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17 de diciembre de 2017 | Cultura

Documento histórico REALPOLITIK

La política de defensa a través de la historia

A fines de la década de 1920, la Argentina agroexportadora que se había convertido en el granero del mundo ya no estaba funcionando como tal. A su vez, la producción no alcanzaba a satisfacer la demanda interna.

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por:
PAOLA RODRÍGUEZ

A fines de la década de 1920, la Argentina agroexportadora que se había convertido en el granero del mundo ya no estaba funcionando como tal. A su vez, la producción no alcanzaba a satisfacer la demanda interna.

La crisis económica mundial de 1930 trajo grandes transformaciones tanto a nivel mundial local: el concepto de libre mercado no estaba dando resultados. Este cambio de paradigma generó una grata protección para las producciones locales, dando como consecuencia la fabricación de bienes más sencillos que anteriormente se importaban, denominados productos de consumo final no durables.

El país estaba en un proceso rudimentario de industrialización y con la paulatina idea de defender la soberanía nacional.

El Gral. Manuel Savio esperaba construir una verdadera industria pesada. El propósito era convertirse en un país soberano, y para este fin se necesitaban fuerzas armadas. Éstas tendrían que tener capacidad de acción y recursos -que deberían producirse en el exterior o en nuestro país- y su objetivo era resguardar la soberanía territorial.

La visión que integraba el mar a los intereses argentinos fue lo que llevó en 1926 al ministro de Marina, Manuel Tomás Domecq García, a ser el precursor de la formación del arma submarina de nuestra Armada. En ese contexto se creó, en 1930, la escuela superior Técnica, semillero de ingenieros militares, y la dirección general de Fabricaciones Militares.

El gobierno del presidente Juan Domingo Perón veía en la industria militar una estrategia nacional integral de defensa, de la cual la producción de armas era sólo un fenómeno necesario pero consecutivo del resto del proceso de “independencia económica”.

Como continuación de esta política de defensa, en 1977 se fundó por iniciativa de la Armada Argentina una sociedad anónima con participación estatal mayoritaria, cuyo accionista principal fue el ministerio de Defensa de la nación y el accionista minoritario fue Thyssen Nordseewerke GmbH, de Emden en la antigua República Federal Alemana.

Así nació el astillero ministro Manuel Domecq García S.A., cuyo objetivo principal era la construcción de submarinos, su reparación, modificación y/o modernización; también se pretendía realizar trabajos en otros buques y artefactos navales, fueran nacionales o de otros países.

Las obras de construcción del propio astillero y sus oficinas se iniciaron al año siguiente, finalizando las mismas en 1981 e iniciando oficialmente sus actividades en enero de 1982. Durante este período se capacitó al futuro personal del astillero en Alemania, en las instalaciones de Thyssen Nordseewerke GmbH de Emden, donde se los formó para cumplir con el sistema de garantía de calidad que cumplía con las normas AQAP4 (Allied Qualitu Assurance Publications) que exigía la OTAN a sus proveedores y que ubicaba a esta empresa entre las de mayor nivel tecnológico para la construcción de calderería pesada.

El astillero se inició con la construcción de cuatro submarinos de propulsión convencional del tipo TR-1700, gemelos de los dos que, como parte del convenio, habían iniciado sus construcciones en Alemania.

Tenía una superficie cubierta de 54 mil m2, modernísimas máquinas, herramientas y un plantel de casi mil personas en todas las áreas. Así, el astillero se constituyó en la primera fábrica de submarinos de Iberoamérica, siendo Argentina junto con los Estados Unidos los únicos Estados del continente con capacidad para producir unidades submarinas, sumándose luego, a fines de la década del 80, Brasil.

El ARA San Juan era parte de ese proyecto, el último logro de la fuerza de submarinos, clasificada según la historia de la armada como de quinta generación. Para su época, estaba entre lo más avanzado en materia de submarinos convencionales. Gran autonomía, prolongado tiempo de permanencia en operaciones, gran capacidad de armamento portante, alta velocidad y un reducido período para la recarga de baterías.

El astillero fue privatizado en 1991, durante el gobierno del presidente Carlos Saúl Menem, a través de la Ley de Reforma de Estado (Ley Nº 24.045). Este proceso de privatización fue dispuesto a diversas empresas, sociedades y establecimientos que operaban en el área del ministerio de Defensa y que por su situación económica resultaba necesario sustraerlos de la gestión estatal con la finalidad, entre otras, de disminuir el déficit fiscal.

Es interesante destacar la continuidad conceptual que se produjo en la política de defensa a lo largo de todo un periodo de nuestra historia, la idea de resguardar la soberanía marítima comenzó en el gobierno de Marcelo T. de Alvear, creció con Juan Domingo Perón, se concretó en los gobiernos de facto, principalmente con el almirante Eduardo Massera y tuvo el apoyo de Raúl Alfonsín.

Esta política de Estado fue aplacada por Carlos Saúl Menem, siguiendo el mandato del Consenso de Washington, y volvió a reactivarse con Cristina Fernández de Kirchner, ya que el astillero fue reivindicado por el campo popular como un logro a sostener.

La pregunta que queda planteada es ¿qué va a ser el comandante en jefe Mauricio Macri por nuestras Fuerzas Armadas? La desaparición del submarino ARA San Juan no solo nos trae mucha tristeza sino que nos hace replantearnos qué estamos haciendo con nuestro futuro. (www.REALPOLITIK.com)


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Defensa, Ara San Juan

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