
Pastillas de Colores
Los frigoríficos que venden al exterior no aceptan competencia y buscan quitar porcentaje del negocio a quienes abastecen al mercado doméstico. La brecha entre los que cobran en dólares y los que lo hacen en pesos es cada vez más pesada.
La brecha entre el sector exportador de la carne bovina y el mercado interno es cada vez más evidente. Con China como destino de un gran porcentaje de las ventas, la industria exportadora cerrará un año con ventas que podrían llegar a las 800 mil toneladas y una facturación cercana a los 3 mil millones de dólares.
La imagen que ofrece el mercado doméstico se encuentra en las antípodas. Las plantas que solo trabajan en el país se encuentran muy por debajo de su plena capacidad operativa, con carnicerías que bajan sus ventas y un consumo que se estancó en los 50 kilos anuales por habitante, el registros más bajo de los últimos diez años, de acuerdo a estadísticas privadas.
Los exportadores cobran en dólares, concentran cada vez más poder –de la mano de un gobierno nacional que claramente jugó para ellos- y arrastran los precios de todas las categorías, de la mano de un gigante asiático que no tiene techo para su demanda.
Esta situación genera fuertes cortocircuitos entre las entidades que representan a esta cadena de valor. El último episodio lo protagonizaron el cada vez más poderoso Consorcio Exportador ABC, que nuclea a los establecimientos exportadores de carne bovina y la Cámara Argentina de Matarifes y Abastecedores (CAMyA).
En concreto, el disparador de esta situación fue una modificación que llevó a cabo AFIP sobre un pago que se realiza por cada cabeza faenada. El ente recaudador lo aumentó de 100 a 200 pesos por animal, el sector del consumo puso el grito en el cielo y finalmente se optó por una decisión salomónica: quedó en 150 pesos.
Ni lerdo ni perezoso, el presidente de ABC Mario Ravettino declaró en una nota brindada a un matutino porteño que esta decisión de AFIP “alentaba la informalidad de la cadena”. La respuesta de los matarifes no tardó en llegar, a través de un duro comunicado.
En este documento, CAMyA recogió el guante y no ahorró críticas hacia los exportadores. “Como viene ocurriendo en los últimos tiempos, y en un ejercicio desmedido de su poder económico y de lobby, uno de los pocos sectores favorecidos en este contexto de recesión económica, protesta por una medida justa y reclamada por el 85 por ciento de la cadena de comercialización y producción de carne vacuna”, advirtieron.
La cámara que representa a los matarifes y se encuentra presidida por Leonardo Rafael sostuvo además que ABC “ignora la realidad económica y social que vive la población argentina y solo quiere ganar más eliminando a los pequeños y medianos competidores”.
De este modo, remarcaron que a través de su “fuerte poder de negociación y lobby, impulsan medidas comerciales, fiscales e impositivas, que no solo tienen consecuencia en los industriales y comerciantes sino fundamentalmente en el aumento de los precios que pagan las familias”.
Este último dato no es menor. La presión china sobre la oferta bovina argentina ya no se limita a la vaca, categoría adquirida históricamente por ese país. Ya empiezan a interesarse en cortes que integran la mesa de los argentinos, como el asado y el vacío.
Esta situación, según entienden desde el consumo –y sumado a la disminución de la oferta ganadera propia del verano- empezará a reflejarse en un aumento de precios, que entre diciembre y marzo del próximo año podría llegar a un 40 por ciento.
Ante este panorama, las carnicerías se encuentran ante una encrucijada. Si trasladan los aumentos a los precios del mostrador, las ventas seguirán cayendo. Pero si no lo hacen, los costos no cierran y junto a los consumidores son los que llevan la peor parte. (www.REALPOLITIK.com.ar)
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