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Cómo un tipo que escuchaba a The Shadows, Sinatra y Roberto Grela puso la guitarra eléctrica y la psicodelia en el centro de la cumbia santafesina para convertirse en una leyenda.
Juan Carlos Denis nació el 17 de enero de 1950 y se crio en San Martín, un barrio humilde de la ciudad de Santa Fe. Por ese entonces no eran costumbre los aparatos de radio en los hogares y la plebe escuchaba música únicamente en tocadiscos o en boliches. Así, la clase obrera santafesina encontró su banda de sonido en el Cuarteto Imperial, grupo colombiano que alcanzó éxito internacional desde Argentina a partir de los años 60's y fue muy influyente en los músicos de esa provincia. La cumbia de acordeones y teclado que hace bailar a miles de lugares desde esa época hasta hoy.
Pero, en simultáneo, Denis comenzaba la secundaria en la Escuela Industrial Superior, colegio pre-universitario de la UNL. De su contacto con pibes de clase media descubría algo que no se escuchaba en su casa ni en su barrio: The Beatles y los Rolling Stones, entre otros. El rock estaba en plena expansión y captaba adhesiones en esos estratos medios de la sociedad, frente al fenómeno de la cumbia, los bailongos y toda una expresión popular vista como "mersa" por el progresismo de monoambiente.
"Yo estaba en el medio de esa discusión, de la que participaba oyendo, sin decir nada", confesó Juan Carlos Denis, que estaba aprendiendo a tocar la viola. "Es que venía de descubrir a grupos instrumentales como The Shadows, también música clásica, Frank Sinatra o grandes guitarristas de tango como Roberto Grela o Guillermo Neira".
"A mí me tiraba tanto lo que se escuchaba en el barrio como en el colegio, pero además veía que si quería sumar y crecer en la guitarra, tenía que prestarle atención a tipos como Grela o Cacho Tirao para que el oído se afinara de otra manera", explica Denis, imán de todo sonido que se le presentara por Santa Fe.
Para que Juan Carlos Denis articulara toda esa influencia y diera paso a Los del Bohío fue necesario que una tarde cualquiera se convirtiera en histórica: paseando por el centro de la ciudad, Denis encontró en la vidriera de una tienda la herramienta con la que le daría sonido e identidad a la cumbia santafesina de guitarras. Se trataba de la Fender Stratocaster bordó modelo 68' con la que grabaría todos los discos de su vida.
Todo comenzó con "A mi gente", el primer disco de Los del Bohío. En 1978, desde los suburbios de Santa Fe, llegaba un grupo que le aportaba a la música tropical nuevos colores y texturas, empardadas con el pulso del ska, la digitación del flamenco y la vibración valvular. Una música de cierto refinamiento instrumental, apuntalada por manifiestos de amor, derrota, lamento y poesía agridulce que le daban a la cumbia una expresividad triste, existencial, ya no obligada a inducir al baile por el baile mismo.
"Siempre creí que la cumbia no era sólo baile. Paramos la pelota, enfriamos la cosa y lo hicimos más melódica. Y también agregamos un poco de pena y melancolía". Aquella formación fundacional de Los del Bohío incluía a Alberto Chalita en bajo, el legendario timbaletero Joaquín Caraffa y Víctor Duarte, luego cantante de Los Lamas. El Ratón Duarte no fue el único Bohío que trascendió en escena tropical santafesina: también sucedió con Sergio Alguacil y, sobre todo, con el Banana Mascheroni.
Casi como una causa política, Juan Carlos Denis buscó quebrar el monopolio de la cumbia alegre de acordeones y teclados para centrar el protagonismo compositivo y armónico en las seis cuerdas. "Hoy parece común y fácil, pero salir a hacer cumbia con guitarras en esa época era inconcebible y todos se nos reían, porque esa música era sinónimo de teclados y acordeones", recordó Denis en 2014, cuando se preparaba para volver a tocar en el área metropolitana de Buenos Aires luego de seis años.
