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Christian Martin, periodista argentino en Europa, habló con REALPOLITIK sobre sus experiencias cubriendo la invasión de Rusia a Ucrania. En ese marco, también analizó el contexto actual y la inminencia de una tercera guerra mundial.
El periodista argentino radicado en Europa, Christian Martin, dialogó con REALPOLITIK sobre sus experiencias cubriendo la invasión rusa a territorio ucraniano: cómo se prepara un periodista para cubrir un evento de estas características y su visión en torno al conflicto. "Estar más cerca de las balas no te hace informar mejor", adelantó.
RP.- Hace unos meses, pocos días antes de la guerra, habíamos conversado sobre la posibilidad de que efectivamente Rusia invadiera Ucrania y la eventualidad que fueras a cubrir el hecho, lo cual sucedió. ¿Cómo fue el mes de experiencia en este escenario de terror y poco habitual para los comunicadores?
Mirá, por un lado, tenías a los rusos y del otro lado a los ucranianos que se autoexponen. Obviamente es la política ucraniana, no voy a juzgarlos, pero la manera de forzar a que los hombres de 16 a 60 años se queden a pelear, armar a toda la población, y a su vez que las mujeres, niños y ancianos salieran despavoridos… todo hizo que hubiera cierta paranoia. En mi caso que hago televisión, veían una cámara y enseguida reportaban a las fuerzas o venían ellos mismos a preguntar qué estábamos haciendo.
Eran muy celosos de las posiciones de las barricadas. Ellos habían hecho dos o tres anillos de barricadas alrededor de las ciudades y obviamente pensaban que los rusos usaban a la prensa como espías, como saboteadores.
Esto hace más complicado la logística porque al tener civiles armados era una situación difícil para llevar el trabajo del periodista de manera segura.
RP.- Más allá de la ley marcial, ustedes trasmitían la voluntad del ucraniano en quedarse a pelear.
Claro, la mayoría lo hicieron con gusto. Todos los hombres que se quedaron en Ucrania, se quedaron para luchar. Vimos cines, teatros, todo tipo de centros civiles, usados como unidades de entrenamiento. Los rusos tenían la excusa que cualquier lugar es atacable porque, aunque sean civiles, estaban todos armados. Eso es lo que hace el trabajo difícil para la prensa. Es una guerra de guerrillas, una guerra urbana, no se sigue todas la reglas de una guerra.
Para ir a cubrir una guerra profesionalmente se requiere un entrenamiento previo, y a veces en la urgencia de ir a cubrir, no todos los periodistas pudieron tener ese entrenamiento.
En mi caso estaba en Francia, venía de cubrir fútbol. La invasión, aunque se veía venir, se dio a la madrugada. Como te decía estaba en Nantes… Ese día mi esposa me dejó dormir un poco más, había terminado tarde, como a las 3.00 de la mañana, y a las 9.00 de la mañana cabeceé y tuve una sensación de que algo iba a pasar, como un sexto sentido. Allí mi señora me dice que Rusia estaba invadiendo Ucrania, pero todos esperábamos una guerra relámpago.
Cuando estás cubriendo un hecho de estas características tenés tres desafíos: reportar , o sea contar la información; la logística, que es cómo hacer llegar tu información; y el problema de la seguridad, mantenerte vivo sin lastimarte.
En la logística teníamos el problema de cómo sacar el dinero porque los cajeros estaban cerrados. En Polonia, que fue el primer lugar adonde fuimos, se usa el esloti, su moneda nacional aunque sean miembros de la Unión Europea, y luego tener que cambiar dinero, pagar hotel, comida y transportarte.
La manera de cruzar era por auto privado o taxi pero a la salida, los puestos fronterizos ucranianos controlaban que no se escapara gente por eso había colas de hasta de días.
En cuanto a la comida, no comés normal, los negocios cerraban temprano, algunos no abrían o cerraban antes porque la gente tenía que llegar a su casa por los toques de queda. Dependía del lugar la logística, a veces dormíamos en el auto, a veces en la casa de ucranianos, me tocó dormir en un bunker un par de noches. Eran construcciones antiguas que venían de la segunda guerra mundial. Café nos hacíamos… En aquellos lugares en los que pudimos quedarnos en hotel llevábamos nuestras provisiones.
RP.- ¿ Cómo lo vivió tu familia? ¿Podías contactarlos todos los días?
Tengo cincuenta años, tengo esposa, un hijo de doce y otro de siete, y los tres me miraban como diciendo: “¿A dónde vas?”. Primero fui a Polonia pero con los misiles de largo alcance los rusos podían alcanzar a todos los lugares así que ningún lugar era seguro.
Tuve ayuda de un camarógrafo (Martín Cuello), no teníamos productor y contábamos con el apoyo logístico desde el canal (LN+), pero la mayoría de los problemas se tenían que resolver en el lugar. Las cosas que creés que tenés básicas ya no las tenés. En mi caso prioricé informar la situación bélica y social y los impactos en el resto de Europa.
Me hacía mucho mal ver el estado de las personas, durmiendo en el piso con el frío, imágenes que creíamos que eran de la segunda guerra mundial y viviéndolas ahora en 2022.
RP.- ¿Volverías si fuera necesario a cubrir esta u otra guerra?
Habría que ver, aprendí muchas cosas. Había arreglado cubrir por un mes, luego enviaron periodistas de Buenos Aires. Pero ya sé cosas que tengo que tener listas por si tengo que cubrir una guerra nuevamente. El desafío es informar, pero también pesa la cantidad de periodistas que van muriendo. Es importante no jugar a la guerra, estar más cerca de las balas no te hace informar mejor. Vi gente exponiéndose, vi gente en medio de civiles con casco y chaleco donde no había peligro dando una imagen en la televisión que no existía. Los corresponsales de guerra en serio tienen un poco de “locura” adentro al haber cubierto tantos conflictos, pero acá se ve potenciada por ser una guerra urbana. A pesar de uno estar acreditado, la gente de Ucrania insultaba, amenazaba, hubo colegas detenidos porque había paranoia por si éramos espías o saboteadores. Había un problema de comunicación con los ucranianos, ellos tampoco podían entender el trabajo que uno estaba haciendo.
