21 de octubre de 2025 | Internacionales

Oceáno Atlántico

Isla Ascensión: Un anacronismo colonial clave para las operaciones del Reino Unido en islas Malvinas

A más de 6 mil kilómetros del Reino Unido, en medio del Atlántico, la isla Ascensión combina paisajes áridos con playas paradisíacas. Fue un punto estratégico en la guerra de Malvinas y, aún hoy, mantiene un papel clave en operaciones militares y de inteligencia británicas y estadounidenses.

Tomás Ferrando

La isla Ascensión es una paradoja geográfica: su terreno volcánico y árido se asemeja a un paisaje extraterrestre, mientras que sus playas de arena blanca y aguas cristalinas recuerdan a un paraíso tropical, donde anidan miles de tortugas. Este remoto territorio británico de ultramar, ubicado a medio camino entre África y Brasil, enfrenta un aislamiento relativo: aunque los vuelos desde el Reino Unido operan con frecuencia, el acceso para el público general es restringido y limitado a un servicio chárter mensual que conecta con Santa Elena, mientras que el tráfico comercial y privado solo ocurre en casos puntuales o de emergencia.

La travesía más cercana para llegar al continente dura entre ocho y nueve días por mar hasta Ciudad del Cabo, Sudáfrica, y tiene un costo que ronda entre los 3.800 y 5.000 dólares. La interrupción parcial de vuelos afecta de lleno a la economía local, que depende del turismo, la pesca y la investigación científica.

Un punto estratégico en la historia británica

Descubierta en 1501 por el navegante portugués João da Nova y redescubierta dos años más tarde por Alfonso de Albuquerque, la isla recibió su nombre el día de la Ascensión de Jesús. Permaneció deshabitada durante siglos debido a su clima árido, hasta que en 1815 los británicos se establecieron allí para evitar que los franceses rescataran a Napoleón, desterrado en la vecina Santa Elena.

Desde entonces, Ascensión ha sido un enclave clave para la defensa y las comunicaciones británicas. Durante la segunda guerra mundial, Estados Unidos construyó el aeródromo Wideawake, fundamental para el traslado de tropas y suministros hacia África. En la guerra de Malvinas de 1982, la pista volvió a ser vital: todos los vuelos británicos hacia las islas pasaban por allí.


Base aérea de la Isla Ascensión.

El aeropuerto, con una pista lo suficientemente larga como para recibir al transbordador espacial, fue también utilizado por la NASA y la Agencia Espacial Europea, que aún mantiene una estación de seguimiento en el lugar.

El puente aéreo y el respaldo norteamericano en la ofensiva británica

El documentalista Sebastián Beltrame relató su experiencia en la Isla Ascensión, el pequeño territorio británico ubicado “en el medio de la nada” en el océano Atlántico, cuya relevancia fue clave durante la guerra de Malvinas. Según explicó, desde allí partían los bombarderos ingleses que atacaban las islas, reabasteciéndose hasta quince veces en pleno vuelo gracias a un complejo operativo logístico. “Es una base militar inglesa importante porque desde aquí bombardeaban durante la guerra”, comentó Beltrame, destacando el rol estratégico que tuvo este punto casi imperceptible en los mapas.

 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 

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El documentalista recordó además un episodio particular que reveló el grado de implicación de Estados Unidos en el conflicto. “Uno de esos reabastecimientos falló y el avión tuvo que aterrizar de emergencia en Brasil; antes de llegar tiró los misiles al mar, menos uno que se trabó”, explicó. Ese proyectil permitió descubrir que el armamento era de fabricación norteamericana, contradiciendo la posición oficial de Washington, que afirmaba no estar involucrado. Beltrame subrayó que el misil estaba diseñado para atacar un radar Westinghouse, también estadounidense, utilizado por los argentinos, lo que demuestra, según sostuvo, el apoyo logístico, de inteligencia y armamentístico que Estados Unidos brindó a Inglaterra, y la relevancia geopolítica de la Isla Ascensión en aquel contexto bélico.

La isla que pudo recibir a los combatientes argentinos en la guerra de Malvinas 

Hugo Robert, vicepresidente del CECIM, describió la Isla Ascensión como un punto estratégico en el Atlántico Sur: “Ascensión, tanto como Santa Helena y Tristán de Acuña, son tres islas que están en el Atlántico Sur, más cerca de África, a mitad de camino entre África y Sudamérica. Sin embargo, las tres islas responden a la OTAN. Según Robert, tanto británicos como estadounidenses mantienen presencia militar en estas islas, y Ascensión tuvo un papel clave durante la guerra de 1982 al servir de apoyo a las naves británicas. El vicepresidente del CECIM también recordó los rumores que circulaban cuando fue prisionero en el Canberra sobre un posible traslado a la isla, aunque finalmente desembarcó en Puerto Madryn. Además, explicó que su nombre se debe a los primeros navegantes portugueses que llegaron desde Mozambique, encontrando una isla deshabitada a la que bautizaron como Ascensión.

