A Auspitz le siguen muchos más: Florencio Randazzo no puede detener las renuncias en su espacio

Hace poco más de dos años se hablaba de él como la promesa del Justicialismo, el hombre que le sacaría a Daniel Scioli la candidatura para la presidencia de la Nación y llevaría al Frente para la Victoria hacia una nueva etapa en el poder, una etapa de renovación y menos confrontación. Hoy, a Florencio Randazzo le cuesta llenar el salón del restaurant en el que convocó a sus dirigentes. Son cada vez menos. “Son tan pocos que con un mozo me alcanza”, asegura entre maliciosas risas el dueño del Palacio Raggio.

Hace pocos días renunció Ezequiel Auspitz, el titular de La Florería, la agrupación que defendía la bandera de Florencio Randazzo. Lo hizo a través de una carta pública y en fuertes términos, entre los que le pidió al ex ministro de Transporte nacional que “la venganza no te ciegue”. Era, hasta hace pocas horas, candidato a diputado nacional por el espacio Cumplir y uno de los dirigentes más activos del chivilcoyano. Su salida fue diferente a la de la mayoría de los que huyen del espacio: se fue a Un País, el espacio de Sergio Massa. El resto, en su mayoría intendentes, se repliega a Unidad Ciudadana o cruzan la vereda hacia Cambiemos, en busca de los tan preciados votos que los ayude a gobernar.

Como si hubiese chocado con un iceberg y su hundimiento fuese tan inminente como inevitable, pasajeros y tripulación por igual huyen a como dé lugar. Los intendentes Alexis Guerrera (General Pinto); Walter Torcchio (Carlos Casares); Ricardo Casi (Colón); Gabriel Katopodis (San Martín) y Juanchi Zabaleta (Húrlingham), ya están conformando alianzas informales con Cambiemos y Unidad Ciudadana por igual. Saben que es imposible “pasarse de boleta”, pero sí se puede romper con la conducción de Cumplir y cerrar “de palabra” un acuerdo de gobernabilidad a partir de octubre, cuando toda su lealtad pase a ser de Cristina Fernández o de María Eugenia Vidal.

Son las siete de la tarde y Randazzo termina un breve discurso ante un puñado de dirigentes en el Palacio Raggio. El mozo hace algo de veinte minutos que se fue y el dueño espera acodado en la barra a que se vayan ellos también para poder cerrar. Florencio apoya el micrófono sobre la mesa de madera y un sonido sordo retumba entre las paredes del semivacío espacio. Ya no queda mucho más por decir. Florencia Casamiquela es la primera en irse, y él se va detrás. El último que apague la luz. (www.REALPOLITIK.com.ar)

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