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22 de febrero de 2019 | Nacionales

Aprietes judiciales

Llamada a silencio: El futuro de Florencia preocupa a CFK

Cuentan en el entorno de Cristina Fernández de Kirchner, que desde hace varios días la ex mandataria argentina se encuentra irritable, distraída y de mal humor.

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por:
Alberto Lettieri

Y no es por causa del raid judicial que deberá emprender durante todo este 2019. De hecho, la decisión del bloque de senadores del peronismo de negarse a la quita de fueros sin condena previa, sumada a las dilaciones judiciales basadas en causas médicas o razones políticas -el gobierno necesita polarizar con ella, pero si la detienen, podrían convertirla en mártir y cosecharía más votos-, han jugado decididamente a su favor. Tendrá que visitar a Bonadío el próximo lunes, pero todos descuentan que, aunque extenso, no pasará de ser un trámite.

Tampoco se la nota muy interesada en su candidatura, que todos presuponen pero que a ella no termina de convencerle. Tomar el país en las condiciones que imperarán el 10 de diciembre de este año, con las arcas vacías, los vencimientos impagables de 2020 y 2021 y la situación social estallada, sin contar tampoco con una mayoría sólida en las cámaras y con gobernadores peronistas que sólo serán aliados, pero no su cofradía, implica un esfuerzo que no está convencida de querer afrontar.

Lo ideal sería un presidente de transición, con el compromiso de no ser reelegido y el visto bueno del FMI, cuya experticia previa lo vuelva votable por una amplia mayoría, a cambio de negociar una generosa ubicación de sus discípulos en las listas del frente que pueda armar el peronismo. ¿No sería mejor que otro se encargara de afrontar un gobierno parlamentario de hecho, con un gabinete multipartidario de crisis, para renegociar con el FMI y comenzar a apagar el incendio? Un nuevo Eduardo Duhalde que cargara con el costo de los despropósitos anteriores, para luego dejarle la escena, limpia y servida, para un retorno triunfal en 2023.

El gobierno parlamentario, el diálogo permanente y el consenso con la oposición nunca han sido de su agrado. Por algo eligió a Ernesto Laclau y no a los teóricos de la democracia. Porque ella es una estadista, con su visión del mundo, su soberbia y su personalismo extremos. Con todo lo que implica eso, para bien y para mal, Cristina no comparte decisiones. Ordena. Y se hace responsable de sus aciertos y de sus errores. Mucho más de lo que la mayoría supone.

Pero los medios han comenzado a instalar rumores, iniciando una desesperante guerra psicológica. Ya que Cristina está cubierta por los fueros, la cuestionada Justicia argentina iría por su hija. Y esa probabilidad, aunque sólo sea un invento fantasioso de algunos serviles del poder, la desvela. No se animaron a meterse con ella y decidieron avanzar sobre su familia. Por cuentas y documentos que a Florencia jamás se le hubiese ocurrido abrir ni firmar. Si va presa, aunque se trate de una Justicia viciada, ella sentirá que la responsabilidad es suya. Ya lo siente hace rato, en realidad, desde el mismo momento en que se sugirió la alternativa.

Siente que se enfrenta a enemigos sádicos, perversos, que finalmente le han encontrado el lado débil, su herencia de sangre. Y han elegido el momento de atacar con la precisión de un cirujano. Justo cuando ella, coqueta y seductora, cumplía 66 años y unos días antes de la fecha en que su compañero de vida y de aventura, Néstor Kirchner, hubiese cumplido 69. Cualquiera puede suponer cómo impacta el paso del tiempo en una mujer como ella, pero pocos podrían llegar siquiera a suponer la clase de vínculo que la unía con su marido. Menos aún imaginan hasta dónde podría llegar una leona en defensa de su cría.

Por eso, aunque para sus seguidores incondicionales su natalicio fuera una nueva ocasión para comprobar su lealtad incondicional, marcando tendencia en los portales sociales, Cristina lo vivió con tristeza y resignación. Guardando sus fuerzas para las batallas que podría afrontar sin ser la protagonista.

Quizá, porque ignoran por lo que pasa por la mente de esta mujer que supo manejar con mano inflexible los destinos de la Argentina desde la muerte de Néstor Kirchner, no entiendan las razones últimas de su reconciliación con Eduardo Duhalde, con Hugo Moyano o con Juan Manzur, o pretendan explicarlas sólo en clave política.

Al día de hoy, la prioridad de Cristina es su hija Florencia. Pero también, y sobre todo, su nieta Helena Vaca Narvaja Kirchner.

Faltan cuatro largos meses para el cierre de listas. En ese lapso, quizá la amenaza alevosa se desvanecerá y podrá de nuevo encarar el desafío electoral a tiempo completo. Después de todo, para bien o para mal, su nombre implica un modelo, un programa y, pese a las resistencias que provocan su soberbia, su afán de figuración o su concepción vertical del poder, confía en que, al momento de depositar su voto, cada argentino recordará la geografía interna de su heladera, antes y después del 10 de diciembre de 2015. (www.REALPOLITIK.com.ar


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