el economista disruptivo capaz de enfrentar al kirchnerismo y a la “casta”, se escondía un entramado de relaciones opacas con un empresario hoy acusado de narcotráfico internacional: Federico “Fred” Machado. Y el nexo entre ambos, según múltiples testimonios recavados por REALPOLITIK, fue su propio candidato a vicepresidente: el periodista mendocino Luis Rosales.
Rosales no solo integraba la fórmula como vice. Era, además, quien presumía de contactos en Estados Unidos -en particular con el consultor Dick Morris, célebre asesor de Bill Clinton- y quien habría presentado a Machado en la mesa chica de Espert.
“Fue Rosales el que lo arrimó, porque lo conocía de antes y porque se vendía como el hombre de los vínculos en el norte. Las reuniones se hacían en su casa”, contaron a este medio una exintegrante de la campaña.
De acuerdo con esa versión, Rosales habría sido quien gestionó la reunión inicial en un avión privado de Machado, estacionado en el aeropuerto de San Fernando, en marzo de 2019. Allí, en un encuentro del que participaron solo ellos tres, se habría sellado un acuerdo que incluía financiamiento en efectivo, el uso de aeronaves, una camioneta blindada y un monto descomunal de dinero para aceitar la campaña, muy superior al pago de los 200 mil dólares que quedó registrado por la Justicia de Texas.
La interna libertaria habría estallado poco después a raíz de otra polémica: “Se quedaron con la guita de Machado, no la usaron para la campaña, se la comieron ellos”, aseguró en estricto off the record un excolaborador de Espert. Según este testimonio, ese fue el punto de quiebre con figuras como Lilia Lemoine, quien supo militar fervientemente dicha fórmula, y otros libertarios que se apartaron del armado.
Machado, por su parte, habría expresado su disgusto en una reunión con el propio Dick Morris en el Four Seasons Hotel Buenos Aires. “Yo cumplí con mi parte”, lanzó, en una frase que hoy resuena como advertencia.
Cinco días antes de las PASO de 2019, la camioneta Jeep Cherokee blindada en la que se trasladaban Espert y Rosales fue atacada en Puerto Madero. Dos proyectiles impactaron contra el vidrio del lado del conductor. Nadie resultó herido.
El episodio fue minimizado como un intento de robo. Sin embargo, el vehículo estaba registrado a nombre de un primo de Machado. Y Rosales, que iba a bordo, conocía de primera mano el trasfondo del financiamiento. “El que sabe todo y está escondido es Rosales”, apuntó un dirigente de entonces.
Durante las últimas horas, la exjefa de prensa de Espert, Clara Montero Barré, rompió el silencio: “Fred era mucho más que un aportante. Opinaba, participaba, estuvo en varias reuniones. Yo misma presencié al menos dos. Y después Espert viajó a Estados Unidos para verlo allá. También puso el avión, la camioneta y dinero. Tenía un rol fundamental: él lo impulsa a Espert a estar en la política”.
Montero Barré explicó además que Machado intentó ofrecer la vicepresidencia a otros periodistas, entre ellos Marcelo Longobardi, y que finalmente fue Rosales quien ocupó ese lugar. “Me fui por una cuestión moral: no acepto el doble discurso”, agregó.
La investigación estadounidense contra Machado por narcotráfico y lavado de dinero arrojó un dato explosivo: un registro contable del fideicomiso Aircraft Guarantee Corporation, fechado el 1 de febrero de 2020, con la anotación:
“Wire out: $200.000 / José Luis Espert”.
El crecimiento patrimonial de Espert también despierta sospechas. Según registros de la Oficina Anticorrupción, pasó de declarar 29,4 millones de dólares en 2022 a 261,9 millones en 2024, un incremento del 789 por ciento en apenas dos años, coincidiendo con el período de relación con Machado.
Hoy, Rosales se mantiene en silencio. Fue protagonista del atentado, nexo con el financista y beneficiario de la confianza de Espert. Incluso, diversas fuentes aseguran que Rosales fue el nexo que llevó a Espert a Estados Unidos, donde se habría reunido con Machado en una nueva oportunidad. Pero nunca dio explicaciones públicas sobre su rol. “Es insólito que nadie le pregunte”, repiten quienes lo señalan como el personaje clave de esta trama.
Lo cierto es que la historia del primer salto político de Espert, aquel experimento liberal que se presentaba como “honesto” y “transparente”, se hunde en un océano de sombras. Sombras en las que Rosales, Espert y Machado aparecen inevitablemente entrelazados. (www.REALPOLITIK.com.ar)