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6 de julio de 2020 | Nacionales

Cambiar para que nada cambie

El gatopardismo del Frente de Todos, entre el ajuste y la represión

Pese a que continuamos en cuarentena y no existen visos de un plan económico explícito del gobierno de Alberto Fernández, en la práctica es posible advertir sus lineamientos esenciales. 

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Las claves de la política económica del gobierno del Frente de Todos son el ajuste, la precarización y destrucción del empleo -sobre todo el formal-, la transferencia de recursos hacia los sectores más concentrados, tanto dentro de nuestro país como favoreciendo la salida de capitales a través de una claudicación en toda la línea a las imposiciones de los acreedores. Ante la prescindencia presidencial -que implica una tácita aprobación- los planes de ajuste y la represión -o la amenaza de represión- sobre los trabajadores causan estragos a lo largo del territorio nacional. 

No llama la atención que el ex gerente de Socma, Juan Schiaretti, haya sido la punta de lanza para impulsar un ajuste sobre los trabajadores en actividad y el sector pasivo, haciendo aprobar en la Legislatura cordobesa una ley que enajena sus recursos, aprovechando la desmovilización obligada que impone la cuarentena a los sectores populares, que son, al cabo, los únicos que la respetan. Y si bien la norma está en la órbita del Tribunal Superior de Justicia provincial por una presentación formulada por los sindicatos, pocos ven chances de que la sentencia contradiga la voluntad del gobernador. 

En Entre Ríos, la Cámara de Diputados de la Legislatura provincial dio media sanción a una ley de emergencia económica impulsada por el gobernador Gustavo Bordet que hace recaer todo el esfuerzo sobre trabajadores en actividad y jubilados, imponiendo graves recortes en sus ingresos. Para los terratenientes, las industrias y el poder financiero, los aportes adicionales exigidos son llamativamente contemplativos. 

En Santa Fe, el gobierno de Omar Perotti ha decidido pagar los salarios de los trabajadores públicos entre el 13 y el 20 de julio. Ante el anuncio de que sectores gremiales analizan adoptar alguna medida de fuerza -e incluso algunos ya anunciaron jornadas de paro para la semana que se inicia-, el secretario de Trabajo provincial, Juan Manuel Pusineri, aseguró que “la provincia va a relevar quién cumple con el servicio” y amenazó: “Quien no cumpla, se le descontará el día”. 

El Sindicato de Profesionales Universitarios de la Salud (SIPRUS) decidió realizar jornadas de lucha los días 7 y 8 de julio. “A la suspensión de las paritarias, el atraso y falta de pago a reemplazantes y contratos COVID, al no pago del bono a muchos sectores, se suma este nuevo golpe al bolsillo de los trabajadores”, detalla el comunicado emitido. La respuesta de Pusineri parece extraída del archivo del macrismo: “Este paro no tiene justificación. La salud es un servicio esencial con serias limitaciones al derecho de huelga, el interés sectorial cede al interés de la comunidad”. “No es justo”, se quejó.

Mientras tanto, SADOP y AMSAFE, sindicatos educativos, ya han desarchivado el cancionero que compusieron para oponerse a las políticas de ajuste de Perotti ya antes de la cuarentena. “A ver Perotti / A ver si nos entendemos / Los trabajadores / No son como vos / No bancan ajustes en la educación”. O, interpelando a Adriana Cantero, ministra de Educación: “Che Cantero / Che Cantero / No te lo decimos más / Los maestros a los ’90 / No volvemos nunca más”.

Por si esto fuera poco, el Senado santafesino dio media sanción al proyecto de reforma de la ley de ART, para alinearlo con la modificación impulsada por el gobierno de Mauricio Macri y que la provincia -por entonces gobernada por el socialismo-, se negó a acompañar.  

Tanto Schiaretti como Bordet o Perotti formalmente reivindican su condición de “peronistas”, y han adherido, con mayor o menor entusiasmo, al gobierno de Alberto Fernández. Sin embargo, a la hora de ajustar nada los diferencia, por ejemplo, del radical Rodolfo Suárez, quien ordenó una nueva y feroz represión este domingo sobre los trabajadores que exigían mejoras salariales y laborales. 

“Tras varias semanas de protestas y movilizaciones reclamando mejores condiciones salariales y laborales, la policía provincial continúa con su salvaje represión que incluye más de cincuenta detenciones e imputaciones arbitrarias”, “mediante el uso de la violencia”, denuncia el comunicado emitido por la CTA Autónoma. También la central sindical exige “la liberación inmediata de los dirigentes gremiales” y solicita “de manera urgente la intervención de la cartera de Derechos Humanos de la Nación para salvaguardar los derechos que nos asisten”. 

En la ciudad de Rosario, el intendente Pablo Javkin -de extensa trayectoria en la UCR y la CC-ARI, consiguió hacer aprobar en el Concejo Deliberante local los pliegos de Adrián Giachino -ex directivo del Banco Nación durante la gestión de González Fraga- y Sebastián Azzerad -de larga trayectoria en empresas financieras-, para incorporarse al directorio del Banco Municipal, con la única oposición del bloque del Frente de Todos. 

