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El 18 de abril pasado una grave gresca se desató entre internos y el personal de seguridad, que terminó con dos menores hospitalizados. El Comité contra la Tortura denunció al director Alejandro Robledo, pero el “Cuervo” Larroque lo reconoció con un jugoso nombramiento.
En el cavernoso mundo de los institutos penales de menores de la provincia de Buenos Aires, los trabajadores apodaron irónicamente a la gestión de Andrés Larroque como “el círculo perfecto”: Todo funciona mal, pero nadie dice nada. En el mes de abril, un nuevo hecho dejó en claro que “el círculo” funciona cada día peor.
Cerca de las 13.00 del 18 de abril, un grupo de cinco internos intentó tomar los lugares de recreación del tristemente célebre instituto Almafuerte de La Plata. Minutos después de iniciado el motín, personal del lugar intervino, desatando una violenta gresca entre autoridades y menores.
Los internos se habían armado con facas fabricadas a partir de las patas de las mesas y las sillas del lugar. Ninguna autoridad supo explicar cómo lograron confeccionarlas sin que los vea nadie. Una vez sofocado el tumulto, los resultados del desastre fueron evidentes. Dos asistentes de minoridad, de apellidos Cruz y Carletti, presentaban heridas por los golpes recibidos, y otros dos internos tuvieron que ser hospitalizados.
Días después del hecho, se presentó en el lugar el Comité contra la Tortura de la Comisión Provincial por la Memoria (CPM), que se encargó de entrevistar a los internos involucrados en el motín. El resultado del informe fue demoledor para el Almafuerte. El comité presentó una denuncia apuntando al director del Almafuerte, Alejandro Robledo, y a su hermano, Claudio Robledo.
Los hermanos Robledo fueron denunciados por golpear a los internos en numerosas oportunidades, incluyendo el fatídico 18 de abril. La denuncia se radicó en el juzgado de Garantías de La Plata, a cargo del juez Darío Marcenaro, quien ya pidió informes y llevó adelante una audiencia en la sede del instituto Almafuerte junto al defensor oficial Ricardo Berenguer y el representante del Comité contra la Tortura, Sergio Raimundo.
Los familiares de los internos, sin embargo, cuestionaron el accionar judicial y lo vincularon a oscuras maniobras de Andrés Larroque. “Siempre ocurre lo mismo. Se hace la denuncia, se estudia el caso, el comité presenta denuncias y después todo queda en la nada”, afirmaron.
En efecto, resulta llamativo la poca repercusión que han tenido las condiciones en las que habitan los internos de los institutos bonaerenses. Desde la asunción de Larroque, fueron moneda corriente las fugas, los motines, suicidios, consumo de drogas, alimentos en mal estado y falta de calefacción y ventilación en las instalaciones.
Casi como una muestra gratis de lo que denuncian los familiares de los internos, el denunciado Robledo, quien aún no tenía oficializado su nombramiento como director del Almafuerte, fue beneficiado con la oficialización de su cargo, apenas horas después del escándalo del 18 de abril, que resultó con numerosos heridos. “El círculo”, una vez más, funcionó a la perfección. Todo anda mal, pero nadie dice nada. (www.REALPOLITIK.com.ar)
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