Homero Giles se escondió para evitar recibir a familiares de una niña discapacitada al borde de muerte

La gestión de Homero Giles al frente del Instituto Obra Médico Asistencial (IOMA) pareciera llegar a su fin, rodeada de escándalos, protestas y denuncias de sus propios afiliados y prestadores. La respuesta del titular del organismo, para todos los reclamos, continúa siendo el silencio.

A pesar de las buenas intenciones iniciales, Giles no logró dar con ninguna respuesta a los reclamos más acuciantes del organismo, y llevó adelante prácticas y estrategias que resultaron, en el mejor de los casos, controvertidas. Desde la estatización de clínicas privadas, a riesgosas tácticas de ahogamiento financiero para aquellos nosocomios que se nieguen a vender sus activos. Desde coberturas insuficientes a la negativa a atender representantes, ni de las clínicas, ni de los prestadores o incluso de sus propios afiliados, Giles pareciera más cerca de la puerta de salida que nunca.

Horas atrás, numerosos afiliados al organismo ingresaron a la sede de la calle 46 con el objetivo de ver personalmente al titular del IOMA, Homero Giles, quien nuevamente se atrincheró en su despacho. Mientras la gente le gritaba “delincuente” y “sinvergüenza”, el responsable de la obra social más importante del país decidió llamar a la policía, que se presentó en la planta baja y evitó que la gente suba por la escalera hacia los pisos superiores.

Minutos después, un funcionario del IOMA bajó, enviado de Giles, para hablar con la gente que esperó sin éxito la presencia del presidente del IOMA.

Entre abucheos y forcejeos con los agentes de seguridad que trataban de mantener la calma en un ambiente por demás caldeado, uno de los afiliados tomó la palabra y aseguró haber enviado una carta a Homero Giles, pidiéndole auxilio para el tratamiento de la joven Anahí Martínez. “No sólo que nunca me respondió, sino que además se negó a hablarme”, explicó ante los gritos de la multitud, que clamaba por la presencia de Giles.

Mientras tanto, los problemas del IOMA parecieran rodear la gestión de Giles inexorablemente. Las clínicas privadas lo denuncian por ser cómplice del ministerio de Salud que conduce Nicolás Kreplak en una intrincada maniobra para quebrarlas y comprarlas a precio vil, sus afiliados le reclaman coberturas y medicamentos que nunca llegan y los hogares de ancianos denuncian que las coberturas del instituto ni siquiera alcanzan al mínimo indicado por las leyes nacionales. Mientras tanto, sus funcionarios son cercados por la Justicia por el presunto ocultamiento de documentos públicos y escandalosas causas de corrupción. (www.REALPOLITIK.com.ar)

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