Tuve apoyo psicológico a distancia, estableciendo un protocolo de comunicación, horarios y prioridades organizados, que no manden mensajes preguntando cosas obvias. Recibí apoyo de mis colegas, de mis jefes, antes, durante y después.
Cuando uno vuelve son días muy duros, queda el recuerdo del sonido de las sirenas, de la bombas, la miseria y la angustia con la que conviviste. Te cae la ficha cuando volvés, soñás, pensás. Mi canal me dio un tiempo para que limpie la cabeza, luego quise volver porque prefería estar ocupado y dejar de pensar. Estás cubriendo una situación de vida o muerte y cualquier circunstancia que evalúes mal puede ser fatal.
RP.- ¿En qué situación estuviste más cerca de una situación de peligro?
Entre Lviv y Kiev estuvimos en un lugar atacado, pero hemos estado varias veces cerca del peligro, sin querer y queriendo, tratando de estar allí para reportar. Estuvimos a cinco minutos de una base militar que fue atacada, había instructores de la OTAN entrenando civiles ucranianos y murió mucha gente. El peligro era constante y a las sirenas uno se iba a acostumbrando porque era moneda corriente.
RP.- ¿Pensaste que la guerra iba a durar tanto?
No, lo que vimos fue un ejército ruso muy poco profesional, con un armamento obsoleto, con fallas logísticas gravísimas, que analizábamos con expertos militares y no podíamos creer que tanques rusos se queden sin nafta o se queden empantanados. Al quedarse fuera de los caminos quedaban emboscados por los ucranianos. No podían entrar a Kiev, no podían entrar a Kharkiv, que es una ciudad a 20 kilómetros de la frontera. Era increíble lo que veíamos. Una resistencia ucraniana heroica y un ejército ruso con mucha más gente, sufriendo bajas. La propaganda de los convoyes de la muerte, los ucranianos no creían y se burlaban.
Mirá que los ucranianos no son santos, ellos vienen de ocho años en la guerra el Donbass y tienen experiencia. Enfrente este ejército ruso, con chicos jóvenes de dieciocho años que no sabían bien a lo que iban, con refuerzo de mercenarios, de chechenos, de sirios, peleando bien a lo soviético. Hoy Rusia se está asegurando la frontera porque están reforzando ellos también su armamento.
RP.- ¿Qué opinás de la participación de Alberto Fernández en este conflicto?
Me parece bien que Alberto Fernández hable con Zelensky porque no hay muchos países que tengan llegada con ambos países.
Recientemente el presidente de Indonesia, un país asiático y musulmán, se reunió con Putin, le dio una carta de parte de Zelensky en la mano, ofreciéndose como mediador. Así que me parece válido que Argentina sea un mediador. Existe esto, de países que no están 100 por cien con los dos lados y que puedan oficiar de intermediario.
RP.- Te preguntaba porque hay ciertos reparos con la labor que pueda hacer Alberto Fernández y su canciller Santiago Cafiero por esta ambivalencia que han tenido a nivel internacional…
Trato de ser respetuoso de las investiduras y, como te decía, hay pocos países que puedan intermediar. Argentina es uno de ellos y es muy pronto para juzgar resultados.
La situación que estamos viviendo es muy grave, estamos muy cerca de una tercera guerra mundial y la gente en América Latina capaz no se da cuenta la tensión que hay en Europa.
Están sucediendo cosas muy similares a la segunda guerra mundial. Hay muchos errores que se cometieron en la segunda guerra mundial, que la OTAN está teniendo en cuenta para no repetirlos. Rusia tiene un armamento nuclear que puede hacer desaparecer una capital europea en cuestión de minutos. No quiero sonar sensacionalista ni alarmista, pero puede pasar y por eso el pedido de la OTAN es unirse y preparase para que esto no suceda, para que los rusos den marcha atrás.
Pero en Rusia tienen a la cabeza a Putin que es una persona muy impredecible, muy impulsiva y muy poco confiable.
RP.- ¿Creés que son ciertas las versiones de que Putin esté enfermo?
Putin es una persona de mucha popularidad en su país, y sí su salud está debilitada y más con la situación, tiene mucha presión interna por las sanciones económicas. Lo vemos con temblores de mano, con hinchazón, a veces desaparece y reaparece por unos minutos. Es una persona muy orgullosa. Pero fue integrante del servicio secreto así que es también es un experto en la desinformación. Estamos en aguas desconocidas.
RP.- La pregunta obligada es cómo analizás la situación de Boris Johnson y su PartyGate, que a pesar del escándalo se mantiene como primer ministro
En el caso de él, a pesar de que fue multado, tuvo anteriormente un voto de confianza y luego pasó por votaciones internas dentro de su partido (el Partido Conservador) y se mantiene en su cargo. Hay algo que es muy británico y es la crítica constructiva.
Hay mucha gente que dice: “Que se vayan todos”, pero mayoritariamente todos prefieren que continúe porque evalúan su actuación en la pandemia y en otros temas y saben que hoy lo más importante es la posible tercera guerra mundial con un armamento más destructivo que la segunda guerra mundial.
El reloj corre y la ansiedad que genera una tercera guerra mundial es más preocupante para los europeos, ya que de producirse dejará secuelas por muchas generaciones. (www.REALPOLITIK.com.ar)
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