Entre bases militares y sellos postales: la economía secreta de la isla

Además del aislamiento geográfico, la Isla Ascensión enfrenta particularidades económicas que refuerzan su carácter excepcional. La moneda local es la libra de Santa Elena, equivalente a la libra esterlina británica; aunque se aceptan billetes de libra británica, las monedas fraccionarias no siempre circulan con normalidad. En la base estadounidense se utiliza el dólar estadounidense, y los servicios bancarios los presta el Bank of Saint Helena. Hasta 2012 no existían cajeros automáticos, lo que obliga a operar de forma limitada con efectivo. La emisión de sellos postales, principalmente destinada al coleccionismo, constituye también una fuente significativa de ingresos para la isla.


Isla Ascensión: un territorio británico en el Atlántico habitado solo por residentes temporales. 

La economía local gira en torno a dos pilares: la defensa, con la presencia de instalaciones del Reino Unido y Estados Unidos, y las telecomunicaciones, incluyendo estaciones de seguimiento satelital y de la Agencia Espacial Europea. En torno a estas actividades se articula el resto de la economía, que comprende servicios de manutención, suministro y mantenimiento de personal e instalaciones. Los salarios son más bajos que en Gran Bretaña, pero superiores a los de Santa Elena, lo que atrae mano de obra de la isla vecina, y muchos trabajadores reciben pluses por expatriación que complementan sus ingresos.

Entre el cielo y la nada

Administrativamente, la isla depende de Santa Elena y Tristan de Acuña, otras dos posesiones británicas en el Atlántico. Su capital es Georgetown, y la vida se concentra en torno a dos pequeñas localidades, conectadas por caminos de lava endurecida. No existen vuelos comerciales regulares ni residencia permanente: todos los habitantes son trabajadores asignados por períodos limitados.

A pesar de su aislamiento, Ascensión sigue siendo un sitio fascinante. En la cima de la Montaña Verde, Charles Darwin impulsó en 1843 un experimento ecológico destinado a convertir el árido paisaje en un ecosistema habitable. El resultado es un oasis artificial donde conviven especies introducidas por Darwin con colonias de aves exóticas y tortugas marinas.


Ascensión, localizada a la mitad de camino entre Angola y Brasil. 

La logística aérea que redefine la estrategia en el Atlántico Sur

Tras varios años de cierre por trabajos de mantenimiento en su pista de aterrizaje, el Aeropuerto de Wideawake, en la Isla Ascensión, se reabrió recientemente, permitiendo nuevamente el aterrizaje de grandes aeronaves como el Airbus A330. Esta infraestructura asegura el abastecimiento logístico de las bases en las Malvinas y en el continente Antártico, consolidando el papel militar y estratégico de las islas en el Atlántico Sur. El aeropuerto había sido utilizado principalmente por el Servicio de Transporte Aéreo del Atlántico Sur, una operación militar británica destinada al traslado de tropas, carga y equipamiento desde la Base Aérea de Brize Norton hacia las Islas Malvinas. Según Ernesto Alonso, excombatiente de Malvinas e integrante del Centro de Ex Combatientes de Islas Malvinas (CECIM) La Plata, el enclave “forma parte del avance logístico británico en la región y evidencia la falta de control del espacio aéreo argentino”.

Con la reapertura, los vuelos de Air Tanker, una compañía privada británica, ahora visitan la isla tres veces por semana, transportando tanto a militares como a turistas que deseen viajar a la Isla Ascensión o a las Malvinas. Antes del cierre de la pista, los residentes dependían de barcos o de vuelos mensuales operados por Airlink, con conexión a Santa Helena y Johannesburgo.


Air Tanker, la compañía privada británica que opera en Ascensión. 

La lentitud en reanudar la operación se debió a la rigidez de las regulaciones de bioseguridad, que buscan preservar el bosque y las especies endémicas de la isla. Todo el material de construcción debía ser importado desde Gran Bretaña, inspeccionado y limpiado cuidadosamente antes de su instalación, lo que prolongó el tiempo y elevó los costos.

Con 3.054 metros de longitud, la pista recuperada garantiza ahora la presencia militar británica en el Atlántico Sur, mejora la conectividad con Londres y permite reactivar parcialmente el turismo. La operación de Air Tanker no solo optimiza la logística aérea en la región, sino que también reafirma el papel estratégico de Ascensión como punto clave para operaciones militares y transporte logístico hacia las Malvinas.

