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4 de junio de 2020 | Nacionales

Gatopardismo

CFK le puso freno al acercamiento entre Alberto y Cambiemos: Hizo echar a Eugenio Begue del SUPA

La cuarentena divide las voluntades de los argentinos. Si bien la mayoría respalda la opción de la preservación de la vida, la implosión de una economía que había quedado por el piso por las políticas de Cambiemos arrasó con decenas de miles de puestos de trabajo, precarizó otros tantos y pulverizó la capacidad de compra de los salarios. 

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Más allá de la manipulación de la política de restricciones que impuso el gobierno nacional por parte del ala dura de Juntos por el Cambio y su blindaje mediático, buena parte de la sociedad argentina se encuentra al borde del paroxismo, asfixiada entre economías familiares estalladas y una absoluta indefinición del horizonte económico.

La grieta que divide posiciones en torno a la cuarentena no se identifica con partidos ni coaliciones políticas concretas. De este modo, el cinisimo de Patricia Bullrich para lanzar su campaña de invisibilización de Mauricio Macri para proyectar su propia candidatura presidencial termina coincidiendo en su oposición a las restricciones con peronistas clásicos, gobernadores, intendentes, empresarios, comerciantes, trabajadores y desocupados que entienden que el COVID-19 entraña un gran riesgo, pero la caída en la miseria y la imposibilidad de afrontar los gastos más elementales de la vida cotidiana también, y que esto último resulta mucho más probable que el contagio. 

A consecuencia de la sorda marea que va incrementando su volumen y visibilidad, muchos defensores de la cuarentena -comenzando por Horacio Rodríguez Larreta- han debido modificar sus posiciones, a riesgo de sacrificar su capital político y sus pretensiones futuras. 

El problema es que el gobierno de Alberto Fernández comunica muy mal, anticipa decisiones de alivio para los sufrimientos de diversos sectores que se retrasan o no consigue implementar, y paulatinamente va dejando en claro que desobedecer sus directivas no entraña ninguna clase de sanción o de riesgo para los sectores acomodados. Su excesiva complacencia con los bancos y los sectores más concentrados del poder económico es percibida como debilidad orgánica, y cualquier operación de prensa consigue torcerle el brazo.  

No por casualidad figuras destacadas de los gobiernos nacional y del provincial salieron a sincerar, amargamente, que la cuarentena esta rota. "No cumplen la cuarentena los que pueden, sino los que quieren”, aseguró Sergio Berni en Animales Sueltos. "Muchos no le están poniendo el cuerpo a la situación de la manera en que deberían”, dentro del gobierno nacional, aseguró Leandro Santoro, sin animarse a dar nombres. 

La sociedad parece haber decretado el fin de la cuarentena por decisión propia. La exitosa política de salud propiciada por el gobierno ha postergado el pico de contagios y hoy en día, en off, en el ministerio de Salud reconocen que nunca llegará, salvo que se rompa el distanciamiento social y se liberen los transportes. De este modo, las camas de terapia intensiva están vacías en su mayoría, otras enfermedades y tratamientos urgentes se ven interrumpidos de manera indefinida, y la mayoría no consigue entender, racionalmente, por qué razón deben afrontarse carencias y penurias como las presentes, si al final los cadáveres nunca se apilarán en las calles. 

Poco favor le hacen al gobierno los equipos de comunicación de que dispone. Sólo se limitan a dar partes médicos o crónicas de eventos oficiales, sin haber asumido jamás la tarea indispensable de concientización pública. Alberto Fernández es el único comunicador que cada catorce días intenta renovar la fe de la población. Entre el gobierno y la sociedad hay un continente. A punto tal que, esta vez, se anunció la extensión de la cuarentena por veintiún días. 

Por si fuera poco, el malestar territorial dentro del Frente de Todos se incrementa sin solución de continuidad. Los alimentos llegan a los comedores en pésimo estado -algo que también sucede en la CABA- y se pagan a sumas fabulosas, y las denuncias sobre el pésimo tratamiento de la pandemia en los municipios más multitudinarios generan repudios y quejas cada vez menos contenidas. 

Por si fuera poco, las ayudas dispuestas por el gobierno no llegan a tiempo ni a los más necesitados. Muchísimos empresarios se quejan de que no califican por restricciones impuestas por el estado relacionadas con deudas anteriores, de los 9 millones de personas a los que deberían haber llegado los subsidios excepcionales sólo alcanzaron a menos de 7 millones, mientras que se denuncia que muchos reciben varios subsidios y asignaciones simultáneamente. 

Mientras que, para la mayoría, la pérdida del empleo resulta catastrófica, para algunos elegidos está lejos de ser un drama.  En las últimas semanas el jefe de Gabinete, Santiago Cafiero, debió dar marcha atrás en la designación de caracterizados dirigentes de Juntos por el Cambio en funciones estratégicas del estado. Muchos otros continúan en funciones y otros son reemplazados por otros actores pertenecientes a su mismo espacio político.  

En el día de ayer se conoció la designación de Eugenio Begue, ex subsecretario de Empleo de María Eugenia Vidal, como interventor del Sindicato Unidos  Portuarios Argentinos (SUPA), por decisión del ministro de Trabajo de la Nación, Claudio Moroni. En el interim no estuvo desocupado, ya que en diciembre fue nombrado gerente de la Superintendencia de Riesgos del Trabajo (SRT). Menos de 24 horas después fue renunciado, cuando Cristina Fernández se enteró de la novedad y aplicó el telefonazo. Sin embargo, Begue continúa manteniendo su cargo como gerente de la SRT y, lo que aún es más notable, la superintendencia continúa a cargo de Gustavo Morón, quien fue nombrado por Mauricio Macri y desempeña esa función desde 2016.

Al conocerse la renuncia de Begue, la Federación Marítima Portuaria y de la Industria Naval Argentina (SUPA) intentó inmediatamente imponer como interventor a Juan Manuel Martínez Chas, abogado de confianza de Juan Carlos Schmid. Para el gobierno nacional se trata de un candidato potable, pero cuando iba a ser designado recibió el veto de Hugo Moyano, con quien Martínez Chas y Schmid están enfrentados desde hace años. De este modo, el complejo sistema de alianzas que ensaya la presidencia para tratar de consolidar su poder termina generándole problemas adicionales que ni siquiera estaban planteados 48 horas antes.    

Mientras tanto, la entente Alberto Fernández y Horacio Rodríguez Larreta cobra cuerpo paso a paso y va definiendo el parteaguas para las elecciones de 2021. Desde la militancia se observa con espanto y decepción cómo las promesas del Frente de Todos se van devaluando, y los esfuerzos y sacrificios de tantos años para desplazar al macrismo se escurren por la canaleta. 

De este modo, el complejo tablero político nacional  se complejiza cada vez más y el COVID-19 sigue avanzando. La cuarentena, deshilachada, continuará por tres semanas más en el AMBA. Sin saltos espectaculares en las cifras se extiende por geriátricos, villas y barrios populares de la CABA y el Gran Buenos Aires, mientras el "otro país", el "país del interior", va retomando la antigua normalidad a pasos agigantados. (www.REALPOLITIK.com.ar)


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