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1 de septiembre de 2019 | Nacionales

Recién regresada de Cuba

CFK presentó "Sinceramente" en La Plata y terminó entre lágrimas

Un sábado soleado, con el cielo despejado y una multitud expectante. Un verdadero “día peronista” fue el marco de la presentación del libro Sinceramente de Cristina Fernández de Kirchner en la ciudad de La Plata. 

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por:
Alberto Lettieri

La presentación del libro fue una excusa para escuchar a la hija pródiga en su ciudad, la de sus orígenes, su punto de referencia. 

Una tarde de gargantas roncas y de abrazos fraternos. Una tarde de reencuentro. Miles de militantes y simpatizantes en una especie de misa del reencuentro. Sin jerarquías. Aunque no faltaran legisladores, diputados, intendentes ni una entusiasta multitud que palpita el retorno. El “Vamos a volver” que permite aunar expectativas y frustraciones. Los heridos, los desplazados y los que apenas consiguieron el equilibrio durante los años oscuros de un macrismo que ingresó en su tramo final. 

Sin odios. Sin rencores. Sin insultos. La apuesta del peronismo, una vez más, es al futuro. 

No aparecía en las conversaciones la tremenda crisis económica ni la incontenible disparada del dólar. Ni siquiera los condicionamientos de una inédita deuda externa destinada a la fuga de capitales en beneficio del elenco gobernante y de su socios y afectos más directos. 

El pueblo argentino decidió correr el velo del futuro. Sin promesas de luces al final del túnel. Sin falacias de lluvias de inversiones. Sin revoluciones de la alegría ni utopías de pobreza cero. 

El pueblo sabe que el futuro será difícil. Mucho más duro, seguramente, que en situaciones similares que atravesamos en el pasado. Pero está convencido de que tiene algo a su favor, algo sin lo cual no es posible imaginar el porvenir en una nación soberana. Tiene la capacidad de elegir expertos navegantes de aguas de borrasca, identificados por su compromiso con el campo popular. Tiene la experticia de haber recobrado la memoria, y saber con quiénes la heladera estaba llena, y quiénes se la vaciaron. Quiénes invirtieron en educación, en salud y en desarrollo social, y quienes le cortaron el gas a las escuelas. 

Y también sabe que la división conduce a la catástrofe social. Al saqueo. Al cierre del futuro. 

Por esa razón, cuando finalmente Cristina Fernández comenzó su diálogo en el aula magna de la facultad de Periodismo, el bullicio dejó paso al silencio respetuoso. Las lágrimas en los ojos no transmitían ya la tristeza y la decepción que nos impuso Cambiemos. Eran lágrimas de esperanza. Eran lágrimas que permiten limpiarse los ojos para mirar al futuro de frente, y acometer la hazaña. 

Otra hazaña más, como cada vez que le tocó al peronismo hacerse cargo de herencias realmente pesadas. Y emerger airoso de cada una de ellas. 

La Cristina que se presentó en el escenario es que vimos a lo largo de este año. Más reflexiva, más aplomada, más convencida de que la empresa a afrontar exige la participación de todos, incluso de muchos que, por interés o por ingenuidad, respaldaron o participaron de la propuesta de Cambiemos. Sin odios, pese a los golpes recibidos. Dispuesta a hacer un balance de lo que nos sucedió como sociedad, a identificar los errores y comprometida a no repetirlos. 

Sólo en una ocasión fue terminante con Mauricio Macri, a quien definió como “un mal ser humano”. Pero también en este caso aseguró que la catástrofe no sólo es responsabilidad suya, sino de su extrema debilidad y permisividad con los CEOs de bancos y energéticas a cuya voracidad no quiso ni supo poner límites. "Macri hizo lo que cada sector económico le pedía. A este gobierno lo definiría como un gobierno empresario, llevado a cabo por un empresario y accediendo a todas las políticas que le pidieron los empresarios". 

“Lo que está pasando es por las políticas de este gobierno”, aseguró. Y declinó toda responsabilidad de la oposición en los aciagos días que sucedieron a las PASO. La debacle financiera –aseguró- “no fue por el triunfo de la oposición, sino producto de las políticas que llevó a cabo el gobierno”. Y llamó la atención sobre la insistencia del presidente Mauricio Macri en “provocar medidas que le hicieron daño a la sociedad”. 

