Macri y el fantasma del Plan V

Las malas noticias venían sumándose. La derrota contundente en La Pampa, los rumores sobre una alternativa V (Vidal) a la presidencia que el círculo rojo hizo difundir en los medios, la decisión de sus aliados de adelantar las fechas de las elecciones para despegarse de su figura en una eventual lista larga, la decisión cada vez más evidente de todo el radicalismo –y no sólo de quienes están fuera de la conducción- de pelearle la candidatura presidencial en internas, la declaración del FMI de que negociaría con cualquiera que ganara las elecciones y no sólo con el actual presidente, la ruptura tácita de Cambiemos en Neuquén… Así como la mayoría del pueblo argentino se ve dificultado para poder identificar alguna medida favorable para sus intereses a lo largo de todo el mandato de Mauricio Macri, el propio presidente venía recibiendo a diario los coletazos de una paupérrima gestión. 

Pero la ruptura de Cambiemos en Córdoba fue la gota que rebalsó el vaso. A través de una eficiente política de presión, el radicalismo fue colocando a sus propios candidatos en los lugares más destacados de las boletas electorales de todas las provincias, a excepción de Buenos Aires y la Capital Federal, donde aún el debate no se inició. En Buenos Aires, la batalla entre Pro y radicales promete ser épica. En la CABA, Cambiemos nunca llegó a conformarse. 

Macri y su entorno sabían que los radicales irían por más en virtud de los logros obtenidos. Es lo lógico. Y que el premio mayor sería arrancarle una interna para definir la fórmula presidencial. Por eso Jaime Durán Barba le aconsejó al presidente adoptar un estilo duro y desafiante en la apertura de sesiones para mostrar que aún estaba de pie y dispuesto a eliminar cualquier clase de competencia. Fidelizar al anti-peronismo, en lugar de presentar un programa de gestión para el año legislativo entrante, tal como se acostumbra en estos casos. Forzar la profundidad de la grieta, aún cuando la mayor parte de la sociedad desespere por salir de una buena de vez de esta trampa suicida que compromete nuestro futuro.

Pero su discurso no tuvo el resultado esperado. Un presidente que utiliza el Congreso Nacional como plataforma de lanzamiento de su campaña de reelección es una jugada reñida con las enseñanzas de cualquier manual de ética republicana. Más aún, la pretendida fortaleza y determinación pueden ser leídas como un gesto de franca debilidad. Y así lo entendieron sus aliados de la UCR, que siguieron con su estrategia de conquista de espacios internos, se diferenciaron del Pro en Neuquén y no les tembló el pulso al momento de la ruptura en Córdoba. 

El presidente del comité nacional de la UCR, el gobernador mendocino Alfredo Cornejo, había anticipado que "el problema de Córdoba no es sólo del radicalismo sino que es de todo Cambiemos". Por la importancia y significación que se atribuye a esa provincia, el impacto de su definición debería ser, necesariamente, nacional. Y un día después, una vez confirmada la defunción de la alianza en la provincia mediterránea, debía reunirse el consejo nacional del Pro. 

Dos de sus espadas más preciadas, Marcos Peña Braun y Rogelio Frigerio bajaron línea en el evento realizado en Parque Norte. Llegando al cierre, Peña Braun les advirtió a los radicales presentes: “El eje central de la campaña es reelegir al presidente”. Frigerio ya había adelantado lo mismo: “El objetivo principal es que Mauricio Macri vuelva a ser presidente”.

Lo que no se esperaba, y estuvo fuera de programación, fue la irrupción del propio Mauricio Macri que, en tono similar al utilizado en la apertura de las sesiones parlamentarias, dejó en claro que no existe ninguna posibilidad de internas ni de recambio de actores para definir la candidatura presidencial. A su juicio, el futuro de Cambiemos sólo admite una candidatura: la suya.

Tal como sucedió en el Congreso, Macri evitó hacer referencias a la economía y aseguró que había conocido la pobreza en su último viaje a Oriente: “Me impactó muchísimo este último viaje a la India y Vietnam porque vi pueblos sufridos”, afirmación que provocó sorpresa y hasta indignación en varios de los presentes. “Si Macri tuvo que ir a la India para ver la pobreza, se nota que sus equipos le preparan muy bien los escenarios en cada visita al conurbano o a las provincias”, comentó un dirigente radical que pidió no ser identificado, bastante molesto por el tono que adquiría el evento.

“Este año va a ser fundacional para la Argentina que soñamos -agregó el presidente-. No estamos acá a ver si ganamos una elección sino para ver si podemos producir entre todos ese cambio que incluya cada día a más y más argentinos”. Y mirando de soslayo a sus aliados, completó: “Es fundamental vencer el miedo y la resignación de la cuáles tenemos muchos predicadores”. 

Los radicales presentes prefirieron no hacer declaraciones públicas, pero evidenciaron su incomodidad con la presión de que fueron objeto. Sobre todo cuando el secretario General del Pro, Francisco Quintana, afirmó que la mayoría de Cambiemos es partidaria de Mario Negri y no de Ramón Mestre (h) en la contienda cordobesa.

“Esta situación nos pone al borde de la ruptura”, confió un referente radical, curtido en estas lides. Por más que nadie se animó a expresarlo explícitamente, la candidatura de Martín Lousteau parece haber avanzado varios casilleros después de que los principales referentes del Pro dejaron en claro su determinación de no ceder más espacios a sus aliados en el futuro. (www.REALPOLITIK.com.ar)

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