
Cultura
Hay dos cosas que se le reconocen a Daniel Scioli dentro del microclima de la política: su honestidad al honrar los acuerdos que celebra y su capacidad de resistir las embestidas y descalificaciones, por más crueles que sean.
Durante toda la semana que pasó lo dieron por muerto muchas veces, pero esa reiteración sólo demostró que sigue vivo. A pesar de las intervenciones de gobernadores, renovadores y cristinistas exigiéndole un paso al costado se mantuvo en sus trece, siguió con sus recorridas y encuentros ajeno al microclima que se trató de instalar. Ni las especies que hablaban de una ruptura por parte del massismo y el cristinismo para crear un nuevo espacio, Identidad Renovadora, lo conmovieron. Fiel a su pasado como deportista de elite, sabe que el principal mérito es llegar vivo a la meta, aunque no alcance para ganar la competencia.
En el sciolismo hay cautela y, por supuesto, no se verifica una explosión de optimismo. Celebran la incorporación de Victoria Tolosa Paz y de más de cincuenta sindicatos y movimientos piqueteros, y confían que su estrategia es “no comerse la curva” de las presiones y anuncios grandilocuentes ajenos. Alberto Fernández les garantizó que seguirá hasta el fin con su posición inflexible en favor de la competencia interna y descartan que Identidad Renovadora llegue a ver la luz. Su meta consiste en calmar las aguas hasta el miércoles 14, fecha de cierre de la presentación de alianzas, y luego sí, salir a jugar a cielo abierto. Por unos días el principal objetivo es mantenerse con vida dentro de la competencia electoral.
Si bien Tolosa Paz podría conformarse con una candidatura a vicegobernadora de Axel Kicillof, la oferta difícilmente se concrete, ya que Verónica Magario es la señalada para consolidar la alianza con los intendentes y el Frente Renovador. “Pichichi” sabe que no tiene ningún crédito en el massismo ni en la consideración de Cristina Fernández de Kirchner. También tiene en claro que se está jugando la última ficha de su sueño de acceder a la presidencia. Y a eso se suma que las encuestas no le dan mal: apenas por debajo de Sergio Massa y muy por encima de Wado de Pedro. Con una agregado: las convulsiones internas que experimentaron las dos coaliciones principales en la última semana lo dejaron como el único moderado y racional ante la consideración pública. No es poca cosa.
En su entorno, tanto los sindicalistas que encabeza Hugo Moyano, como la fracción de los movimientos sociales que lo respalda y sus antiguos funcionarios, bajo la batuta de Alberto Pérez, son tiempistas. Saben que con los recursos con los que cuentan deben adoptar una estrategia de resistencia, para acelerar en el sprint final. Hay otro dato que valoran: varios intendentes de peso no rehuyeron a fotografiarse con Scioli y Tolosa Paz sobre el cierre de la semana, y los únicos gobernadores que salieron públicamente a exigir la renuncia a sus candidaturas son los que reconocen la jefatura de Cristina. En síntesis, siguen vivos en las vísperas y su supervivencia les resulta útil a muchos al momento de negociar su participación en las listas nacionales, provinciales y municipales.
A partir del 14 empezará otro capítulo caracterizado por una vorágine aún mayor a la actual, en la que se cruzarán bombas de humo y rumores de todo tipo. Pero en el sciolismo tienen en claro que la continuidad de la alianza opositora de Juntos por el Cambio, a pesar de sus tensiones y virulencias, juega a su favor: nadie se animaría a romper una coalición electoral mientras que la competidora sigue viva.
A la postre, la receta de Daniel Scioli es siempre la misma: “Fé y Esperanza”. (www.REALPOLITIK.com.ar)
ETIQUETAS DE ESTA NOTA
¿Qué te parece esta nota?
MÁS NOTICIAS