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28 de julio de 2023 | Historia

1949

La Revolución China

China era, hasta la revolución de 1949, un país fragmentado políticamente y habitado mayoritariamente por campesinos pobres que morían de hambre en los períodos de malas cosechas. En 1911, se produjo una revolución que terminó con la dinastía Ch’ing y el año siguiente se proclamó la República.

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por:
Alberto Lettieri

Durante la Primera Guerra Mundial, Japón logró hacer firmar al gobierno de Pekín una serie de demandas que en la práctica implicaba transformar a China en un protectorado japonés. Esta cuestionable decisión motivó el surgimiento de un movimiento nacionalista liderado por Chiang Kai Shek, un militar que se convirtió en líder político y que logró terminar con los gobernantes del acuerdo con Japón. 

El Partido Comunista que se fundó en 1921, liderado por Mao Tsé Tung, luchó junto al sector nacionalista de Chiang Kai Shek contra la invasión japonesa en la Segunda Guerra Mundial pero, una vez finalizada la guerra, Mao venció a Kai Shek, fundando la República Popular China en 1949. 

La victoria comunista fue producto del campesinado chino, poniendo en tela de juicio la tesis marxista del carácter retrógrado de este sector. A diferencia de otras revoluciones comunistas, Mao Tsé Tung contó con el apoyo de los campesinos y tuvo la oposición más enconada en los sectores urbanos e intelectuales.

La construcción de la China moderna consistió en la transición gradual a la economía comunista, apoyada por recursos y técnicos provenientes de la URSS. Para el sector industrial se aplicó la organización de una estructura productiva basada en pequeñas empresas las cuales se agrupaban para elevar la productividad, en cooperativas. 

En el sector rural la socialización de los medios de producción se realizó en forma paulatina. En una segunda etapa, Mao implementó la Política del “Gran Salto hacia adelante” que consistía en una industrialización de avanzada en un breve lapso de tiempo, impulsado por la organización masiva de la mano de obra. 

Los resultados de estas políticas fueron altamente beneficiosas en términos de productividad y de elevación del Producto Bruto Interno, aunque no se puede decir lo mismo de los resultados del bienestar de la población. En efecto, el régimen mostraba en la década del 50 algún tipo de resquebrajamiento. 

Para revertir evitar la oposición encarnizada sobre su figura, Mao Tsé Tung apuntó directamente a los sectores más reacios al régimen. En 1956 puso en marcha la “Campaña de las Cien Flores”, que consistió en la promoción del desarrollo democrático intelectual a partir de la libertad de expresión. Sin embargo, esta política fracasó porque, lejos de conciliar, los intelectuales denunciaban los crímenes de la China comunista. Mao terminó persiguiendo y confinando a estos grupos ilustrados en la denominada Revolución Cultural.

La muerte de Mao Tsé Tung en 1976 permitió la emergencia de un nuevo líder, Deng Xiao-Ping, quien puso fin al ciclo revolucionario, realizando un giro copernicano en la política económica, que incluyó la adopción de algunos mecanismos de mercado, la propiedad privada y el incentivo de inversiones extranjeras, generándose así la plataforma de lanzamiento del fabuloso proceso de expansión económica que llega hasta nuestros días. (www.REALPOLITIK.com.ar)


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