1 de diciembre de 2025 | Historia

1852-1916

Las claves de la Argentina moderna

Entre tensiones y desigualdad crecientes, la Argentina forjó un orden liberal-oligárquico marcado por dependencia y exclusión social.

Alberto Lettieri

El período comprendido entre 1852 y 1916 estuvo marcado por contradicciones, rupturas y tensiones mientras se asistía a la construcción de un régimen político en clave liberal-oligárquica, y a profundas transformaciones demográficas y sociales que incluyeron el extermino de la mayor parte de la población nativa, de los gauchos y de las etnias de negros y mulatos, y su reemplazo por inmigrantes, en su mayoría pobres y analfabetos, del sur de Europa.

En lo económico se concretó la incorporación de la Argentina al Sistema de División Internacional del Trabajo, articulado por Gran Bretaña, lo cual profundizó su dependencia económica. Esto implicó la consolidación de la economía primaria de la Pampa Húmeda en detrimento de las del resto del país, como la renuncia a cualquier alternativa de industrialización, ya que el nuevo pacto colonial asignó a la Argentina el rol de productor especializado en cereales y carnes, mientras lo convertía en consumidor de manufacturas importadas del Imperio.

Durante esta etapa, las diferencias sociales, la desigualdad y la exclusión social crecieron considerablemente, así como la explotación de los trabajadores, tanto urbanos como rurales, quienes se vieron desprovistos en la práctica de la protección y los derechos que les había asignado la Constitución de 1853, gracias a la implementación asimétrica de su normativa según la clase social de pertenencia del trabajador.

Esta diferenciación entre un segmento minoritario de ciudadanos que disfrutaban de educación, propiedades y protagonismo político, y una inmensa mayoría privada de ellos –o que a lo sumo tenían una inserción ocasional y marginal como claque dentro del juego político–, fue definida por su arquitecto, Juan Bautista Alberdi, como “República Posible”. Ya llegaría el momento de la “República Verdadera”, en que los trabajadores pudieran acceder al pleno goce de sus derechos, una vez que la profunda transformación económica y social de la Argentina estuviese concretada; mientras tanto, el único horizonte posible de los asalariados debía ser la sobreexplotación.

Llamativamente, el texto constitucional que hoy en día es considerado por las minorías privilegiadas como modelo de Constitución inamovible, fue presentado por su creador en el marco de numerosas recomendaciones de aplicación solo parcial o de su violación lisa en lo referido a la libertad de prensa y a la aplicación de derechos y garantías. Esto se debió a que Alberdi consideraba que cada reapertura del debate constitucional podría exponer a nuestro país a un nuevo colapso político, razón por la cual prefirió diseñar una Constitución que era ante todo un programa de acción para impulsar el denominado progreso argentino, en términos instrumentales al nuevo orden internacional articulado por Gran Bretaña. Fue así que diseñó un sistema de propiedad, en clave capitalista, que desconocía cualquier alternativa comunitaria o cultural, negando de ese modo los derechos de los pueblos originarios. Se trató de un modelo para el individuo blanco y urbano, que encontraba escasa correspondencia con la matriz étnica preponderante en el territorio nacional.

Esta mirada conllevaba la necesaria resignación de la soberanía nacional, en tanto Alberdi imaginaba una Argentina complementaria y dependiente de la economía británica, una especie de colonia agrícola sin capacidad de desarrollo autónomo futuro. (www.REALPOLITIK.com.ar)