
Municipales
El gobernador abrió la Legislatura con varios días de retraso, a consecuencia de la decisión de postergarlo debido al gigantesco apagón -¿intencional?- que afectó a más de la mitad de los argentinos el pasado miércoles.
Sin embargo, cuidadosamente evitó referirse al mismo. Su discurso fue un manifiesto lanzamiento de su campaña, en el que evitó mencionar las cuestiones que afectan la vida cotidiana de los bonaerenses. Por el contrario, se centró en las “mejoras económicas” que la sociedad no percibe, y trató de “correr por derecha” a la oposición, con el slogan “más derechos y menos derecha”. En síntesis, la pieza oratoria asemejó más a un relato de ficción que a un discurso político realista.
El libertario Nahuel Sotelo, diputado provincial, comparó al gobernador bonaerense con "Alicia en el País de las Maravillas" y hasta con Fidel Castro. Sobre ese slogan, opinó: “Es una frase hecha para obtener aplausos fáciles. ¡Pero sí! Asumimos que somos la derecha y que, contrario a lo que dice el gobernador, nosotros venimos a garantizar los derechos básicos que les han robado a los ciudadanos de a pie”.
El discurso estuvo plagado de metáforas. En lugar de prometer un incremento de la presión fiscal, habló de "solidaridad de aportes de los que más tienen". Y cuando afirmó que "este probablemente sea mi último discurso", la bancada del Frente de Todos lo aclamó y desmintió esa posibilidad.
Al abordar el tema clave de la inseguridad, el gobernador dio cuenta del incremento de efectivos policiales y de patrulleros. Inspirándose tal vez en los dichos de Daniel Scioli, dio a entender que en esta cuestión él también estaba “a la derecha de la derecha”. Una afirmación ubicada en el polo opuesto al que siempre sostuvo el cristinismo
El diputado nacional Guillermo Kane, de la izquierda trotskista, interpretó que “Kicillof compite con Vidal y Macri en cantidad de patrulleros y cárcel”.
Los giros discursivos del gobernador, forzados por la necesidad y el pragmatismo, echaron por tierra todo el relato previo del cristinismo y de su archivada “revolución cultural”, a punto tal que reivindicó la elección de Joe Biden como parte de una corriente que “defiende el rol del estado”, y en la que él mismo ahora pretende inscribirse.
Toda su exposición giró sobre las políticas de control y el rol del estado que desearía ver incrementado. Para “correr por derecha” al Pro, se esforzó en reiterar que, según su nueva visión del mundo, la seguridad consiste en multiplicar patrulleros y cárceles, y que la calidad de la educación puede medirse en los días de paro.
Las coaliciones mayoritarias se parecen cada vez más. Días atrás, la mesa nacional habló de la “pesada herencia” que recibirán de este gobierno. Axel, por su parte, propone medir el éxito de su gestión en la cantidad de días efectivos de clase y el incremento del aparato represivo. ¿Conseguirá retener los votos de 2019 con un discurso típicamente macrista, ubicado en las antípodas conceptuales del cristinismo clásico?
La alocución del gobernador fue un amoldamiento del cristinismo a la derechización de la sociedad. Claro está que el control que propone no tiene como referencia al mercado sino a una mayor estatización. Pero, en ambos casos, las únicas víctimas siguen siendo las garantías civiles y, naturalmente, la democracia.
Tal como se cansó de repetir Guillermo Moreno, la socialdemocracia y el neoliberalismo no difieren en sus objetivos, sino en los métodos por los que pretenden alcanzarlos. El discurso de Axel es la comprobación más contundente de esa afirmación. (www.REALPOLITIK.com)
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