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11 de diciembre de 2019 | Nacionales

Ejes de la reforma

A partir de la propuesta de Béliz, la AFI macrista será intervenida por Alberto Fernández

Hace algunas horas, el presidente sostuvo: “En democracia y sin justicia realmente independiente, no hay democracia”. Y pidió un “nunca más a la Justicia arreglada con los servicios de seguridad”. Todo un adelanto de lo que se viene.

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En la asunción de ayer ante el Congreso de la Nación, el presidente Alberto Fernández anticipó que intervendrá a la Agencia Federal de Inteligencia, conocida en la jerga como “La Casa”. Según adelantó durante la presentación de su gabinete, todavía estaba definiendo cómo encarar el tema de los servicios de inteligencia del estado, por lo que declinó difundir el nombre del encargado del área durante su gestión.

Según adelantó, los fondos reservados del organismo de inteligencia serán aprovechados para promover el plan contra el hambre, que anunció en la primera parte de su ponencia como una medida prioritaria en su gestión. “Como paso inmediato, dispondré la derogación del decreto 656 del 2016, que fue una de las primeras y penosas medidas que la administración anterior promovió y que significó consagrar el secreto para el empleo de los fondos reservados por parte de los agentes de inteligencia del estado”.

La propuesta todavía en evaluación, presentada por Gustavo Béliz, apunta a reconvertir a la Agencia Federal de Inteligencia (AFI) en un organismo más reducido y profesionalizado, bajo control parlamentario y con agentes capacitados que ya no actúen como colaboradores de la Justicia, con las pésimas implicancias que esto trajo aparejado en los últimos años, ya que no son pocos los que consideran que el organismo mayor de la inteligencia criolla actuó, en mayor o menor medida, como las Schutzstaffel (SS) alemanas de la época de Adolf Hitler.

La preocupación de Béliz por reformar la inteligencia acorde con los requerimientos de una sociedad democrática y republicana no es nueva. Más aún, trabajaba en ese tema en los comienzos del gobierno de Néstor Kirchner, cuando, tras su decisión de difundir una imagen del espía Jaime Stiuso, padeció la persecución de la SIDE y fue obligado a migrar al exterior. Fue una anécdota que recordó Alberto Fernández al reconocer a Béliz por los servicios prestados el pasado viernes.   

De este modo, el presidente planta cara a un monstruo político que sobrevivió a 36 años de democracia bajo las denominaciones de SIDE, SI y ahora Agencia Federal de Inteligencia (AFI). Su secretario de Asuntos Estratégicos, Gustavo Béliz, le propuso en un dossier un verbo en infinitivo para definir una postura para transformar los servicios de inteligencia civiles. Decía “disolver”. En cualquiera de sus nomenclaturas, el organismo sirvió para influir en los tribunales de Comodoro Py, intervenir teléfonos sin orden judicial o recolectar información de la vida privada de propios y extraños para proteger a los poderosos en turno

A instancias de Béliz, Alberto Fernández imagina unos servicios de inteligencia más limitados y mucho más controlados. Los agregados de inteligencia de las embajadas quedarían en la órbita de la cancillería, en lugar de la AFI, como sucede actualmente. El área de Inteligencia Criminal pasaría a manos del ministerio de Seguridad. Y, sobre todo, se buscará impedir la intromisión habitual de los agentes de inteligencia en cuestiones políticas y judiciales.  

También Fernández se propone fortalecer la comisión bicameral respectiva, incrementando sus atribuciones en el funcionamiento mismo del área, y no ya como un simple foro legislativo.  

La reforma en el área de inteligencia tendrá su correlato en las de Seguridad y de Justicia, siendo las que cuentan con mayor descrédito entre la ciudadanía por su desempeño hasta el presente. Aquí Alberto Fernández considera la creación de un Consejo de Seguridad similar al norteamericano, con participación parlamentaria –oficialismo y oposición-, para impedir que se repitan, en el futuro, los habituales abusos de los funcionarios, tal como fue el caso, por ejemplo, de Patricia Bullrich.   

El arco de las reformas en materia de seguridad, justicia e inteligencia incluiría, además, una modificación profunda en las funciones de la Policía Federal, otra fuerza que quedó muy cuestionada por su proceder bajo las órdenes de la ex ministra de Seguridad, Patricia Bullrich. En opinión de buena parte de la dirigencia K, esta fuerza rayaban el borde de una dependencia demencial, por lo que no extraña que muchos la rebautizaran la “Gestapo de Bullrich”. En este caso, se apuntaría a la creación de una policía de investigaciones, inspirada en el modelo del FBI, una persistente idea que sostiene Béliz desde hace dos décadas. Sería esta fuerza la encargada de asistir a jueces y fiscales, reemplazando a la acción que actualmente despliegan los agentes de inteligencia. 

La nueva ministra Sabrina Frederic adelantó –aún antes de su confirmación- que “hay que desarrollar tanto la inteligencia criminal como la investigación criminal, que trabajen tanto en la prevención del crimen como en la dilucidación de los delitos. Eso es algo que hay que discutir y tiene que ver con lo que se haga en la AFI”. 

Pero la cuestión está instalada. Uno más de los frentes legados por el macrismo, que deja más heridas en una sociedad que necesita nutrirse de instituciones de seguridad e inteligencia sanas, al servicio del país y su comunidad. (www.REALPOLITIK.com.ar)


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