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17 de abril de 2021 | Cultura

Pionero del punk

Caída, aislamiento y amor: Joey Ramone en Argentina a 20 años de su muerte

Anécdotas porteñas del cantante de Los Ramones en el recuerdo de Cachorro Raggio, músico que los teloneó en su penúltima gira por nuestro país 

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por:
Juan Provéndola

El jueves pasado se cumplieron 20 años de la muerte de Joey Ramone, ocurrida el 15 de abril de 2001 en Nueva York, la misma ciudad en la que había nacido casi media década antes. A un mes de cumplir cincuenta abriles, el cuerpo de Jeffrey Hyman se apagó para siempre tras una larga lucha contra un linfoma. 

Para el cantante de Ramones, Buenos Aires tenía un doble sabor. Por un lado, fue acaso la ciudad que mejor recibió y acuñó a la banda como influencia y consumo cultural (el show en el que más gente convocaron no fue en su Nueva York de origen ni en cualquier otra ciudad de Estados Unidos o Europa, sino en la cancha de River el 16 de marzo de 1996). Pero por el otro —y de acuerdo a una versión repetida en varias biografías— fue en la capital argentina donde recibió la noticia de aquella afección que lo llevaría a la prematura muerte: Joey se hizo unos estudios antes de una gira por Sudamérica de 1994 y su madre le comunicó los resultados adversos cuando el cantante ya se encontraba en Buenos Aires. 

Al año siguiente de esa doble visita (que incluyó una segunda tanda con shows en Rosario, Mar del Plata y Bahía Blanca), una de las bandas pioneras del punk regresaba a Argentina para hacer una seguidilla de cuatro recitales en Obras a la que, ya en el país, debieron agregársele dos funciones más por la demanda de entradas. A pesar del fervor público que nuestro país le prodigaba a Ramones, el clima interno no era el mejor: el grupo ya había definido separarse y su cantante era consciente de que el linfoma iba a precipitar su reloj de arena biológico.

Varios grupos argentos fueron teloneros en esa media docena de presentaciones en el gimnasio del barrio porteño de Núñez. El primerísimo de ellos fue Mala Suerte, encargado de abrir la velada inicial del lunes 2 de octubre de 1995 y conjunto aún en actividad.

Cachorro Raggio, su guitarrista, recuerda que fueron los primeros en llegar a Obras y por eso consiguieron una especie de "beneficio" inesperado. "Era temprano y ya había una cola larga en la calle. Nos recibió el que se encargaba de ubicar a las bandas, y como fuimos los primeros, nos ofreció las posibilidades que había para los camarines: uno arriba de los vestuarios, y otro al lado del de Ramones. Obviamente le dijimos: '¡el que está al lado de ellos!'. Nos ubicaron, y resultó que de ellos nos dividía una pared, pero no de concreto, sino de durlock, y que ni siquiera llegaba al techo. Enci,a había una escalera, con lo cual si te subías, los veías".

"Por supuesto, me subí a la escalera. Todavía no había llegado, pero se veía un perchero con las cuatro camperas de cuero colgadas... ¡tremendo! Y también una heladera como de kiosco con varias bebidas, entre ellas las latitas de Yoo Hoo, la chocolatada que promocionaba Johnny Ramone", agrega Cachorro. "Todo eso para nosotros ya era tremendo, incluso saqué una foto. Al rato llegaron los músicos, se metieron en su camarín y CJ, que me ve en la escalera, me pide que me baje, que no daba, jaja. ¡Bueno, perdón!, contesté".

"Después vimos la prueba de sonido. En esas circunstancias, generalmente tocás un tema, o no siquiera, solo pedacitos, parás, charlás y ajustas cosas. Pero estos chabones, no: subieron al escenario y tocaron quince canciones, una atrás de la otra. Fue como un mini recital para nosotros solos... con Obras vacío. Yo me puse al borde del escenario, cual fan de Luis Miguel, con la manito en la pera, cerca de Johnny. Nadie nos dijo nada", continúa el guitarrista de Mala Suerte.

El detalle es que a la prueba de Ramones subieron solo JohhnyMarky y CJ, quien además de tocar el bajo se encargó ocasionalmente de cantar las canciones. Una extraña formación de trío sin Joey, quien apareció después. "Él subió solo, y a diferencia de lo que habíamos visto con sus compañeros, apenas dijo "oh... oh..." ante el micrófono... y eso fue todo. ¡Su prueba fueron apenas dos vocales!", sonríe Raggio.

El tema fue cuando el cantante quiso bajarse del escenario. "Me acerqué porque quería sacarme una foto con él. Pero el tipo pisa un escalón, otro... y al tercero se le dobla el pie y empieza a caerse. Joey medía dos metros, pero yo tenia 17 años recién cumplidos y lo veía como de cinco, jajaj", relata Cachorro, entre risueño y absorto por una situación que aun hoy no sabe si procesarla como graciosa o como dramática: "Es que el tipo quiso levantarse ayudándose con los brazos, como cuando haces flexiones, pero se ve que ya no tenía mucha fuerza y vuelve a darse de cara contra el piso. Nosotros nos quedamos petrificados. Tenía los labios violetas, se reía y babeaba. Aparecieron dos patéticas y se lo llevaron a la rastra. En ese entonces usaba una especie de varillas en los talones para poder mantenerse de pie en los shows".

"Cuando cayeron Los Ramones al camarín, Joey no aparecía. Ahí nos enteramos que estaba en un cuarto aparte porque con dos patovicas en la puerta, porque decían que tenía problemas de fobia, y bla, bla, bla. Y se ve que también era para cuidarlo, porque ya estaba con el linfoma que ocasionó su muerte. Lo tenían un poco entre plumas y para nosotros se volvió la figurita difícil de conseguir", reflexiona el guitarrista de Mala Suerte.

"El Ruso Verea nos hizo entrar al camarín de ellos, charlamos un rato y hasta nos sacamos una foto, pero Joey seguía sin estar. No tenía contacto con la banda ni con nadie", dice Raggio, con cierta tristeza. "Igualmente es al que más bancaba y banco. A diferencia de Johnny, que era facho y un malvado que imponía condiciones de tipo militar como uniformarse con las camperas de cuero, los cortes 'taza' y las tachas, Joey era un tipo libre que le cantaba al amor, hacía unas canciones divinas y era un loco bárbaro con una mente tremenda, a pesar de tener el cuerpo mal. Porque el tipo nació deforme, pero tuvo una cabeza hermosa y un corazón genial. Y además tuvo la grandeza de poder convivir al lado de Johnny, que le había "robado" la novia y por eso le dedicó la canción "The KKK took my baby away". Creo que, en definitiva, por eso nos terminaron gustando tanto a los Ramones: más por Joey que por otra persona o por otra cosa". (www.REALPOLITIK.com.ar)


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