5 de octubre de 2025 | Municipales
A un mes de las elecciones legislativas bonaerenses, en la Unión Cívica Radical (UCR) platense quedó una sensación muy amarga y con muy pocas expectativas de recuperación, y esto es muy comprensible si se tiene en cuenta que no se pudieron renovar bancas tanto en la Honorable Cámara de Diputados de la provincia de Buenos Aires como en el Concejo Deliberante de La Plata.
Cabe recordar que, por ejemplo, en el caso de la octava sección, la UCR asumió la centralidad del frente “Somos” y tuvo un escaso registro de votantes. Quedó muy lejos del piso del 8,33 por ciento que le hubiera permitido conquistar uno o dos escaños en el cuerpo deliberativo platense. Asimismo, el radicalismo perdió su única banca en Cámara de Diputados con Claudio Frangul y las proyecciones son pesimistas y alertan sobre una caída libre y difícilmente se pueda obtener una recuperación de ese sitio legislativo.
La militancia de los comités agita los fantasmas de la época de vacas flacas y le asiste la razón. No quieren volver a esos años en que la UCR era muy simbólica en la capital bonaerense, sin representación legislativa.
Entre el 2005 y el 2009, la UCR tuvo un status de “testimonial” sin logros significativos, mientras veía como sus “primos” del GEN y la Coalición Cívica sí alcanzaban metas interesantes como concejalías y hasta senadurías provinciales, como ocurrió en 2007. Eran épocas de un empecinado objetivo de darle continuidad a la famosa lista 3 a toda costa, pero sin estrategia que le devolviera la credibilidad y la potencia para poder instalarse en la opinión pública local.
Pero la gran diferencia con ese magro período es que entre el 2005 y el 2007 los porcentuales daban muy cercanos al piso del 8,33 por ciento por ciento y estuvo a punto de obtener alguna banca para concejal. Sin embargo, en las últimas elecciones no se llegó ni al 6 por ciento, empatando codo a codo con la izquierda y entonces el panorama y el futuro se hacen, por demás, incierto.
En otro orden, en la última campaña, el radicalismo no contó con la plena militancia de todos los sectores y allí es donde resaltó la ausencia de dirigentes tradicionales como Raúl Caddá -del sector de los turcos que integraba en su momento con Claudio Frangul-, Lorena Prieto y Guillermo Duva, estos últimos de la estratégica séptima sección, del oeste platense y con el 35 por ciento del padrón. Muchos comités de la oposición, como es el caso de la séptima, estuvieron cerrados y eso, como imagen, seguramente impactó en los barrios.
Suena contrafáctico, pero muchos le reprochan al jefe partidario, Pablo Nicoletti, sus relaciones carnales con el intendente Julio Alak y su ruptura, sobre el cierre de listas, con el dirigente del Pro y ex diputado nacional, Daniel Lipovetzky, porque alimentaba el “voto útil” de este frente “Somos” que, si bien tenía centralidad en el radicalismo, aportaba mucha diversidad con este sector, además del socialismo, el Gen y el sector de Mariano Penas. Algo así como una versión actualizada y acotada del tradicional “Juntos por el Cambio”.
Fue así que, con el diario del lunes, se concluyó en que el espacio “panradical” no alcanzó a instalarse y dejó esmerilarse por esquemas tales como la alianza Potencia o Nuevos Aires que restaron varios puntos y décimas a Somos.
En ese sentido, al frente integrado por la UCR le faltó el suficiente volumen político, con pocas propuestas y las pocas que aparecieron en campaña eran por demás excesivamente abstractas y difíciles para explicar a ciudadanos de a pie. Fue el caso de la autonomía que no fue bien explicada o comunicada a la población.
El panorama para el radicalismo asoma por demás con un rosario de problemas para remontar la cuesta. Sin embargo, los dirigentes y los militantes se manifiestan optimistas y de hecho continúan con sus actividades de visibildiad en redes sociales como si no hubiera pasado nada.
Ahora, desde el oficialismo partidario que comanda Pablo Nicoletti, tienen a la vuelta de la esquina una confrontación interna donde la oposición promete dar batalla. No obstante un presente tan complejo, los militantes de todos los sectores nunca pierden la esperanza y eso parece formar parte de la genética radical. Saben que no pueden bajar los brazos, pero con eso no alcanza.
Con escasa representación legislativa, al radicalismo le queda más que nada su militancia en los barrios y en las universidades para proclamar su grito de presencia y visibilidad. Solamente le quedan esas balas de plata y nada más. (www.REALPOLITIK.com.ar)