Su primer show en la gran metrópolis fue en 1979, en la Isla Maciel. Desde el litoral santafesino llegaba una propuesta extraña que prescindía de acordeones, vientos, vestuario estridente y formaciones multitudinarias para reemplazarlo por la guitarra, ropas discretas y una alineación austera que se resumía en un bajo, timbaletas y un cantante que marcaba el ritmo con el güiro.
Juan Carlos Denis y Los del Bohío, su grupo emblema, alcanzaron una respetable reputación en el sur del conurbano bonaerense, donde el proletariado se dejó cautivar prontamente por ese sonido salvaje, tan diferente de la cumbia de acordeón divulgada por Los Palmeras y popularizada años después por Leo Mattioli, primero junto al Grupo Trinidad y finalmente como solista.
Reconocido prontamente entre los santafesinos, Juan Carlos Denis necesitó diez años para terminar de convencer al público de la ciudad de Buenos Aires y sus alrededores. "En 1988 grabé un tema que había llegado a principios de los 70. En aquella época se vendían vinilos de colores con canciones de distintos artistas y hubo una que quedó en mi cabeza durante años. Lo busqué mucho tiempo en varias disquerías, hasta lo encontré de casualidad. Era "Vete", de Los Amaya, unos españoles. Le dimos una vuelta y creo que terminó siendo la canción más conocida de Los del Bohío".
"Algo similar sucedió con "En mi cuarto vacío", de Orion's, o "A mi gente", de Los Olimareños. Canciones distintas entre sí, pero que por un lado me golpeaban en el pecho y, por el otro, no hablan específicamente del sol, la playa y las palmeras, temas comunes en la cumbia. Buscaba canciones que los muchachos del bajo barrio sintieran propias".
Esa habilidad para bajar a la cumbia santafesina de guitarras un repertorio versátil le permitía a Denis encontrar talento más allá de la composición, algo que le demandaba otro esfuerzo. "Busco escribir algo apropiado a lo que siente cualquier persona que anda caminando por la calle, y tiene problemas comunes y corrientes, pero es una tarea en la que hay que ponerse. No es que me levanto a la mañana y digo 'voy a hacer una canción', como si se tratase de pintar una puerta".
Consultado sobre su inspiración angular, Juan Carlos Denis reconocía que se "remitía" a la cumbia: "Esa es la matriz de la que se desprende mi música", decía. "Aunque también me suenan familiares otras cosas, como el folklore moderno o el carnavalito, donde se usa güiro. He oído alguna vez que calificaban a mi música como "salvaje" y me pareció una valoración hermosa. Porque hay mucho de improvisación, de tomar la guitarra y hacerlo en crudo. En una época, me juntaba con amigos a matear y a comer tortas fritas, y zapábamos. Salían cosas buenísimas que después me lamentaba de no haber grabado en su momento de creación".
Solo los que no son santafesinos preguntaría el significado de Los del Bohío. "El nombre remite a un rancho muy habitual en nuestra zona, elevado con palos para preservarlo de las crecidas de los ríos", explicó Denis, quien se lamentó nos haberlo registrado: durante varios años tuvo que presentarse como Juan Carlos Denis y su Bohío. Una experiencia de todos modos inolvidable: el repertorio era el mismo de siempre, solo que ahora complementado con sus hijos Caíto y Franco en voz y bajo, respectivamente.
Cuando finalmente superó el litigio y pudo volver a presentarse como Los del Bohío, Denis ya padecía unos problemas de vista. De todos modos, no perdió ni las ganas ni la poesía: "Tocar con ese nombre y con mis hijos es algo tan fuerte que no puedo explicar con palabras. Lo veo con los ojos de mi corazón". Después de más de treinta discos y millares de conciertos, Juan Carlos Denis ni siquiera necesitaba ensayar las canciones esa hipnótica cumbia psicodélica de autor. "¡Te lo pueden decir todos mis vecinos!", acreditaba. "A veces toco la guitarra, pero muy bajito, para mí solo, sin molestar a nadie. Toco lo que siento, que casi nunca es cumbia. Simplemente me dejo desplazar. Como cuando leo libros de matemáticas, juego al ajedrez o hago sudokus". (www.REALPOLITIK.com.ar)
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