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7 de agosto de 2017 | Nacionales

Panorama REALPOLITIK

Por qué los encuestadores esperan que Sergio Massa se desinfle en octubre

La muerte de Sergio Bendixen en Miami, hace poco menos de tres meses, fue un duro golpe para Sergio Massa. El asesor peruano radicado en Estados Unidos fue un hombre clave en el armado de sus campañas durante más de siete años y hubiese resultado, por sobre todas las cosas, muy útil en los próximos meses. En el mismo equipo del candidato de Un País reconocieron que “tendrán que trabajar muy duro” para que los números de Massa no se pinchen de cara a las generales de octubre.

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La muerte de Sergio Bendixen en Miami, hace poco menos de tres meses, fue un duro golpe para Sergio Massa. El asesor peruano radicado en Estados Unidos fue un hombre clave en el armado de sus campañas durante más de siete años y hubiese resultado, por sobre todas las cosas, muy útil en los próximos meses. En el mismo equipo del candidato de Un País reconocieron que “tendrán que trabajar muy duro” para que los números de Massa no se pinchen de cara a las generales de octubre.

Según un promedio de los datos provistos por once encuestadoras distintas (Elypsis, M&F, Aragón, Query, Rouvier, Polidata, Opina Argentina, CIGP, Axonier, OPSM y Synopsis), Sergio Massa, que ostenta el espectro de posibilidades más amplio y cuyo voto oscila entre el 9.17 y el 29.63 por ciento, se encuentra en estos momentos peleando el segundo puesto con Esteban Bullrich, cuyo voto es más definido y oscila entre un 23,17 y un 40.98 por ciento.

Si bien la mayoría de las encuestas ubica al candidato de Cambiemos por encima del de Un País, todavía existen las posibilidades de que éste último “dé el batacazo”. En todos los casos, Cristina Fernández se mantiene en un cómodo primer lugar, especialmente en el Conurbano, y Florencio Randazzo continúa en un inamovible cuarto puesto, peleando lugares con los sectores de izquierda.

El dato que inquieta a los asesores de Sergio Massa es, no obstante, el voto de los "dubitativos", es decir, el voto de aquellos que se volcarían por Un País en agosto pero que, ante la polarización de la elección, se terminaría inclinando por Cambiemos en las elecciones generales.

Por un lado, vale destacar que en anteriores contiendas electorales el voto de los indecisos, el ya conocido “No sabe/No contesta”, superaba el 20 por ciento del electorado. Aquello marcaba un amplio espectro de oscuridad para las encuestadoras que, en su mayoría, erraron las predicciones. En este caso, sin embargo, no supera el 7 por ciento.

Según los analistas, las PASO representan “poco más que una oportunidad para que la gente exprese una emoción. Descontento con el gobierno, o bronca contra Cristina, o esperanza para Massa. Pero no mucho más que eso. La gente sabe que las decisiones internas de un partido ya han sido tomadas, que no se juega por los puntos”, aclaran desde una de las encuestadoras líderes del país. 

Hoy por hoy, el voto de Cristina Fernández es un voto duro, que tiene un techo difícil de perforar, pero también un sólido piso. En ningún caso perfora el 32.02 por ciento de los votos, como tampoco supera el 40.49 por ciento. Algo similar ocurre con Cambiemos. En números de las once encuestadoras, jamás obtiene menos que el 24.72 por ciento de los votos, y tampoco más del 40.98. La diferencia entre uno y otro está en el promedio. Cristina promedia 36 puntos, mientras que Bullrich araña el 31.87.

La estrategia de campaña de la mayoría de los candidatos se plegó hacia el centro. Tanto Cristina Fernández de Kirchner como Cambiemos comenzaron a moderar sus discursos y sos formas con la idea de pescar votos entre los moderados. En estos comicios, casi nadie pierde el tiempo con los extremistas. Sin embargo, Mauricio Macri sabe muy bien que no puede convencer a un kirchnerista de que lo vote a él. Lo mismo ocurre con Cristina, nunca obtendrá el voto de un macrista. 

No ocurre lo mismo con los moderados del centro, con aquellos que se vuelcan por los que Massa ha dado en llamar "la ancha vía del medio". Allí puede haber mutación, cambios de opinión, votos que no pertenecen realmente a nadie porque no se mueven desde lo sentimental, desde un fanatismo casi futbolero, sino desde lo racional. Son votantes que no tienen ningún prurito en cambiar su sufragio si lo creen conveniente para el país y también, por qué negarlo, para su propio bolsillo.

En este mundo de moderados e dubitativos descansa gran parte de los votos de Sergio Massa.

Históricamente, cada vez que se juega “por los puntos” impera el voto útil. La gente ya no quiere expresar una opinión a través de su voto, quiere ganar. Y para ello debe votar a alguien que tenga probabilidades ciertas de hacerlo. Lo que se espera es que en octubre la gente se vuelque a Cambiemos o a Cristina, y que la elección marque una tendencia final hacia la polarización. En este esquema, Sergio Massa, el candidato con el caudal de votos menos convencido, es el que más tiene mucho para perder. No así Cristina o Bullrich, cuyos pisos se acercan casi a lo inamovible. Algo similar podría ocurrirlo a Florencio Randazzo, quien podría protagonizar un papelón inesperado.

Esto tiene una segunda lectura: El fracaso de Jaime Durán Barba. El asesor ecuatoriano insistió en financiar las campañas de Massa y Randazzo con el propósito de dividir la oposición y restarle votos a Cristina. Lo que no tuvo en cuenta fue que Cristina, lejos de perder votos, continuó sumándolos, lo que provocó que Sergio Massa y Florencio Randazzo terminen acaparando un caudal de votos que, de no existir sus candidaturas, se hubiese volcado en su mayoría al mismo Esteban Bullrich. (www.REALPOLITIK.com.ar)


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