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30 de octubre de 2016 | Historia

Conociendo la provincia REALPOLITIK

La Matanza, “la gran manzana” bonaerense

Las tierras que conforman el actual partido de La Matanza estuvieron habitadas antes de la llegada de los conquistadores españoles, por un conjunto de tribus indígenas pertenecientes a la etnia querandí y guaraní.

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por:
Sabino Mostaccio

Las tierras que conforman el actual partido de La Matanza estuvieron habitadas antes de la llegada de los conquistadores españoles, por un conjunto de tribus indígenas pertenecientes a la etnia querandí y guaraní. Pedro de Mendoza se vio hostigado por estas tribus en 1536, y Juan de Garay debió enfrentar una larga lucha hasta que su lugarteniente Juan Ruiz de Ocaña sometió definitivamente a los indígenas y la zona de la cuenca del río Matanzas pasa a control europeo a fines del siglo XVI, aunque los primeros pobladores españoles recién empiezan a asentarse para la década de 1610.

Precisamente será en estos primeros años cuando la zona adopta el nombre del río homónimo, cuya toponimia estaría originada, según diversas hipótesis, en las cruentas luchas entre conquistadores e indígenas de la zona (la que le costó la vida al hermano del primer fundador de Buenos Aires, don Diego de Mendoza y a muchos de sus hombres, ultimados cerca del río Matanzas), o si no por las vaquerías y los primeros mataderos que abastecían a la naciente Buenos Aires.

Como sea, la zona empieza a figurar en los documentos oficiales del siglo XVII con el nombre de Pago de la Matanzas y los Pozos. Los primeros pobladores fueron estancieros y agricultores, y será en estas haciendas que el ganado cimarrón será domesticado, dando origen a la futura riqueza ganadera de la pampa bonaerense, y tras el trazado del camino Real hacia el sur, crece en población y finalmente el obispado de Buenos Aires crea un curato con una capilla en 1730, para servir a sus habitantes.

Las autoridades coloniales, a su vez, refuerzan la seguridad de la zona levantando fortines tales como la célebre Guardia de Matanzas. Los vecinos reclaman al cabildo de Buenos Aires una alcaldía de Hermandad, la cual recién obtendrán el 31 de diciembre de 1777, por decreto del virrey Pedro de Cevallos. Don Bernabé Casero y don Juan Manuel Echabarrí fueron las primeras autoridades de la comarca, que en 1784 vio fijados sus límites y fue declarada partido por el virrey Juan José de Vertí.

Tras la revolución de mayo, los vecinos cooperarían con el nuevo gobierno patrio y apoyarían a los ejércitos patrios hasta que en 1820, en medio de la anarquía que envolvía la provincia naciente de Buenos Aires, la mayoría del pueblo matancero abraza la causa federal. El 29 de abril de 1825 se nombra un juez de Paz para el partido y se lo divide en cuatro cuarteles, para una mejor administración. Fue la zona escenario de cruentas luchas entre unitarios y federales, siendo usada como cuartel general tanto por Juan Manuel de Rosas como por Juan Lavalle, jefe de los bandos en pugna. Tras la llegada de Rosas al gobierno, se apaciguaron las luchas y La Matanza, basada en una economía agro-pastoril volvió a prosperar.

En 1854, se elige la nueva  municipalidad de La Matanza, en cumplimiento a lo establecido por la nueva constitución provincial y la flamante ley de Municipalidades, siendo el juez de Paz y presidente José Silveyra. Pero todavía La Matanza no tenía un pueblo cabecera para asiento de las autoridades municipales. En 1853 habían comenzado las tratativas para crearlo. Primero se pensaba ubicarlo en las Tierras de Carrizo en el centro del partido. Pero, debido a que los herederos de Justo Villegas donaron los terrenos para el centro cívico: plaza, edificio municipal, parroquia, escuela y cementerio, el 25 de diciembre de 1856 se fundó San Justo como pueblo cabecera del partido en esas tierras.

Los años siguientes verán el progreso ostensible de La Matanza, con la llegada del ferrocarril, telégrafos, escuelas y las primeras industrias hacia la década de 1870, y casi al finalizar el siglo, es elegido su primer intendente municipal Ricardo Eastman, en 1890. Este y sus sucesores promovieron el crecimiento industrial del distrito con obras de infraestructura y el fomento de la inversión y la industria, proceso acentuado a partir de la década de 1930, y que haría crecer aún más la población con nuevos migrantes del interior del país, que conformaron una potente masa de obreros muy activa políticamente. El proceso de desindustrialización y la inestabilidad política que envolvió a la Argentina hacia 1970, echó por tierra muchos de los logros industriales de la zona y la calidad de vida de muchos habitantes se resintió.

Como el ave Fénix, La Matanza lucha por elevar sus alas y levantar la cabeza, y el segundo municipio más poblado del país (que por su potencial demográfico y económico vale por una o más provincias), tiene una rica historia para enorgullecerse y sangre pionera en sus venas para afrontar las dificultades que este nuevo mundo del siglo XXI depara. La salida es hacia delante, y los padres fundadores vigilan su obra desde la historia, que solo hará justicia tantas memorias cuando los hijos e hijas de La Matanza disfruten de una vida digna por igual. (www.REALPOLITIK.com.ar)


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