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11 de febrero de 2018 | Historia

Conociendo la provincia REALPOLITIK

Azul: El atalaya dorado

Como tantos otros partidos de nuestra provincia, Azul nació como fuerte, es decir un nuevo límite a los “dominios de los indios”, una solución corriente a los malones, problema que transcendía a todos los dirigentes políticos de turno de Buenos Aires.

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por:
PAOLA RODRÍGUEZ

Como tantos otros partidos de nuestra provincia, Azul nació como fuerte, es decir un nuevo límite a los “dominios de los indios”, una solución corriente a los malones, problema que transcendía a todos los dirigentes políticos de turno de Buenos Aires. El Coronel Pedro Burgos llegó a orillas del arroyo conocido como CalvúLeovú, por orden del gobernador Juan Manuel de Rosas, para crear una nueva frontera contra el aborigen.

En esas tierras se empezaron a instalar estancias, como fuente de trabajo e inversión para los nuevos pobladores. La preocupación ante los malones era de suma importancia: en sus comienzos, toda la arquitectura del lugar se condicionó al indio, por eso la planta originaria en forma de damero, con múltiples solares, se enmarcó en profundos fosos que tenían como respaldo occidental el arroyo CalvúLeovú. En torno a la plaza principal comenzaron a instalarse las autoridades civiles y eclesiásticas, con algunos locales comerciales y los hogares de algunos colonos.   

Azul tiene algunas historias llamativas de cuando aún era un fuerte. Por citar solo algunas, Rosas dejó como ofrenda su espada en la capilla-rancho; y hasta hubo un establecimiento educacional mixto cuando ello no era lo políticamente correcto a las normas sociales de ese momento histórico.

El fuerte tenía aproximadamente más de 2 mil habitantes cuando fue inesperadamente atacado por la tribu que de Calfucurá, soberano absoluto de la nación mapuche y de las pampas por 40 años, excelente guerrero y gran negociador.

Su tribu se lanzó sobre la zona matando a unos 300 pobladores y soldados, llevándose a 150 mujeres cautivas y un arreo aproximado de 150 mil cabezas de ganado. Este gran malón volvería a repetirse en otras oportunidades, debido a su posición estratégica para el comercio. Cuando Calfucurá no llegaba a un acuerdo con los gobernantes de turno, solía utilizar los malones como recurso para negociar con el blanco o con otras tribus.

Este territorio fue creciendo en parte por su geografía, y actuaba como un vigilante eterno de los malones: era un atalaya.

La segunda mitad del siglo comenzó con el crecimiento de la población urbana y la afluencia inmigratoria. Comenzaron a nutrirse de franceses, italianos, suizos, ingleses e irlandeses, entre otros, produciéndose durante el gobierno de Mitre el mayor movimiento inmigratorio y dando paso al desarrollo del partido de Azul. (www.REALPOLITIK.com.ar)


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