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27 de noviembre de 2016 | Historia

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Magdalena: Cuatro siglos de tradición y futuro

El 26 de julio de 1580, arriba a la actual Magdalena el adelantado español Juan de Garay, quien exploraba la zona comprendida entre la recién fundada Buenos Aires y el río Salado. Este hace lotear y repartir algunas tierras de la zona entre los vecinos de la nueva Buenos Aires.

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por:
Sabino Mostaccio

El 26 de julio de 1580, arriba a la actual Magdalena el adelantado español Juan de Garay, quien exploraba la zona comprendida entre la recién fundada Buenos Aires y el río Salado. Este hace lotear y repartir algunas tierras de la zona entre los vecinos de la nueva Buenos Aires. La zona fue bautizada como “Valle de Santa Ana” y se formaron alrededor de treinta estancias en la zona. El 21 de marzo de 1611, aparece por primera vez el término “Pago de la Magdalena”, en las actas del cabildo eclesiástico de Buenos Aires, para referirse a la zona. La apertura del camino Real hacia el sur y el establecimiento de una guarnición en Atalaya, para proteger las nuevas explotaciones rurales de los colonos hispanos, hacia fines del siglo XVII, llevaron a renovar el interés por la zona y a nuevos repartos de tierras.

El topónimo Magdalena estaría relacionado con la devoción a Santa María Magdalena que empezó a originarse en una primitiva reducción de indígenas situada en el actual partido y erigida un 22 de julio –día de la santa en el calendario litúrgico-. Otra hipótesis lo adjudica al naufragio cercano de una nave española, de la expedición de Pedro de Mendoza, llamada “La Magdalena”.

En 1730, al ir aumentando la población, se constituye en curato la zona y comienza a delimitarse los límites administrativos de la misma. Hacia 1779, alrededor de la capilla se empieza a delinear el pueblo, en 1784 se crea el partido de la Magdalena y en 1785 se nombra su primera autoridad, el alcalde de Hermandad Felipe Illescas. Magdalena creció y prosperó como emporio agrícola y centro de abastecimiento de la urbe porteña, además de servir como fondeadero de embarcaciones mercantes, en las riberas del río.

En 1810, al producirse al revolución, la zona se pone al servicio de la causa patriota, al igual que sus vecinos, y los hacendados criollos acaban desplazando a los españoles. En 1821 se crea el juzgado de Paz y se nombra a Juan Mirón y Miguens como su primer titular. La etapa rosista preside un importante crecimiento del distrito (el mismo Juan Manuel de Rosas fue propietario de muchas tierras del actual partido), ya que al extenderse al frontera al sur y al ir llegando nuevas familias de colonos para explotar sus ricas tierras, la zona se benefició de una enorme prosperidad.

En 1839, durante el bloqueo francés al puerto de Buenos Aires, y en medio del caos de la guerra civil que envuelve al país, la guarnición  de Atalaya rechaza un ataque francés y los vecinos decididamente se alinean con la causa federal. En 1856 se instala la primera municipalidad y don Lázaro de Miranda es el primero en presidirla.

En 1864, por medio de la ley 422, se concede autonomía definitiva al partido de Magdalena y se declara ciudad su cabecera homónima. En esos caños se verá llegar el ferrocarril, el telégrafo y la fundación de escuelas y emprendimientos productivos que estimulan la llegada de pobladores deseosos de una vida mejor y que contribuirían al progreso de la localidad. En 1877 inicia la construcción del palacio municipal, obra a cargo de Pedro Cavalli, que se inaugura en 1897 bajo la gestión del intendente municipal don Pedro Goenaga, con quien Magdalena conoció una buena época.

El siglo XX comenzó con gran ímpetu y muchas esperanzas para Magdalena y emprendimientos tales como fábricas y bases militares renovaron el aire de progreso de la zona. Los vaivenes de nuestro agitado siglo XX argentino dejaron sentir su fuerza sobre Magdalena, que sigue firme y de pie. Y es el resultado de la acción y de los deseos de varias generaciones que supieron ver el enorme potencial de la comarca y buscaron sacarle el máximo provecho. Esta herencia pertenece hoy a su gente, que la hará florecer también para el bien de la patria y de nuestra provincia. (www.REALPOLITIK.com.ar)


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