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2 de marzo de 2020 | Nacionales

Domingo político

Día de apertura de sesiones signado por la cordialidad y la crisis

Un día de apertura de sesiones legislativas con sabor extraño. La crisis y la reconfiguración de la escena política permitieron componer un inicio atípico. Sin bullicios, sin grandes movilizaciones populares, en el que privó la expectativa por los anuncios. Tanto por lo que se callaba como por lo que se decía. 

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por:
Alberto Lettieri

Abrió la jornada Horacio Rodríguez Larreta en la CABA. Tras formular una extensísima enumeración de logros alcanzados durante su gestión, el jefe de Gobierno porteño tomó -nuevamente- clara distancia frente a los sectores más radicalizados de Juntos por el Cambio, identificados con Mauricio Macri, Miguel Pichetto, Patricia Bullrich y Mario Negri, para expresar su voluntad de convivencia y su disposición al diálogo con el gobierno nacional y el de la provincia de Buenos Aires. 

 “Siempre voy a estar dispuesto a dialogar con ustedes, con los referentes de sus partidos políticos, con el gobierno nacional y con el gobierno de la provincia para que entre todos trabajemos en los desafíos que compartimos”, aseguró Rodríguez Larreta

Y amplió: “El gran desafío de nuestro gobierno es trabajar para que todos tengamos más oportunidades de crecer y progresar. Somos una ciudad que acompaña el esfuerzo de cada persona promoviendo el desarrollo económico y humano y la integración de los barrios para reducir las desigualdades”.

La actitud dialoguista del jefe de Gobierno porteño se evidenció desde el mismo momento de la victoria electoral de la fórmula Fernández - Fernández, y fue reafirmada unos días atrás por María Eugenia Vidal, cuando llamó a los legisladores de Juntos Por el Cambio a no hacer oposicionismo, y a no poner innecesariamente palos en la rueda de la gestión de Axel Kicillof

La interna de la oposición está en plena ebullición, y los esfuerzos de Rodríguez Larreta por posicionarse hacia dentro y hacia afuera con una versión renovada del Pro son claros y certeros. En su mira está la candidatura presidencial 2023, y sabe que un derrape muy anticipado del gobierno de Alberto Fernández no ayudaría para nada a cumplir ese objetivo.

A continuación la escena se trasladó al Congreso Nacional. No hubo movilización masiva, ni movimientos sociales, ni presencia activa de agrupaciones ni de sindicatos. Una escena callejera acorde con la gravedad de la crisis que atraviesa nuestro país. La moderación característica de Alberto Fernández se adueñó también del marco del evento. El hecho político y periodístico estuvo circunscripto al discurso presidencial.

Durante una hora y dieciocho minutos, el presidente argentino desplegó una excelente pieza oratoria de profundo contenido democrático. A su lado, Cristina Fernández brindándole su respaldo y tuiteando incansablemente los puntos mas salientes de su alocución. 

Alberto Fernández realizó un prolijo racconto de la herencia recibida, describió los avances iniciales de su gestión, y cargó las tintas sobre tres cuestiones esenciales: la remarcación de precios injustificada que perjudica la lucha contra la inflación, el curso de la negociación de la deuda y la necesidad de investigar las condiciones en que se contrajo y cuál fue el destino de los fondos.

A continuación reiteró los ejes programáticos de su gobierno, en un tono cordial que fue la característica de su presentación. Y omitió referirse a cuestiones urticantes como el incremento de las retenciones a la soja o la cuestión de los presos políticos. Hubo reivindicación para las víctimas del Aras San Juan y anuncio de ascensos post mortem, aclaración sobre las características actuales de las FFAA, diferenciándolas de las de los años de plomo, reafirmación de que no se pagará la deuda a cualquier costo, aunque se intentará evitar el default, y consignación de algunos logros iniciales alcanzados en el control de la inflación y las políticas de lucha contra el hambre. También reafirmación de los derechos sobre los territorios actuales, y una permanente convocatoria a honrar y prestigiar el uso de la palabra, tal como corresponde a una sociedad democrática. 

Finalmente llegó el reconocimiento a los aniversarios del nacimiento y la muerte de Manuel Belgrano y el anuncio de las principales iniciativas que componen el plan de gobierno para el año legislativo que se inicia. En el centro estuvieron la confirmación del inminente envío de un proyecto de ley sobre interrupción legal del embarazo, la reforma judicial en ciernes y el “nunca más” para los endeudamientos insostenibles. 

Alberto Fernández enunció su firme disposición para "cambiar el rumbo que el país venía transitando" con el macrismo, y recordó que “el preámbulo” de su nuevo “contrato de ciudadanía social” consistió y “aún consiste en detener la caída de argentinos en la pobreza”, en “tranquilizar la economía para recuperar el trabajo y recomponer los ingresos de quienes menos tienen”. 

Finalmente anticipó sus principales políticas en áreas destinadas al abandono por la desidia del gobierno anterior, como derechos humanos, salud, educación, AFI, medio ambiente, seguridad -sobre todo en la provincia de Santa Fe- y desarrollo productivo. También destacó la importancia del campo y señaló a la expansión de la actividad de los hidrocarburos como “palanca para el desarrollo productivo de nuestro país”.

El presidente señaló asimismo sobre el rumbo de su política de ciencia y tecnología, que incluirá una apuesta a los “sectores intensivos en el conocimiento”, y adelantó que enviará una modificación de la ley de economía del conocimiento, incorporando “una perspectiva de género y federal para la generación de empleo”. “Para aumentar las capacidades de investigación y desarrollo y la sustentabilidad ambiental en el sector productivo -continuó- necesitamos potenciar nuestro sistema de ciencia y tecnología. Comenzamos en los primeros días ampliando los ingresos al Conicet y aumentando sustancialmente los montos de las becas de nuestros jóvenes”.

La alocución se cerró con una nueva convocatoria al diálogo, al trabajo en común y a privilegiar la acción del estado sobre los compatriotas que atraviesan una situación más desesperante. 

Sólo se permitió, a la salida del palacio legislativo, un gesto que recordó a Néstor Kirchner, al eludir a la custodia para dirigirse al vallado y tomar contacto personal con los asistentes. 

Sin estridencias, un Alberto Fernández fiel a su estilo y a sus convicciones. No había lugar para estridencias ni para grandes gestos demagógicos. La situación argentina heredada por el gobierno actual es demasiado desesperante como para hacerlo. 

Sólo prometió trabajo, prioridades y una ética de la convivencia. No es poco. (www.REALPOLITIK.com.ar)


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