Volver a Malvinas: Entre el abandono del reclamo argentino y la consolidación británica en el Atlántico Sur

El actual secretario de Derechos Humanos del CECIM La Plata, Ernesto Alonso, destacó la reactivación de los viajes a las islas: “Este año pudimos volver a retomar los viajes a Malvinas a través del convenio que tenemos con la municipalidad de La Plata. Después de casi nueve años, ese convenio se había suspendido durante la gestión del gobierno del Intendente Julio Garro. Entre el 20 y el 27 de septiembre, Alonso y el CECIM tuvieron la oportunidad de recorrer la región y observar los cambios que se fueron consolidando en la logística y las construcciones de la ocupación británica: “Vemos cómo año tras año va cambiando y se va acentuando más las condiciones de la usurpación”.

El dirigente resaltó las mejoras en infraestructura y transporte: “Todo lo que vienen haciendo es consolidar los caminos, las comunicaciones entre la base de Monte Agradable y Puerto Argentino, que años atrás ese camino era totalmente enripiado, hoy podemos decir que ya es totalmente asfaltado”, y agregó que los avances se reflejan también en las construcciones para los habitantes civiles: “Todas cumpliendo funciones y misiones en función de las necesidades de la usurpación”. Además, señaló la reorganización del puente aéreo hacia las islas a través de empresas vinculadas al Reino Unido, destacando la proyección hacia la Antártida y la logística militar y civil combinada.

 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 

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Alonso también expresó su preocupación por la postura del gobierno argentino actual: “Vemos con preocupación porque hay una ausencia total a partir de la llegada del gobierno de Javier Milei… Todo lo que mencioné anteriormente tiene que ver también con el abandono del reclamo por parte de la Argentina”. Criticó el impacto de la pesca en la zona y la financiación de la ocupación británica: “Los que pescan hoy en Malvinas… son barcos españoles. Son 16 barcos españoles que operan desde el puerto de Vigo y llevan grandes cantidades, más que nada la pesca del calamar y langostinos, a cubrir las góndolas de Europa prácticamente”, y concluyó que es necesario “poner cartas en el asunto y hacer un reclamo”, para defender la soberanía argentina en el Atlántico Sur.

El rol de la OTAN en el Atlántico Sur: Ascensión, Santa Elena y Tristán de Acuña, bases de control británico

Rodolfo Carrizo, presidente del Centro de Ex Combatientes de Islas Malvinas (CECIM), recordó la escasa información disponible sobre la isla Ascensión durante el conflicto de 1982. "En principio, durante la guerra de Malvinas conocíamos muy poco sobre la isla Ascensión. Sí sabíamos que era una base que utilizaban el Reino Unido para reabastecer de combustible a los aviones que fueron a Malvinas", explicó. Carrizo detalló que la isla también funcionó como un importante centro de operaciones de Estados Unidos en el Atlántico y que, en aquel momento, su influencia se extendía incluso hacia la región del sur de Sudamérica.


Santa Elena, Ascensión y Tristán de Acuña (marcado en rojo). Ascensión, el círculo más al norte; Tristán de Acuña, los dos círculos adyacentes en el extremo sur, y Santa Elena en el centro. 

Consultado sobre la situación actual, el presidente del CECIM señaló que la información sigue siendo limitada y que la base de Malvinas ha ganado relevancia dentro de la estructura militar del Atlántico Sur. "Al haber evolución tecnológica en la navegación, quizás ya la utilizan menos como centro de abastecimientos como en el 82. Desde el CECIM hemos hecho una denuncia permanente al rol de esa base, y como todas las bases injerencistas de la OTAN, Estados Unidos y Reino Unido en América Latina", afirmó Carrizo, destacando la postura crítica de los excombatientes frente a la presencia militar extranjera en la región.

Un colonialismo vigente a miles de kilómetros

A más de 6.900 kilómetros de su metrópoli, la Isla Ascensión sigue siendo un ejemplo del anacronismo del colonialismo británico: un territorio ultramarino que permanece bajo control del Reino Unido a pesar de su lejanía y escasa población permanente. Esta presencia no es meramente simbólica; la isla mantiene un papel estratégico en operaciones militares y de inteligencia británicas y estadounidenses, desde el seguimiento satelital hasta la planificación logística en el Atlántico. Su ubicación privilegiada, casi en medio del océano, convierte a Ascensión en un enclave indispensable para proyectar poder y vigilancia en una región donde, más de dos siglos después de su colonización, el legado del imperialismo aún marca la geopolítica. (www.REALPOLITIK.com.ar)