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6 de marzo de 2023 | Nacionales

Rompecabezas electoral

Bullrich, Manes y Cavallo: El hambre y las ganas de comer

Aunque la carrera electoral esté lanzada desde hace rato, pocas son las certezas y demasiados los interrogantes. La “bomba” económica y financiera que recibirá el próximo gobierno no sólo existe en el discurso conspirativo que el oficialismo le atribuye a la mesa nacional de Juntos por el Cambio.

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La “bomba” económica y financiera puede estallar incluso antes de algún mal resultado que obtenga el Frente de Todos en las PASO. Y allí se plantea un gravísimo problema para el gobierno: si los candidatos fueran Alberto Fernández o Sergio Massa, las consecuencias serían gravísimas para la continuidad de la gestión hasta el fin de su mandato. Por primera vez, la alternativa de un fin de ciclo anticipado para un gobierno con peronismo está presente.   

Por más que el gobierno insista en presentar buenos resultados de la macro, o la redefinición de metas con el FMI, estos indicadores no se corresponden con la realidad de los bolsillos de la mayoría de los argentinos, que sienten cotidianamente el deterioro de sus ingresos y de sus condiciones de vida. Pero la política aparece divorciada de la sociedad. En el caso del oficialismo, los únicos candidatos autoproclamados hasta el día de hoy son Daniel Scioli, Jorge Capitanich y Juan Grabois. Ninguno de ellos –a excepción del motonauta, y por un brevísimo lapso- han formado parte de la gestión: cuanto menos identificables con ella, más chances.

Cristina Fernández de Kirchner no quiere saber nada con su eventual candidatura presidencial. Vive inmersa en los dilemas de tratar de no perder protagonismo ni liderazgo sin exponer el cuerpo en la disputa electoral y de seguir detentando posiciones de poder y cajas dentro de un gobierno con el que explícitamente se presenta como opositora. Ninguno de los dos desafíos tiene solución y eso divide incluso las aguas de su interna: entre el optimismo del Andrés “Cuervo” Larroque que insiste en presentar la evidencia del “clamor popular” para que sea candidata aunque no quiera, y el resto de La Cámpora que ha perdido el entusiasmo desde hace rato.

Otra incógnita es la de Alberto Fernández. El presidente no puede abdicar su candidatura a riesgo de quedar más debilitado aún, con el consiguiente impacto sobre la gobernabilidad y las acciones preventivas de los mercados. Si bien tanto el cristinismo como Sergio Massa le han exigido expresarse al respecto –y, en el caso del espacio de la vicepresidenta, anticipado que no harán campaña por él-, una eventual respuesta al ultimátum sólo tendría consecuencias devastadoras en materia electoral y de gestión. La capacidad de Cristina para tomar decisiones políticas erradas se ha incrementado con el paso de los años.

Las principales esperanzas del gobierno pasan por la capacidad de Javier Milei de quitarle votos a una coalición opositora que luce enfrentada internamente, inconexa y excesivamente voraz ante lo que consideran como una victoria segura en las elecciones de este año. Claro está que el libertario también le “come” los votos al Frente de Todos.

Desde Juntos por el Cambio, todos sus postulantes declaran públicamente que la victoria electoral no puede ponerse en duda. Pero las tensiones internas ante la cercanía de un acceso al poder que perciben próximo podrían terminar del modo menos pensado. Si bien no hay mayores diferencias en cuanto al plan económico que pretenden aplicar, elaborado por un equipo de especialistas de las distintas fuerzas que lo integran, el conflicto radica en quién será el encargado de llevarlo a cabo, con qué estrategia política y con qué laderos. Horacio Rodríguez Larreta cuenta con los recursos de la caja porteña, variable que sin dudas lo ayuda a despegarse en la competencia interna de Patricia Bullrich, quien recientemente ha sumado a su escuadrón el asesoramiento del ministro autor del “Corralito”, Domingo Cavallo.

En ese marco, Gerardo Morales, el jefe de la UCR, apunta a lanzarse a la disputa por la presidencia, aprovechando la brutal corrosión que provoca en el Pro la interna entre el alcalde Horacio Rodríguez Larreta y la presidenta del partido, y las evidencias y las promesas de las internas provinciales dentro de Juntos por el Cambio.

A todo esto se agrega un factor de intriga adicional: qué es lo que pasará con el zigzagueante Facundo Manes y sus votos. El neurocientífico ha sido marginado tanto dentro del partido como de la coalición, y los medios amigos lo han eliminado de su programación. Sin embargo, todavía parece expresar a algún sector de la UCR y de la ciudadanía que no aprueba el durísimo plan de ajuste que pretende aplicar el equipo económico de Juntos por el Cambio, ni el discurso de mano dura que ha adoptado la coalición opositora. Algo que, en la práctica, choca con sus última manifestación pública junto a Patricia Bullrich.

También en el caso de la oposición, el divorcio con la sociedad es evidente. El bloqueo legislativo que ha impuesto lo coloca en un pésimo lugar en su pretensión de presentarse como resguardo de los valores y de las instituciones republicanas, y varias de las leyes que impide aprobar o que consiguieron ser aprobadas pese a él impactan en un gran número de compatriotas.

Así las cosas, el panorama de la política argentina es desgarrador. Aunque no tanto como el de una sociedad que mira atónita cómo aquellos que deberían propender al bienestar general sólo se miran el ombligo. (www.REALPOLITIK.com.ar)


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