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9 de junio de 2017 | Campo

Panorama REALPOLITIK

La actividad inmobiliaria rural, con signos de estancamiento

A la hora de definir el estado actual del sector agropecuario, se toman como punto de partida una multiplicidad de indicadores para elaborar una fotografía de este sector de la economía. Se habla de millones de toneladas de granos producidas y exportadas, inversiones, compra de insumos y políticas destinadas al sector, entre algunos de estos factores.

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por:
Andrés Lobato

A la hora de definir el estado actual del sector agropecuario, se toman como punto de partida una multiplicidad de indicadores para elaborar una fotografía de este sector de la economía. Se habla de millones de toneladas de granos producidas y exportadas, inversiones, compra de insumos y políticas destinadas al sector, entre algunos de estos factores.

En este entramado, existe un índice que también se puede abordar, que es la actividad inmobiliaria rural. De acuerdo al último informe elaborado por la Cámara Argentina de Inmobiliarias Rurales (CAIR), la actividad continúa estancada en niveles bajos por un combo que incluye situaciones de coyuntura político-económica, climáticas y de mercado.

En concreto, el informe detalló un aumento del 4,1 por ciento de la actividad inmobiliaria en abril 2017, en comparación con el mismo mes del año pasado, y un 0,8 por ciento en relación a marzo. Pero más allá de este magro crecimiento, desde la entidad destacaron que en el primer semestre del año se percibe un freno en este mercado, con niveles bajos de actividad.

Como punto de partida, una de las principales causas que planchan al mercado inmobiliario rural proviene de la actual política económica del oficialismo, que combina elevadas tasas financieras y dólar estable que se reflejan en mayor especulación y menores inversiones.

Con un escenario económico volátil, los posibles inversores frenan sus decisiones y esperan al resultado electoral del próximo octubre, en lo que será la primera batalla electoral con la coalición Cambiemos en el poder. A este escenario de altas tasas e incertidumbre electoral, se añade un tercer factor, que es la baja en el precio de los granos, y el informe de CAIR resalta otros puntos a tener en cuenta, como la incidencia del clima y la menor rentabilidad percibida por los productores agropecuarios.

Buenos Aires no escapa a este panorama y, más allá de un leve repunte, la actividad inmobiliaria vinculada al sector rural no termina de despegar. El titular de la cámara que nuclea a las inmobiliarias rurales, Mariano Maurette, destacó que en el ámbito bonaerense las zonas con mayores dificultades son el oeste de la provincia y las localidades de Azul y Tandil.

Un signo muy claro de este freno en la actividad es la negociación de los contratos de arrendamiento para la campaña 2017/18. Las negociaciones son muy peleadas y hubo un principio de conflicto cuando los propietarios de establecimientos quisieron subir los precios y los productores se negaron. En medio de la disputa, el clima mete sus fichas y retrasa todas las decisiones productivas, en un ciclo agrícola virtualmente jaqueado por las incidencias climáticas.

Y para sumar fichas en un tablero de por sí complicado, la política tributaria de corte netamente recaudatoria de la gobernadora Maria Eugenia Vidal agita aún más las aguas. Los posibles inversores no vieron con buenos ojos la revaluación fiscal ordenada por ARBA para los campos bonaerenses en las últimas semanas, con incrementos que promediaron el 30 por ciento. (www.REALPOLITIK.com.ar)


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