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Ya pasaron quince días desde que el director del centro cerrado Araoz Alfaro, Oscar Tacchi, fue denunciado por someter a vejámenes y malos tratos a un grupo de internos que había iniciado un incidente.
Oscar Tacchi los paseó por dos pabellones para que los golpeen otros internos, a los que les entregó el control del instituto a cambio de que lo tengan “planchado”, según se comenta en voz baja. Pero también se habla de vejámenes sexuales. El Araoz Alfaro últimamente se caracteriza por la violencia entre los internos y la permisividad en el consumo de drogas, lo cual preocupa a los familiares de los menores, a los psicólogos y trabajadores sociales que denunciaron a Tacchi, y también a los directores de los otros institutos, que tienen que soportar continuos traslados de jóvenes que quieren hacer en otros centros lo mismo que Tacchi les permite hacer en el Alfaro.
¿Por qué sigue Tacchi? Porque forma parte de una organización que fue ocupando distintos cargos en la gestión del OPNyA y en las direcciones de algunos institutos, que siempre amenaza con desestabilizar o “cartuchear a los pibes”, como le dicen en el idioma tumbero. Es decir, llenarles la cabeza a un grupo de internos todo el día diciéndoles que si ellos son echados de sus cargos los ocuparán otros que vendrán a quitarle todos sus "beneficios".
Hasta hace un tiempo, Tacchi era consultado cuando había que ocupar algún cargo. Así terminó ocurriendo que Dante Martínez, un asistente de minoridad sin ningún mérito más que su vinculación con Tacchi, terminó siendo director de Institutos Penales de la provincia. Para graficar su cuestionable capacidad, podemos retrotraernos a sus años como director del centro cerrado Legarra, del predio de Abasto, de donde se le fugaron trece internos juntos, la mitad de la población, sin que nadie haga nada para impedirlo. Martínez fue durante muchos años, en la gobernación de Daniel Scioli, subdirector del Araoz Alfaro, acompañando a Tacchi en la dirección.
Martínez está por batir el récord de alcanzar tres años en el cargo, lo cual le asegura un jugoso sueldo de por vida, sin que nadie pueda explicar qué hizo en todo ese tiempo más que decir que no hay recursos para nada o que la culpa de lo que pasa la tiene otro. También gracias a Tacchi, Marta Casali, una trabajadora social a quien se le cuestiona su interés por el bienestar de los internos, terminó siendo en la práctica la directora provincial de Institutos Penales; decimos en la práctica porque en realidad ese cargo lo ocupa Laura Sporetti, una politiquera de la línea de Cristina Álvarez Rodríguez a quien los trabajadores de los centros solo conocen por las fotos de las gacetillas de prensa.
A Marta Casali le pagan con un cargo inventado que supuestamente se ocupa de los menores con "medidas alternativas", es decir, que no están detenidos en institutos sino en su casa. Le pagan con ese cargo pero en realidad es una de las personas que maneja los institutos penales. Casali también acompañó a Tacchi en la dirección del Araoz Alfaro, hasta que consiguió este otro cargo. Hace un mes Casali echó al director de otro instituto de Abasto, el centro cerrado Carlos Ibarra, y puso como director a su marido, un abogado sin ninguna experiencia que hace recién un año ingresó a trabajar al OPNyA.
El grupo de Tacchi también logró imponer como director del centro cerrado Almafuerte a Alejandro Robledo, aunque se encontraba recientemente denunciado por malos tratos y aún resiste en su cargo. De esta forma esta organización maneja los dos institutos cerrados más importantes de La Plata que suman casi cien internos, y un sector de los institutos del predio de Abasto. También a este grupo reporta el director de Institutos Penales del interior de la provincia, Gustavo Mendoza, otro oscuro asistente de minoridad que maneja los centros cerrados de Azul, Mar del Plata, Bahía Blanca y Dolores, aunque no es ni respetado ni querido en ninguno de esos institutos. La organización solo tuvo que lamentar la pérdida del control de los institutos del conurbano, luego de la renuncia de Mariano Navarro, de quien dicen ahora que nunca fue propio y a quien responsabilizan por la clausura del centro de recepción de Pablo Nogués, y por la desastrosa situación de los centros de Lomas de Zamora y La Matanza.
Sin embargo, muchos se animan a vaticinar que ahora sí las horas de Tacchi están contadas. Lo reclaman los familiares de los internos golpeados, los psicólogos y trabajadores sociales que lo denunciaron, muchos trabajadores del Araoz Alfaro y de otros institutos y directores de otros centros.
Para que las cosas realmente empiecen a cambiar, también muchos esperan que en su caída arrastre a Dante Martínez y Marta Casali, que por lealtad también deberían irse. (www.REALPOLITIK.com.ar)
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