La ex presidenta se refirió a la histórica jornada de las PASO: "Ese domingo fue muy especial, todavía me duran las sensaciones ambivalentes. Yo decidí quedarme en Santa Cruz. Sabíamos que íbamos a ganar, pero no por la diferencia de votos que lo hicimos, esta es la realidad”, recordó. Y también hizo alusión a los avances que le hacía llegar Alberto Fernández con resultados, que resultaban en principio difíciles de creer, luego de la ficción de paridad que Cambiemos había conseguido instalar a través de sus campañas mediáticas. 

Inmediatamente llegó la comparación entre Macri y Néstor Kirchner: “En 2009, Néstor fue derrotado por 2 puntos por un candidato de papel y al otro día salió a trabajar sin echarle la culpa a nadie. Y menos a agarrársela con la gente o tomar medidas que hicieran daño a la sociedad”.

También retomó algunos ítems que han sido habituales en los últimos tiempos. No sólo el de la heladera llena, sino también que, como en su gobierno, en el que sucederá a este se volverá a organizar la vida de los argentinos. 

Cristina dejó muy en claro que “no soy candidata a vicepresidenta porque quiera serlo”, sino porque había comprendido que había un objetivo común superior a las pretensiones y expectativas individuales. Y recordó que, ya en 2017, había prometido hacer todo lo posible para garantizar que el 10 de diciembre de 2019 ocupara el sillón presidencial un actor comprometido con el campo popular. 

La audiencia seguía cada una de sus definiciones en silencio, con gestos de aprobación y algunas expresiones puntuales de apoyo. A nadie escapa la magnitud de la tarea a afrontar, aunque pocos sean capaces de imaginar la magnitud de la bancarrota social, económica y moral que dejará Cambiemos al retirarse del gobierno. 

Cuando Cristina afirmó que "con todo lo que está pasando y lo que va a pasar, creo que va a ser inevitable que todos los sectores económicos se sienten a discutir en serio. Estamos ante una oportunidad histórica de poder hacerlo, pero tiene que haber voluntad y reconocimiento", los asistentes asintieron respetuosamente. No hubo faccionalismos divisorios. Ni pases de factura internos. Sólo ansiedad y deseos de atravesar los cien días que nos distancian del 10 de diciembre con el menor costo posible. Aunque, en su fuero íntimo, todos tengamos en claro que el daño por venir en ese lapso será inconmensurable. 

Su habitual interlocutor, Marcelo Figueras, avanzó sobre la cuestión humana de Cristina. Sobre la ausencia de Néstor y la grave situación que atraviesa su hija Florencia

Y allí Cristina, sinceramente, se quebró.  La invadió el llanto, el dolor acumulado, las marcas que los afectos dejaron grabadas a fuego en su alma. Y ya no pudo continuar. No hacía falta. Ya estaba todo dicho. 

La audiencia, cómplice, se negó a abandonar, por largo rato, las instalaciones de la facultad de Periodismo. Necesitaba continuar con los abrazos, recibir la contención de sus compañeros. Identificarse, reconocerse, potenciar la seguridad en el tramo decisivo de la gesta electoral. 

No fue un evento bullanguero. No imperó el canto ni la felicidad de otros tiempos. Al pueblo argentino no sólo le han “metido la mano en el bolsillo”, tal como reconoció –en un sincericidio- la autoridad de medios públicos Hernán Lombardi. También le han robado la alegría. 

Pero allí estaban todos. Con fe y con esperanza. Una audiencia similar en su número a la que consiguió sumar Juntos por el Cambio en plaza de Mayo justo una semana atrás. Pero aquí sin aparatos, sin presión sobre los empleados públicos, sin presión mediática. El Frente de Todos reunió en una sola ciudad, silenciosa y sinceramente, a una audiencia similar a la que el macrismo consiguió sumar, con buenas y malas artes, en todo el país. 

Finalmente llegó el momento de la despedida, de la desconcentración. De las promesas y de los desafíos. La reunión espiritual, luego de la misa popular, ya se había concretado. 

El reloj de la historia inició su cuenta regresiva. Todos los argentinos, más allá de las grietas y las divisiones, hemos tomado conciencia de eso. (www.REALPOLITIK.com.ar)      


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