Pero, mientras la expresión rosarina de la coalición gobernante a nivel nacional manifestaba sus objeciones, el gobierno de Axel Kicillof designó a Rodrigo Lynch, un ex funcionario de estrecha relación con Guillermo Dietrich, en la subsecretaría de Transporte que encabeza Alejo Supply. Sugestivamente Lynch y Supply son vecinos en el lujoso country Miralagos y socios en una empresa privada dedicada a la ejecución de obras. 

Los vínculos fluidos entre miembros del gobierno de Alberto Fernández y de actores destacados de Juntos por el Cambio resultan bastante habituales. En las últimas semanas se han multiplicado las designaciones de reconocidos dirigentes de la oposición en áreas clave del gobierno nacional, mientras que buena parte de los funcionarios y empleados calificados nombrados por el gobierno de Mauricio Macri continúan en funciones.

La ola de ajustes -acompañados en algunos casos de dura represión- no distingue entre administraciones de Juntos por el Cambio o del Frente de Todos. Tampoco las designaciones en la gestión pública de ex funcionarios macristas. A nivel nacional, la inexistencia de paritarias y de actualizaciones salariales para compensar la drástica caída en la capacidad de compra de los salarios genera insatisfacción y reclamos de aquellos trabajadores que han conseguido mantener sus puestos de trabajo. A otros les va todavía peor: entre suspensiones, reducciones salariales y despidos tolerados con parálisis total por parte del gobierno de Alberto Fernández, los asalariados y contratados argentinos afrontan una de sus peores horas. 

A la dirigencia sindical le está costando muchísimo tratar de contener a sus bases. Gerardo Martínez, titular de UOCRA, acaba de disparar: “Agradecemos al gobierno las medidas sanitarias, pero no todos estamos en las mismas condiciones para sobrevivir”. Como si esto fuera poco, el sindicalista anunció que la CGT se reunirá este lunes con los empresarios para discutir un “plan maestro” para reactivar la economía, ante la falta de convocatoria y la inacción absoluta del gobierno nacional.

En su emisión de este fin de semana de los Almuerzos con Mirtha Legrand, su nieta Juana Viale -quien actualmente los conduce- tiró sobre la mesa el tema “¿Termina este mandato el gobierno?”.

No era una pregunta inocente, habida cuenta de quién la formulaba y la pertenencia empresarial del canal que emite el ciclo. El problema radica en que no sólo dentro de la oposición más radicalizada está presente la duda. Sin dudas, una campaña destituyente se ha puesto en marcha. El problema es que el gobierno de Alberto Fernández demuestra pericia similar al de su admirado Raúl Alfonsín al momento de conducir la nave de la gestión a puerto seguro. 

Este inmovilismo y ausencia absoluta de reacción enerva a los dirigentes peronistas que participan de la gestión desde lugares secundarios. “Pidan la pelota, loco, dale; ayuden un poco al presidente que está haciendo un esfuerzo muy grande y no le saca el culo a la jeringa”, se ha cansado de repetir Aníbal Fernández, desde su devaluada designación como interventor en Yacimientos Carboníferos Río Turbio. Desde los medios opositores adjudicaron estas intervenciones a su interés en reemplazar a Santiago Cafiero como jefe de Gabinete. “El que tiene que darse cuenta si Cafiero está verde es el presidente”, replica sistemáticamente Aníbal. Pero jamás lo respalda. En realidad, la mayor parte de la sociedad argentina coincide con el interventor de Río Turbio. 

Para colmo de males, ya ha quedado en claro que la renegociación de la deuda por parte de Martín Guzmán es un fracaso en toda la línea y sólo queda someterse a la voluntad de los acreedores o caer en un nuevo default. El ministro de Economía no sólo no participa de las decisiones económicas generales -en la órbita de Matías Kulfas, otro de los cuestionados del gabinete-, sino que ha demostrado una llamativa impericia al momento de afrontar la tarea para la que se le convocó. 

Lógicamente en este contexto las encuestas, que al principio hicieron ascender la imagen de Alberto Fernández a niveles inéditos en nuestro país, evidencian un constante desplome. La incertidumbre del futuro, la precariedad de buena parte de los funcionarios que componen su gabinete, la ausencia de propuestas y de soluciones en tiempo y forma, y la declinación en todos los terrenos que experimenta la Argentina son la explicación. El papelón de Vicentín dio el espaldarazo final. Además, ha reaparecido un rubro en los primeros lugares francamente preocupante: la inseguridad. Tal como lo expuso con crudeza el ministro de Seguridad bonaerense, Sergio Berni, resulta evidente el incremento constante de la violencia y de la delincuencia, promovida por la implosión económica. En este rubro sólo cabe esperar un incremento exponencial ante la incapacidad del gobierno nacional para dar respuestas a las necesidades y urgencias de la sociedad argentina. 

Mario Cuomo, fallecido ex alcalde de Nueva York, aseguraba que “se hace campaña en poesía pero se gobierna en prosa”. Alberto Fernández sigue apegado a la poesía, tocando la guitarra y mirando Netflix los fines de semana, mientras expresa su preferencia por Bob Dylan antes que por las veinte verdades del peronismo, mientras busca complacer a los factores reales de poder y deja la prosa en sus manos. Ante la deserción del estado, la supremacía del más fuerte siempre se impone. La Argentina actual no parece ser la excepción. (www.REALPOLITIK.com.ar)


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