27 de octubre de 2025 | Nacionales
La historia de TiendaBNA comienza en octubre de 2020. Aquel mes, Hernán Portillo, entonces gerente de Medios de Pago del Banco de la Nación Argentina (BNA) —hoy gerente general de Nación Servicios—, le presentó al entonces presidente del banco, Eduardo Hecker, una propuesta para desarrollar una plataforma de e-commerce que permitiera “fidelizar” a los clientes de la entidad. Así nació el proyecto Tienda BNA.
Hecker dio luz verde, y la ejecución quedó a cargo de Nación Servicios, la empresa del grupo BNA encargada de los proyectos tecnológicos. En teoría, debían buscar un proveedor para llevar adelante la plataforma. En la práctica, la decisión ya estaba tomada: el proveedor se llamaba Avenida Compras SA, y detrás de la empresa se escondía una red de relaciones personales y políticas cuidadosamente tejida.
Portillo mantiene desde hace años una estrecha relación con Esteban Baume, empresario multifacético y lobbista con negocios en publicidad, indumentaria y un largo historial de vínculos con Club Atlético Huracán, la institución de Parque Patricios. Baume, aseguran fuentes internas, fue clave en la llegada de Avenida al negocio.
Así, en diciembre de 2020, en tiempo récord, se licitó el proveedor, ganó Avenida, cuya cara visible es el emprendedor Daniel Jejcic, conocido en el mundo tech por su pasado en Endeavor, y el 20 de diciembre de 2020 se lanzó oficialmente Tienda BNA.
Nación Servicios, sin experiencia en comercio electrónico, recicló empleados internos y contrató profesionales externos para sostener el proyecto —cuyos nombres las fuentes prefieren mantener en reserva—.
Para mayo de 2021, Tienda BNA ya movía miles de millones de pesos en ventas, apalancada por agresivas campañas de hasta 36 cuotas sin interés. El costo financiero de esas promociones salía directamente de la gerencia de Medios de Pago del BNA, dirigida por el propio Portillo.
El modelo parecía exitoso: las ventas crecían, el equipo interno se expandía y Nación Servicios comenzaba a mostrarse como un brazo digital rentable del banco.
En 2022, el marketplace sumó dos vendedores clave: Grupo Núcleo y Etercor. Este último se convirtió en el epicentro de un escándalo cuando Tienda BNA lanzó campañas masivas de venta de iPhones en cuotas sin interés, hasta que un director del banco objetó la operatoria y la filtró a la prensa. Tras la exposición mediática, las ventas de Apple se suspendieron. Pero poco después, el esquema se replicó con productos Xiaomi, también comercializados por Etercor / Solnic.
En paralelo, irrumpió en escena Mirgor, la empresa del Grupo Caputo, para vender productos Samsung. La alianza entre el BNA y Mirgor fue tan estrecha que el actual gerente de Comunicaciones de Mirgor, Sergio Resumil, proviene directamente del BNA, donde se desempeñó como director de Comunicaciones Corporativas.
El acuerdo con Avenida fue presentado como un contrato “a riesgo”, aunque, en los hechos, el riesgo era nulo. Avenida aportó una plataforma básica y, con el 3 por ciento de comisión sobre todas las ventas, financió progresivamente las mejoras del sitio, que nunca llegó a funcionar de manera óptima.
Por su parte, Nación Servicios cobra un 5 por ciento adicional, cerrando así un esquema de ingresos garantizados.

Mientras tanto, Baume fue copando posiciones dentro del Banco Nación, incorporando aliados estratégicos como Portillo, Hecker, Gastón Álvarez y Martín Rayib. Portillo, fortalecido, acumuló poder junto a Álvarez, hasta consolidarse como una figura clave en el negocio digital del banco.
Con la salida de Hecker y la llegada de Silvina Batakis, Portillo y Álvarez diseñaron una movida más ambiciosa: quedarse con el control total de Nación Servicios, una de las pocas empresas del Grupo BNA con rentabilidad positiva. Para lograrlo, fueron desplazando a los gerentes generales Martín Rayib, Leonardo Allievi y Nicolás Callegari, así como al expresidente Pablo Pernicone, entre otros.
El argumento formal fue la apertura del sistema de pagos del transporte público, una excusa perfecta para justificar los cambios internos y permitir que Portillo colocara a su gente de confianza en los cargos más estratégicos.

Un caso paradigmático es el de Romina Aquino, una empleada sin formación técnica, proveniente de una sucursal del BNA en Neuquén, que hoy maneja proyectos millonarios dentro de Nación Servicios.
La relación de Portillo con Mastercard también resultó fructífera. Gracias a su mediación, la multinacional consiguió acciones exclusivas dentro de Tienda BNA y prioridad en el nuevo sistema de pagos para el transporte público.
Durante las primeras campañas, quienes abonaban el boleto con tarjeta Mastercard recibían una devolución del 100 por ciento del valor del pasaje, una promoción financiada con fondos públicos. Solo mucho después se incorporó Visa al esquema.
Hoy, Portillo es habitual speaker en eventos organizados por Avenida o vinculados al sector fintech, donde promociona las “mejoras” de Tienda BNA y el supuesto impacto del proyecto en la “transformación digital” del banco. Lo que no suele aclarar en esas presentaciones es que Avenida cobra un 3 por ciento de cada operación, sin haber realizado una inversión significativa.
En las últimas exposiciones, Portillo anunció que la plataforma ampliará su oferta: ya no solo venderá electrónica, sino también motos, préstamos personales e incluso automóviles. Cada nueva categoría significa más comisiones privadas con recursos públicos.
La segunda parte de la historia de Tienda BNA revela un entramado de amistades, contratos direccionados y comisiones garantizadas que desmienten la narrativa oficial de la “innovación financiera”. Mientras el Banco Nación exhibe su plataforma como un logro tecnológico, el negocio real fluye por debajo, hacia un grupo selecto de funcionarios y empresarios que encontraron en la digitalización del Estado una nueva forma de privatizar ganancias con dinero público. (www.REALPOLITIK.com.ar)